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La carrera entre Ábalos y Redondo por derribar a la “archienemiga” Susana

El fin de Susana Díaz parece próximo y este mismo lunes puede conocerse su destino: una "patada hacia arriba" para desalojarla del todo de Andalucía y "jubilarla" en el Senado.

Susana Díaz y Juan Espadas, del PSOE andaluz

Susana Díaz y Juan Espadas, del PSOE andaluz

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El gusto por complacer al jefe es denominador común entre quienes rodean a Pedro Sánchez. Tanto, que con demasiada frecuencia se convierte en vicio. Que se lo pregunten, si no, a Iván Redondo y José Luis Ábalos, que vienen peleando a brazo partido desde hace meses, entre otras cuestiones, para apartar del liderazgo del PSOE-A a la “molesta” Susana Díaz.Por cierto, su “paso a un lado” pactado será efectivo esta misma semana. Pero volvamos al torneo de caballeros presidenciales. El duelo pareció en algún momento decantarse a favor del jefe de gabinete del presidente, aunque finalmente ha sido el secretario de Organización socialista quien se ha llevado la gloria.Ciertamente, es de justicia reconocer que fue Ábalos quien convenció a Sánchez de anticipar la elección de su cartel electoral a la Junta de Andalucía con la excusa de relanzar las siglas cuanto antes. El argumento esgrimido por el ministro de Transportes ante su líder pasaba por la necesidad de remontar electoralmente en Andalucía con la vista puesta en las generales de dentro de dos años.Ya se sabe: Sánchez por encima de todo. Sobre su mesa pusieron encuestas de Ferraz que daban una holgada victoria de Juan Espadas sobre Susana Díaz. El alcalde de Sevilla se imponía con el 70% de los votos de la militancia a la “archienemiga” Díaz, que sólo llegaba al 30%.

Luego, el equipo de Ábalos fue rebajando las expectativas hasta conformarse con no ir a una segunda vuelta porque Espadas alcanzaría el favor del 50% de los suyos. Finalmente, la batalla interna quedó en un 56-38.Suficiente distancia, a ojos del aparato federal, para reclamar la renuncia inmediata de la “sultana de Triana” como secretaria general del PSOE-A, pese a que no tenía que hacerlo hasta el congreso regional previsto para finales de 2021. Ha pasado más de año y medio desde que el entorno de Sánchez pronosticase que la todopoderosa baronesa andaluza iba a caer “como fruta madura” tras su salida de San Telmo.

Las ofertas que Susana rechazó

En este tránsito, se ha hecho de todo para convencerla de que se retirase. Por las malas la mayoría de las veces. También, en ocasiones, por las buenas. De hecho, un día Ábalos desembarcó del AVE en Sevilla para ofrecerle la presidencia del Senado como retiro dorado. Ella lo rechazó. Calabazas que aprovechó Iván Redondo para subir la apuesta: primero le puso en bandeja una embajada y más tarde un ministerio.

El todopoderoso jefe de gabinete juega ahora sus cartas para apartar a Ábalos de la secretaría de Organización de cara al 40º Congreso Federal del PSOE.

Y, todo eso, ¿para qué? Pues para recordarle a Sánchez que ahí estaba su guardia de corps para resolver problemas enquistados. Por cierto, me cuentan, y son fuentes muy fiables, que el todopoderoso jefe de gabinete monclovita juega ahora sus cartas para apartar a Ábalos de la secretaría de Organización de cara al 40º Congreso Federal del PSOE.

Susana está "muerta"

A tanto llega la embestida, que el propio José Luis Ábalos, junto a Adriana Lastra y Carmen Calvo, han cerrado filas para evitar que Iván Redondo meta mano en la sede de Ferraz, territorio básicamente vedado para él. Redondo cada día tiene más complicado mover hilos entre bambalinas siquiera a través de sus peones en el cuartel general socialista.El caso es que Susana Díaz “está muerta”, esta vez sí, como tantas veces ha vaticinado el sanchismo. Ahora sólo falta enterrarla políticamente. Será, finalmente, vía acuerdo, aceptando la propuesta de Espadas de elegir un Comité Director responsable hasta que se celebren las primarias que consoliden al alcalde de Sevilla como nuevo secretario general del socialismo andaluz. A cambio, Díaz, será senadora por designación autonómica. "Es la salida más limpia y expeditiva", reconocen en La Moncloa.

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