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Zarzuela pierde a su interlocutor pero mantiene con Bolaños la "línea caliente"

La vicepresidenta ha sido la encargada de la estrategia de comunicación con el equipo del Rey. Pero la relación del jefe de la Casa, Jaime Alfonsín, y el nuevo jefe en Moncloa está engrasada

Calvo saluda al Rey en presencia de Sánchez.

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J.R.V

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Una de las tareas más complicadas que ha asumido Carmen Calvo desde la Vicepresidencia hasta su defenestración por Pedro Sánchez este sábado ha sido la de interlocutora con el Palacio de la Zarzuela -algo que iba en su cargo-, pero también la de dique de contención contra la ofensiva contra el Rey Felipe VI y contra la Corona desde las filas del propio Consejo de Ministros.

Y es que la número dos de Pedro Sánchez hasta su revolución en el gabinete este sábado ha jugado un papel clave, tanto en la gestión de la salida de España de Juan Carlos I, como en el relanzamiento de la agenda pública de la heredera a la Jefatura del Estado, la Infanta Leonor; como en el veto a las exigencias de Podemos de que el Congreso abra una comisión de investigación sobre la Monarquía.

Como es habitual en estos casos, Zarzuela "no comenta" las decisiones en el ámbito del Poder Ejecutivo, aunque en privado se "reconoce y agradece" el papel de Calvo en estos dos últimos años, los más complicados en el reinado de Felipe VI. Por lo que se ha hecho y por lo que no, como esa Ley de la Corona que Moncloa ha paralizado para evitar poner más riesgo al jefe del Estado en tiempos tan convulsos.

El nuevo ministro de Presidencia, Félix Bolaños, prometiendo ante el Rey su cargo este lunes.

A pesar de la salida de Calvo, en el equipo del Rey que lidera Jaime Alfonsín, se elogia el perfil del nuevo ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Tras Calvo, ha sido este discreto y eficaz jurista otro de los protagonistas de la línea caliente entre Moncloa y Zarzuela cuando Pablo Iglesias fijó como objetivo prioritario al Rey.

Junto a la ya exvicepresidenta, Bolaños mantiene una fluida relación con Alfonsín. Y de él se valora sobre todo algo que resulta imprescincible en la Jefatura del Estado: su prudencia y su escasa simpatía por las cámaras y los micrófonos.

De él va a depender el gran asunto pendiente en Zarzuela: la resolución de la agenda judicial del Emérito y su regreso a España, que lleva meses reclamando desde Abu Dabi.

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