El PNV se revuelve contra Sánchez por quitarle a Ábalos y "renovar" a Escrivá
El PNV comienza a asimilar las consecuencias de la revolución en Moncloa para sus intereses. Y en Sabin Etxea crece el enfado al sentirse ninguneados de nuevo por el presidente.
"Más que enfado, desconcierto", asegura a ESdiario un dirigente del PNV, interrogado por la sensación que reina en la cúpula del nacionalismo vasco tras la revolución impuesta por Pedro Sánchez en su Consejo de Ministros. Desconcierto que se une a la sensación creciente que tiene el socio preferente del PSOE de que, sencillamente, ha dejado de ser "preferente".Hace apenas unas semanas, recién llegado al cargo, el flamante ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, viajó al País Vasco. Allí fue cumplimentado hasta con una visita a Sabin Etxea, el sancta santorum del PNV.Horas antes, en una entrevista en Radio Euskadi, su presidente Andoni Ortuzar sentenció: "Esperemos que Iceta sea el ministro que complete el Estatuto". Por eso, ni que decir tiene, el destierro del líder del PSC -y su mantra de la "España plurinacional" tan del gusto de los de Urkullu- al Ministerio de Cultura ha provocado estupor en el partido vasco.Más aún, por la otra inesperada defenestración de José Luis Ábalos, el auténtico muñidor del apoyo del PNV a la moción de censura contra Mariano Rajoy y, por ello, el dirigente de Ferraz con la comunicación más fluida con Ortuzar y su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban.Con Ábalos a la cúpula peneuvista le ha sucedido como con Iceta. Hace apenas cuatro días, el PNV trataba de desatascar las obras de la Alta Velocidad Vasca y el entonces ministro de Fomento se comprometió a acelerar los plazos. La salida del político valenciano ha provocado sorpresa y un enfado creciente, también en el Gobierno Vasco. "¿Habrá que empezar desde el principio con la nueva?", se preguntan ahora.Hasta tal punto en el PNV son conscientes ahora de que Ábalos desconocía su futuro -"o lo disimuló muy bien"-, lo da muestra un suceso que ocurrió la pasada semana; cuando el consejero de Planificación Territorial, Vivienda y Transportes, el también socialista Iñaki Arriola, pactó con Ábalos una próxima cita para aclarar el presunto nuevo retraso de las obras de la entrada del TAV a Bilbao.
Ortuzar saluda a Sánchez ante Ábalos, el gran muñidor del apoyo del PNV a la moción de censura. Y por si la salida de Ábalos y el destierro de Iceta fuera poco desplante, el PNV asiste a la reafirmación y el blindaje de su actual enemigo público número uno, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá. Los peneuvistas llevaban semanas exigiendo la cabeza de Escrivá en cuanto arrecieron los rumores de la crisis de Gobierno.
"Es una pared", se lamentan al criticar la negativa de entregar a Urkullu la gestión íntegra del Ingreso Mínimo Vital. En Vitoria se frotaban las manos, seguros de su salida. Pero Sánchez ha vuelto a demostrar que no se casa con nadie. Por eso, la fuente citada al comienzo de está información advierte: "Ahora no hay más interlocutor que Sánchez, en sus manos estamos".