Pilar Llop, el arma secreta de Sánchez para luchar contra Ayuso en Madrid
Sus primeros pasos han sacado a la luz a la jueza desconocida para la opinión pública no especializada salvo por haber entrado en política junto a Sánchez.
“La ha puesto Pedro”, respondían en el PSOE de Madrid ante la irrupción en 2015 en la política autonómica de una jueza desconocida en los ámbitos internos del partido. Y ello pese al tufillo machista que conlleva tal contestación.
“La ha puesto Pedro”, volvieron a responder veteranos senadores socialistas cuando se interesaban por los méritos de la “joven Pilar Llop” para presidir el Senado, uno de los puestos más codiciados por su escalafón protocolario y su más que jugosa nómina.
“La ha puesto Pedro”, me contesta años después un eminente socialista, profesional de la judicatura muy vinculado con el Ministerio del ramo, cuando le pregunto por el aterrizaje de Llop en el cargo que hasta ahora ocupaba Juan Carlos Campo, “uno de los suyos” por su doble calidad de magistrado y de militante bajo las siglas del puño y la rosa.
Si algo se subraya de la nueva Notaria Mayor del Reino es que no tiene dependencia “orgánica” del partido ni pertenece a “familia” socialista alguna, ni se conoce más aval político que el del presidente del Gobierno, que no es poco. Además, por supuesto, de sus propios méritos, que también son importantes.
Más aún, voces socialistas lanzan la posibilidad de que Sánchez sitúe a Llop en Justicia como un destino intermedio. Es decir, que su encomienda final sea una lista electoral en Madrid, a la Alcaldía o a la Presidencia autonómica como nueva “arma” de La Moncloa contra Isabel Díaz Ayuso, esa obsesión que martiriza al presidente.
En Madrid dio la nueva ministra de Justicia sus primeros pasos en política. Siempre de la mano de Sánchez, que -según cuentan- vio en ella tres cualidades que para él son impagables: joven, feminista y de probada fidelidad.
Todo apunta a que el Gobierno ha colocado a la judicatura en su punto de mira y no hay día que no se denuncien presiones injustificables a jueces o intromisiones en el Poder Judicial
En mayo de 2016, de hecho, Llop figuró en todas las quinielas para secundar a Sánchez como número dos en la candidatura por Madrid para las elecciones del 26-J. Un puesto de pedigrí, reservado históricamente por los dos grandes partidos para personas con una prometedora carrera por delante. Finalmente Llop fue desplazada por Margarita Robles. En ese momento Sánchez debió apuntar en su “cuaderno azul” que a Pilar Llop “le debía una”.
Y no tardó en pagar en parte su deuda. Con su llegada a la Presidencia en la moción de censura, Pedro Sánchez se acordó de Pilar Llop y en 2018 la nombró Delegada del Gobierno para la Violencia de Género. Un año más tarde dejó ese cargo para volver a recalar en la política madrileña, como diputada en la Asamblea de Madrid. Esa fue su plataforma para acceder a la Presidencia del Senado, que ahora abandona rumbo al Ministerio de Justicia.
Con la vista en Madrid
De los tiempos de su paso por la política madrileña, los que coincidieron con ella ironizan con su “actitud modosa” y su aparente “fragilidad” en el desempeño de los mítines de campaña, posiblemente fruto de su inexperiencia. Aunque no regatean elogios a su “preparación”, su “personalidad abierta” y su “capacidad para el diálogo y el acuerdo”.
Falta van a hacerle esas cualidades en un departamento con enormes retos por delante. Prueba de ello es que Llop es el tercer ministro de Justicia de Sánchez en apenas tres años, tras Dolores Delgado y Juan Carlos Campo.
La primera incendió la carrera judicial y levantó en armas a jueces, fiscales y secretarios judiciales. Campo no ha podido afrontar los retos propios de su departamento, “comisionado” por La Moncloa primero para frenar los desatinos jurídicos de los proyectos de ley nacidos del sector Podemos del Gobierno y después diseñando el armazón jurídico de unos indultos en los que, como jurista, nunca creyó.
Liberada del “marrón” de contraprogramar a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo y de finiquitar los expedientes para excarcelar a Oriol Junqueras y compañía, a Pilar Llop le viene ahora el encargo de reformar el Código Penal para rebajar el delito de sedición y sortear las “piedras del camino” judiciales que permitan llegar a una solución para el fugado Carles Puigdemont.
Al avispero del Gobierno y de la judicatura -con los jueces rebelados ante el acoso contra ellos diseñado en su día entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, con el CGPJ bloqueado, el Tribunal Constitucional partido y con Bruselas en máxima alerta- llega Llop a sus 47 años sin experiencia previa en la primera línea de gestión pública.
Con la vista en Ayuso y Almeida
De momento, sus iniciales pasos, desde luego, han demostrado que viene parapetada para defender el sanchismo hasta sus últimas consecuencias. Basta ver la reacción airada, más todavía desde el punto de vista de una juez-ministra, contra la decisión del Tribunal de Constitucional fallando la inconstitucionalidad del primer estado de alarma en pandemia.
Miradas desde luego no van a faltarle desde el mismo Partido Socialista a esta mujer, ajena a las tareas políticas antes de la irrupción de Pedro Sánchez en Ferraz. Todo apunta a que el Gobierno ha colocado a la judicatura en su punto de mira y no hay día que no se denuncien presiones injustificables a jueces o intromisiones en el Poder Judicial desde el Ejecutivo incompatibles con una sana separación de poderes democrática.
Además, ese runrún de que en el Ministerio de Justicia Pilar Llop “está de paso” y su destino acabará donde comenzó en 2015, en el campo de juego madrileño, hace que su nombramiento aún tenga más morbo. Veremos si para entonces, cuando se pregunte por ella, ya nadie responde “la ha puesto Pedro”.