Robles confiesa el drama que le espera a Afganistán mientras Sánchez saca pecho
La ministra de Defensa ha reconocido con amargura el tétrico paisaje que le espera a la gente que se ha quedado a la fuerza en Afganistán, en contraste con el triunfalismo del presidente.
La realidad se impone, minuto a minuto, a la fenomenal campaña de autobombo que la estampida de Afganistán ha llevado a los países de la coalición, incluida a España, a tapar los estragos dejados hablando casi en exclusiva de la exitosa evacuación de unos cientos de colaboradores y la totalidad de los nacionales presentes en Kabul.
Apenas han sido 2.000 personas las llegadas a España, por ejemplo, pero la cifra de personal afgano que prestó servicios a Europa, la OTAN o Estados Unidos durante años y que se ha quedado allí puede ser terrible: se habla de hasta 125.000 ciudadanos afganos, solo en el caso americano.
Una cifra que denota las consecuencias de una huida precipitada pese a que, desde hace semanas, los distintos servicios de inteligencia internacionales había advertido de la victoria talibán. En el caso español, su propio embajador había activado la alarma en julio. Y no le hicieron caso.
Por qué no se comenzaron las evacuaciones entonces es un misterio, pero la potente agenda oficial y el pacto entre todos los líderes mundiales para darse parabienes entre ellos ha conseguido tapar esa pregunta hasta ahora y desviar el foco de lo evidente: decenas de miles de personas que cooperaron con la coalición se han quedado literalmente tiradas. Y de las que lograron huir, muchas han sido sin sus familias.
De la población civil, 39 millones de personas, ni hay plan siquiera. Pese a que, oyendo a Joe Biden o Pedro Sánchez, se diría que la salida de Kabul ha sido una fenomenal victoria: "Misión cumplida", repite sin pudor el presidente español. "Nos vengaremos", dice el líder de la Casa Blanca. "España ha dado ejemplo y ha sido el alma de Europa", añade Úrsula von der Leyen.
Mientras Pedro Sánchez presume de las evacuaciones, Robles reconoce el pavoroso drama humanitario que dejan
Con ello, y gracias a la imagen heroica de las tropas apurando hasta el último minuto para sacar a cooperantes en vuelos de peligro extremo, han disimulado la realidad de los hechos, bastante menos edificante: la condena al terror y la represión parece escribir el futuro de millones de personas abandonadas a su suerte.
Y las confesiones de que eso será así, más allá de la grandilocuencia pasajera en la recepción de cada vuelo, empiezan a llegar. La propia ministra de Defensa española, Margarita Robles, no ha tenido más remedio que reconocer el tétrico paisaje que le espera a la gente que se ha quedado a la fuerza en Afganistán, donde asume "el drama humano que se presenta".
No hay plan de auxilio para nadie
Mientras Sánchez lleva tres días repitiendo una y otra vez que velarán por "la dignidad del pueblo afgano" a la vez que suspende los vuelos; la titular de Defensa asume lo evidente: ni hay plan ni, desde ya mismo, se va a poder evitar el terror en un país marcado ya, de hecho, por el doble yugo de las leyes fundamentalistas y el enfrentamiento entre facciones yihadistas.
Aunque el Gobierno ha salido en tromba a reprocharle al PP sus críticas por la estampida internacional de Kabul, que no mereció la interrupción de Sánchez de sus vacaciones ni tampoco una comparecencia pública con preguntas, los hechos desmontan esa queja. Basta con escucharle a Robles otra triste confesión en una entrevista en La Sexta Noche:
"En estos 20 años hemos dado libertad en derechos y valores, pero el fracaso es evidente. Cuando se va a cumplir el aniversario del 11-S, no hay palabras para definir la situación en la que se queda Afganistán, con especial mención a las mujeres y las niñas". Para ellas, como para el resto de afganos, no hay un plan de ayuda conocido ni se le espera.