Casado ilusiona al PP y lo coloca con sus barones en el camino de la victoria
El líder del PP puede salir contento de la Convención de Valencia, y con él otro puñado de dirigentes. Entre todos, con él al frente, ponen la directa para vencer a Sánchez en las Generales.
“Creemos”. El lema que ha envuelto la Convención Nacional del PP estos días es un buen resumen del momento de ilusión que vive el partido principal del centro derecha español. La familia popular está convencida de que a su líder, Pablo Casado, le ha llegado la hora y va a ser el próximo presidente del Gobierno que sustituirá en La Moncloa a Pedro Sánchez. Y, ya se sabe, creer es poder.
No lo tenía nada fácil Casado hace tres años cuando llegó a la cúspide genovesa. Al revés, pocos apostaban por él. Acababa de perder Mariano Rajoy el poder tras una traumática moción de censura; el PP había cerrado unas primarias a cara de perro donde Casado se había enfrentado a la maquinaria monclovita, mantenida aún por la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, y al largo manto de las siglas que portaba su secretaria general, Dolores de Cospedal.
Así que en aquel Congreso Nacional que encumbró al joven político palentino a lo más alto de su formación política todas las miradas iban dirigidas a un cielo donde revoloteaban los buitres, profetas de una muerte anunciada.
Sin embargo, Pablo Casado ha vuelto a poner en tiempo récord al Partido Popular en condiciones de gobernar. Y esto, en política, lo cambia todo. Los que hace unos años le cerraban la puerta corren ahora a Valencia a aplaudir hasta desollarse las palmas de las manos. No es una mala imagen. Sobre todo si Casado es consciente, y me consta que lo es, de quiénes son los que siempre han estado a su lado: los afiliados del PP que lo subieron a pulso a la séptima planta de Génova 13.
De hecho esta convención ha sido, como lógicamente estaba previsto, la confirmación de ese eslogan tan certero de que la unión hace la fuerza. Casado se ha retratado frente a toda la cera que arde alrededor del PP. Resulta innegable que la cita de Valencia, clausurada por el líder popular en la plaza de toros fetiche que tantas alegrías deparó años atrás a sus siglas, concluyó con el balance soñado por su cúpula. Un apreciable empujón de autoestima para unas filas que cada día que pasa se ven con más claridad en la rampa que las llevará a La Moncloa cuando se abran las urnas.
El impacto de Ayuso
A desplegar las velas contribuyó Isabel Díaz Ayuso, a quien honraron las sinceras palabras dirigidas a su amigo y jefe, confirmando ante el auditorio que su ambición solo es ser presidenta de la Comunidad de Madrid.
Punto y final al culebrón del liderazgo del partido en Madrid (que recaerá en Ayuso en su momento), que jamás debió de coger cuerpo y menos aún prolongarse tanto en el tiempo. Poco importa ya quién lo creó o cómo: todos tienen claro que el enredo no ha beneficiado a ninguna de las partes, que se han dejado girones políticos y personales a fuerza de malentendidos.
El “nuevo contrato social” que propone Casado es para tener más sociedad y menos Gobierno. El cambio está en marcha y el PP juega a ganar.
“Las opciones del PP para las futuras generales son Pablo Casado o Casado”. Tal era el resumen en el que coincidían un buen número de dirigentes el domingo por la tarde subidos a un AVE de vuelta a sus casas. Ojo, no se trataba de un aserto de conformismo pusilánime. No. Era la conciencia de aquellos que están en una carrera apostando por el caballo ganador.
Y, al igual que ellos, lo tiene claro la militancia, que se llevó un sabor dulce del cónclave. Todos volcados en Pablo Casado, que abandonó Valencia muy fortalecido. También Isabel Díaz Ayuso. Que es, además de un referente interno sin lugar a dudas, una eficaz captadora de voto. “Leal” o “valiente” fueron palabras muy utilizadas para definir la impresión que causó entre los mandatarios populares el discurso de la presidenta de Madrid.
“Asunto zanjado”, me sostenía un cercano a Casado, aun cuando José Luis Martínez-Almeida, muy querido también en la Convención, abandonase el sábado el Palacio de las Artes trasladando a quien quisiera escucharle que “nada había que zanjar”.
Por parte del alcalde fue la manera de pasar página a un episodio especulativo, con demasiado jugo mediático, en el que se vio salpicado, me consta que para su disgusto. Y, además, teniendo claro que él no iba a meterse en ninguna batalla interna.
La unidad de las siglas es elemento clave para un líder y la consiguiente eficacia de un proyecto. Casado tiene ahora un partido unido y firme como una roca. Y junto a ello, otra de las claves siempre será el equipo. Y en este aspecto, al presidente del PP todavía le quedan pasos por dar.
Así es. Una parte de sus barones insiste mandando mensajes al líder, muchos de ellos a través de los medios de comunicación, para que se rodee de perfiles atractivos, a la postre con capacidad de sumar en el objetivo de convencer a los españoles de que es el hombre que tiene en su carpeta el Consejo de Ministros que necesita España.
Casado, sin estridencias
Varios presidentes autonómicos lo expresaron con “fineza” en sus exposiciones en la Convención. Casado no debería posponer más este asunto. Le toca a él jugar con habilidad todas sus piezas, incluidas las nuevas que le irán llegando como refuerzo por sus puertas abiertas.
Todos volcados en Casado, que abandonó Valencia muy fortalecido. También Ayuso. Que es, además de un referente interno sin lugar a dudas
En fin, iremos viendo hacia dónde dirige Casado sus pasos domésticos. Lo hará sin estridencias. Como corresponde a un reformista convencido. Lo que sí es innegable hoy es que cuenta con una organización renovada que contempla con creciente convicción la victoria en las elecciones para cambiar un país que el sanchismo y sus alianzas tóxicas hacen cada día menos reconocible.
Unidad innegociable de España, libertad, maternidad, concordia, sentido común, defensa del español, impuestos bajos, Europa, Constitución y la certidumbre que inspiran los éxitos tanto en la recuperación económica como en la protección y el bienestar social allí donde gobierna el PP, no son malos mojones para señalizar el camino del “nuevo contrato social” que propone Pablo Casado a todos los españoles para tener más sociedad y menos Gobierno. El cambio está en marcha y el PP juega a ganar.