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Los pactos de doble filo de Pedro Sánchez: el PSOE aprende a vivir al límite

Los Comunes se han convertido en tabla de salvación de ERC y transfieren así a Unidas Podemos mayor capacidad de presión frente a su propia negociación interna con los socialistas.

Pedro Sánchez

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Confían en el entorno del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que los pactos en los que está involucrado el PSOE son tanto o más necesarios para quienes lo suscriben que para el propio Gobierno Sánchez. El Ejecutivo ha aprendido a vivir al límite, a pactar y salvar escenarios en el último suspiro del plazo fijado y quienes negocian en el nombre de Sánchez se han instalado en la idea de que, si no hay acuerdo, será mucho peor para quienes rompan la baraja.

Fuentes del Ejecutivo aseguran, por ejemplo, que la CEOE tiene muy difícil descolgarse de la negociación de la Reforma Laboral, porque “no puede permitirse más 'noes' alegremente, ya que le puede pasar lo mismo que ocurrió con la reforma de las pensiones, que sus representados salgan mucho peor parados de lo que hubieran quedado si hubiesen firmado”.

Sostienen desde el Ejecutivo que, si bien la posición gubernamental era más próxima a repartir de forma “más equilibrada” el incremento de las cotizaciones a la Seguridad Social entre la empresa y el trabajador, el “portazo” de la CEOE, cuyos representantes no se molestaron en ofrecer una posición para iniciar la negociación, sino que se descolgaron de la misma argumentando que la previsión de recaudación del Gobierno no era creíble.

Esto provocó un cambio de posición en el Ejecutivo, que se avino a pactar la fórmula más ventajosa para los sindicatos y el incremento del 6% quedó repartido en un aumento del 5% para la empresa y un 1% para el trabajador.

A partir de aquí, las versiones que se ofrecen desde el Ejecutivo se dividen entre quienes aseguran que “hubo que cerrar el acuerdo con los sindicatos, porque era un condicionante de la UE a la recepción de los Fondos Next Generation y urgía sacarlo adelante para acelerar la llegada de millones de euros” y los que presentan el contenido del pacto como un “golpe en los nudillos” del gobierno a la Patronal.

Todo ello por haber “boicoteado” sin molestarse en presentar propuestas ni negociar un acuerdo que sabían necesario, pero “que han rechazado por mero tacticismo político, por no dar una baza al Gobierno y evitar las críticas de aquellos que les afean tantos acuerdos previos con un gobierno socialcomunista”.

La moraleja, en todo caso, parece ser que el que se levanta de una mesa de negociación se arriesga a que pacten en su contra, ya sea por mera necesidad y/o con el consiguiente correctivo añadido, adornado con un puntito de mala leche. Por otra parte, los socios parlamentarios del Gobierno se quejan también de ese estilo negociador.

Lo hicieron públicamente en el último debate de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado el representante de ERC, Gabriel Rufián, o el del PNV, Aitor Esteban, que llegó a esgrimir el escrito de enmienda que había elaborado y que hubiese presentado formalmente en el Registro de la Cámara Baja si no se hubiese alcanzado un acuerdo in extremis, que se logró, según fuentes negociadoras, tras una conversación al filo de la medianoche , en las horas previas a que expirase el plazo de la tramitación de enmiendas a la totalidad.

La moraleja, en todo caso, parece ser que el que se levanta de una mesa de negociación se arriesga a que pacten en su contra

Sostienen estas mismas fuentes que, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, entonó también el “no podéis tumbarnos los presupuestos, porque para vosotros no sería nada bueno…” pero que su interlocutor, el presidente del EBB, Andoni Ortúzar, le hizo ver cordialmente que, puestos a perder, perdía mucho más el Gobierno Sánchez. Vamos, que hablando, las personas se entendieron…y encauzaron la negociación, que sigue viva en el trámite de enmiendas parciales.

¿Puede hacer lo mismo ERC? Para su desgracia, no. Por poder, pueden hacer muchas cosas y muy imaginativas, pero, por el momento, siendo realistas y ante el veto de la CUP a los Presupuestos de la Generalitat de Cataluña, han tenido que contar con los votos de los Comunes.

Nadie descartaba nada, pero en las quinielas de este fin de semana, casi todo el mundo apostaba por un nuevo acuerdo de última hora como el que finalmente se ha producido. En el que los Comunes pueden ser tabla de salvación y transferir a Unidas Podemos mayor capacidad de presión frente a su propia negociación interna con el PSOE, dentro del Ejecutivo. Los pactos son navajas de doble filo y así las manejan en el Gobierno.

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