Cuentas y cuentos del calendario electoral de Sánchez
En la hoja de ruta de Sánchez está marcada a fuego su voluntad de agotar la legislatura y busca estrategias para ello
Superado el puerto de montaña que para todo gobierno que no cuente con una mayoría absoluta propia que le apoye resultan ser los Presupuestos Generales del Estado, Pedro Sánchez da luz verde a la segunda parte de la Legislatura, tras haber demostrado que aquella mayoría que le permitió llegar a la Moncloa, vía moción de censura a Mariano Rajoy se agrupa y se disgrega, se ataca y se repliega, pero, al final de cada episodio, permite que el Gobierno de Pedro Sánchez y sus socios de UP, sigan adelante.
En esta pasada semana el presidente del Gobierno y su entorno han celebrado dos grandes noticias para sus intereses: la aprobación de las cuentas públicas es la primera y la segunda, el inesperado y no por ello menos apreciado “regalo” que les está haciendo el PP con su “guerra interna”, tal como lo denomina Isabel Díaz Ayuso.
Con o sin la inestimable colaboración del PP y sus líos, en la hoja de ruta de Sánchez está marcada a fuego su voluntad de agotar la legislatura, lo que le permitiría ser presidente de turno de la UE, desde julio de 2023 hasta el 31 de diciembre de ese mismo año. Para entonces es posible que ya no cuente en el Gobierno con los ministros de Unidas Podemos en el Gobierno. En su hoja de ruta, por supuesto, se contempla esa eventualidad, pero tampoco se descarta que esa parte del gobierno
siga adelante. “No depende de nosotros- asegura un dirigente socialista- porque el jefe (Sánchez) quiere llegar hasta el final con la coalición de Gobierno, pero ellos serán los que tengan la última palabra… no parece que estén muy unidos entre sí”.
Sánchez estudia los procesos electorales que irán por delante de las generales, cuyo resultado puede tener impacto en sus planes de revalidar otra legislatura al frente del Gobierno. Obviamente, el presidente del Gobierno cuenta con que las elecciones municipales y autonómicas irán por delante de las generales, pero no descarta la celebración de otras dos que podrían afectar a sus planes: las andaluzas (creen en Moncloa que se adelantarán a esta primavera y comentan por lo bajini que “Moreno tiene pinta de que va a quedarse un rato más”) y las posibles elecciones en Castilla y León, si el presidente Alfonso Fernández Mañueco decide también adelantar sus comicios. Sobre las primeras, ni el líder socialista andaluz, Juan Espadas, ni el PSOE tienen capacidad de influencia alguna y el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha demostrado que tomará sus decisiones cuando le convenga.
“Moreno tiene pinta de que va a quedarse un rato más”
Pero sobre las segundas, sí. Desde el 11 de marzo (habrá pasado ya un año de la moción de censura fallida) los socialistas pueden volver a presentar otra moción, si es que logran sumar los 41 votos necesarios para sacarla adelante. El escenario, desde entonces, ha variado, porque tras la moción fallida, la procuradora de Ciudadanos, María Montero, dejó su Grupo Parlamentario y figura como “no adscrita”.
Dicho en Román paladino, el gobierno de Mañueco no tiene mayoría absoluta y se ve obligado a negociar casi todo con partidos de la oposición en estos momentos. Si a eso sumamos la debilidad que acusa C´s y la posibilidad de fugas entre sus representantes, el PSOE de Castilla y León podría volver a intentarlo por segunda vez y quizás conseguirlo. Y Mañueco lo sabe, por lo que podría adelantarse y disolver las Cortes antes de que los socialistas intenten arrebatarle de nuevo el Gobierno.
Pedro Sánchez echa cuentas para seguir al frente
En el equipo de Sánchez están ya en la segunda derivada de la cuestión: tanto en Andalucía como en Castilla y León los números no garantizan una mayoría absoluta para el PP, por el momento, por lo que unas elecciones podrían abocar a ambos barones a depender de VOX para poder gobernar. Y eso, apuntan desde el entorno del presidente, les permitiría entrar en campaña al grito de ¡Que viene la extrema derecha!
Sánchez está echando sus cuentas, con los presupuestos aprobados y el maná de los fondos europeos dispuesto a apurar plazos y sacar partido de cualquier circunstancia electoral, sea a favor o en contra, para conseguir su objetivo: cuatro años más en el Gobierno.