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Carmena, ese incómodo jarrón chino que molesta por igual a Iglesias y a Errejón

La ‘abuelita’ demostró que no estaba ahí para poner la cara y dejar que, primero, Pablo Iglesias, y luego Iñigo Errejón, mangoneasen por detrás.

Manuela Carmena en una imagen de archivo

Manuela Carmena en una imagen de archivo

Publicado por
Eloísa Sánchez Bolínaga

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Con la perspectiva que da el paso del tiempo, la exalcaldesa de Madrid ha ido ganando enteros a medida que se quedaba sola en el que un día fue su sector político. Y es que, visto lo visto, la “abuelita” demostró que no era un simple títere del líder del momento.

Manuela Carmena vivió, según señalan todas las crónicas, la soledad de su supuesto sector político en la presentación de su libro, ‘La joven política’. Al acto, en el que estuvo acompañada por la periodista Ana Pastor, tan sólo acudió una representación de sus “hijos” de Recupera Madrid: los ediles José Manuel Calvo, la fiel Marta Higueras, Felipe Llamas y Luis Cueto, “El Sobrinísimo”, como fue bautizado por el sector más afín a Podemos y a la extremísima izquierda en el Ayuntamiento de Madrid.

Era lógica la soledad de Carmena. La ‘abuelita’ demostró que no estaba ahí para poner la cara y dejar que, primero, Pablo Iglesias, y luego Iñigo Errejón, mangoneasen por detrás. Su especialidad, por otra parte, con distinto éxito: hoy día el partido morado es marginal en Madrid y Errejón mantiene el tipo moviendo el hilo de Rita Maestre. Todo, claro, dentro de unos resultados más humildes de lo esperado.

Carmena ha aprovechado su libro para largar amarras de una ‘nueva política’ que ya no tiene nada de tal, y que incluso ha tardado un tiempo récord en adquirir los mismos vicios que en otro momento criticara con fuerza. El problema de la ‘abuelita’ es que lo ha dicho por corto y por derecho. Y eso, claro, no ha gustado.

Carmena es equivalente a insulto en la extrema izquierda

Hace tiempo que el nombre de Carmena es equivalente a insulto en la extrema izquierda. Los muñidores de las ‘hermanas’ de Unidas Podemos lo usan para desacreditar -algo puede decir Juan Carlos Monedero- a Yolanda Díaz y a quienes se salen de la secta político-familiar montada por Iglesias. Aquél Iglesias que en jornada de reflexión -todavía se recuerda- no dudó en difundir, vía Twitter, el artículo de un medio afín a su partido en el que se cargaba contra Carmena y Cueto, al que, como ya hemos dicho, tomaron como objetivo de los ataques y que ejerció de escudo -más interno que externo- contra las pedradas lanzadas por manos ‘amigas’.

Lo del carmenismo en el Ayuntamiento de Madrid todavía está por contar, e incluso daría para una serie, que es lo que se lleva ahora. Los espumarajos de algunos con la famosa foto con Cristina Cifuentes fueron una anécdota en aquella casa de tócame, Roque, con Podemos a la gresca interna y con las facciones; los anticapitalistas buscando copar las concejalías de distrito; los ataques a la Policía Municipal por parte de cargos del equipo de Gobierno (Romy Arce, por ejemplo); el papel de comisario político de Carlos Sánchez Mato, hoy enchufado -cómo no- en el Ministerio de Igualdad; etc. Imaginen legislar en un entorno propio como ese, rodeada de “niñatos” -como los define cierta excompañera de Carmena en los tiempos duros de verdad.

Con Iglesias nunca pasó la corriente, y en el entorno del líder huido tras el 4-M siempre se escuchó una frase: “Carmena tiene mentalidad de juez y nunca dejará de tenerla”. Lo de Errejón, como corresponde a su proceder, fue más sibilino. Después de la ‘cena de las magdalenas’ y cuando Carmena demostró que no era un simple títere, le aplicó noche y niebla. Así se las gasta el supuesto ‘rostro amable’ de la izquierda ‘enragé’, que, al igual que su cuate Iglesias, se ha ido dejando pelos humanos por la gatera cuando se han salido de su guión.

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