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Sánchez mantiene la Constitución en la diana para sostener su pactos a futuro

El líder del PSOE no olvida sus peajes con los nacionalistas ni renuncia a una de sus grandes concesiones, con la Carta Magna en la diana y buscando la fórmula para reformarla.

Pedro Sánchez, entre Junqueras y Otegi

Publicado por
Yolanda Lorenzo

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Pedro se llenó la boca de Constitución en un polémico acto en Murcia en el que, entre abucheos y peticiones de dimisión, participó tras llegar allí en el Falcon pese a ser un acto del PSOE. Pero mantiene la hoja reformista por una poderosa razón: sabe que su alianza actual y su futuro, tras las Elecciones Generales, depende de sostener la posibilidad de la reforma constitucional.

Así lo reconocen a ESdiario fuentes cercanas a la dirección socialista, que recuerdan que, desde al menos 2015, Sánchez se ha comprometido a "modernizar" la Carta Magna con un plan al que no renuncia y que se caracteriza por querer atender lo uno y lo contrario a la vez: que fuera de Cataluña y el País Vasco suene a la misma Constitución de siempre pero, en ambas Comunidades, satisfaga sus aspiraciones de autogobierno.

El "federalismo asimétrico", que no convence a nadie, es la receta que mantiene en Moncloa, aunque sin grandes esperanzas para lograrlo: toda reforma constitucional requiere de un complejo procedimiento que, para los grandes asuntos, comporta el respaldo de 3/5 partes del Congreso; de la disolución de las Cámaras y la convocatoria de nuevas Elecciones; de la convalidación de nuevo en el Parlamento salido de las urnas y, por último, de un referéndum nacional.

"La Constitución, a efectos de organización territorial o de modelo institucional con la Corona al frente, es en la práctica casi imposible de modificar", reconocen las mismas fuentes a este periódico. "Pero se pueden ir implantando pequeñas reformas que satisfagan distintas expectativas", añaden sin precisar cómo.

Sánchez busca que ERC y Bildu necesiten tanto al PSOE como el PSOE y su Gobierno necesitan a los independentistas

En ese sentido, cobra la fuerza el impulso a un nuevo Estatut en Cataluña que intente incluir los puntos declarados ilegales por el Tribunal Constitucional y que, además, se someta a un referéndum exclusivo en Cataluña, de manera que así atendiera de alguna forma las dos grandes exigencias del secesionismo: votar sobre su "autonomía" y elevar ésta casi a nivel de Estado.

El gran problema para Sánchez es que al nacionalismo ya no le sirve con eso. Lo tienen superado y ERC apuesta por otra hija de ruta resumida en mano de hierro en guante de seda, sin prisas pero sin pausas: nada que no sea un referéndum por la independencia, aunque tarde en celebrarse, le parecerá suficiente.

"No especulamos con nuestra meta, aunque nos adaptamos a la realidad política del momento", explican gráficamente desde el entorno nacionalista, convencidos de que antes o después llegarán a a su sueño.

Puente aéreo Madrid-Barcelona

Mientras, el tira y afloja obedece a la interdependencia entre el PSOE y ERC, cada vez más cercanas en Madrid y en Barcelona, donde se necesitan como el agua para estabilizar sus Gobiernos: "Se habla mucho de que Sánchez depende de Junqueras, y es cierto. Pero no de que ERC también depende del PSOE en la Generalitat, cada vez más", recalcan fuentes socialistas.

En ese camino sin retorno pero también sin objetivo alcanzable, algo queda claro: Sánchez está dispuesto a llegar a casi todo, pero consciente de que hay líneas rojas insalvables incluso para él, acostumbrado a saltárselas casi todas.

Quizá porque confía en que los intereses de todos sus aliados primen incluso sobre sus objetivos: si ERC necesita al PSC, Bildu puede acabar requiriendo del PSE para "derrocar" al PNV en el País Vasco. Y tal vez sea ése el sueño inconfesable de Moncloa para no romper ninguna cuerda.