La ira de los presidentes regionales se dispara contra Sánchez y su desaparición
Media España autonómica, incluyendo a dirigentes del PSOE y nacionalistas, se desespera con el Gobierno y su presidente por su pasividad intencionada con la pandemia.
Mandatarios autonómicos de todos los colores coinciden en algo: Pedro Sánchez improvisó una Conferencia de Presidentes para parir un ratón. “Para este viaje no hacían falta alforjas”, señalaba un consejero autonómico de Sanidad, muy enfadado.
Resumía una opinión bien extendida entre responsables políticos y ciudadanos. Del entorno de Íñigo Urkullu, Isabel Díaz Ayuso, Alberto Núñez Feijoó, Pere Aragonés, Miguel Ángel Revilla, Emiliano García Page, Juanma Moreno o Alfonso Fernández Mañueco… lo que sale a estas horas son lamentos e ironías.
Nadie sabe muy bien, con ómicron tan desatado como el precio de la luz, con los test de antígenos agotados en las farmacias (lo que muestra la preocupación de la gente) y justo cuando millones de españoles salen de su habitual burbuja para desplazarse y visitar hogares no frecuentados en meses, para qué citó el presidente a sus homólogos autonómicos.
Tampoco qué buscaba anunciando a bombo y platillo en Barcelona -Falcon mediante- la cita del miércoles en el Senado. La verdad, es complicado entender que Sánchez creyese que su bálsamo de fierabrás contra la sexta ola del virus fuese una reunión en la Cámara Alta para no decidir nada.
Que Sánchez sigue gestionando la amenaza del virus como si fuese un mirón no es ninguna novedad. Hace más de un año pasó, sin recato alguno, de la ineficacia en la gestión a desaparecer. Se desentendió de cualquier labor de coordinación en la pandemia. Descargó su responsabilidad sobre las espaldas de los presidentes autonómicos.
Una vez más, el plan de Sánchez para afrontar una nueva ola es, simplemente, una chapuza. Otra falta de diligencia del presidente del Gobierno, que todo lo fía a la vuelta de las mascarillas en el exterior
El timo de la cogobernanza que, por cierto, declaró inconstitucional el Tribunal Constitucional. Sus únicas intervenciones fueron para etiquetar con adhesivos la primera remesa de vacunas, presumir del éxito de las campañas de vacunación (cuando han sido las Autonomías y el personal sanitario los eficaces responsables de inyectar el antídoto a millones de personas) y dar temerariamente por “derrotado” el Covid cuando beneficiaba a sus intereses políticos. Publicidad.
Una vez más, el plan de Sánchez para afrontar una nueva ola es, simplemente, una chapuza. La falta de diligencia del presidente del Gobierno, que todo lo fía a la vuelta de las mascarillas en el exterior y a un incremento de la vacunación, no es más que otro maquillaje para la galería. Salvar la cara. Un posado más, “marca de la casa”.
Marear la perdiz para que parezca que está en primera línea. La lucha contra la montaña rusa del virus y su inquietante nueva variante reclamaba la concertación de las instituciones. Y que Sánchez tuviese suficiente liderazgo y altura de miras para consensuar, previo debate y confrontación de experiencias, las distintas opciones que aportaron los líderes regionales. Nada de eso.
Las medidas improvisadas por el presidente en la rueda de prensa posterior han sido la vuelta a las mascarillas en el exterior y seguir con la vacunación. Un brindis al sol. Es decir, otro maquillaje de cara a la galería. Más marketing de la factoría monclovita. Permítaseme decirlo así, pese a estar tratando asunto tan grave.
El antagonismo de Ayuso
Recetas de éxito, como las que ha venido aplicando Ayuso en Madrid -que se han demostrado tan eficaces-, peticiones sensatas sobre el ocio nocturno y los aforos como las que le llevó el lendakari Urkullu, o la necesaria ley de pandemias que hace tiempo reclaman, entre otros, Feijoó, Moreno o Mañueco, no tuvieron cabida en la cumbre.
El presidente de Gobierno no tenía el menor interés en coger este toro por los cuernos. Sus asesores han percibido el hartazgo de los españoles y la factura electoral que puede pasarle tomar decisiones restrictivas. Palabra revelada.
A él, en este momento, con dar la imagen de que está implicado en primera persona le basta y le sobra. De hecho, la mascarilla en exteriores cuando no hay nadie alrededor es otro absurdo de aquellos a quienes lo único que importa es hacer ver que hacen algo. Molestar para nada. ¿La usará Sánchez cuando pasee por los jardines de La Moncloa?