El "fantasma" de Gabilondo se pasea por La Moncloa y provoca temblores a Sánchez
El revolcón del 13-F puede ser similar al que el socialismo recibió contra Isabel Díaz Ayuso el pasado 4 de mayo. Y muchos recuerdan que en Madrid rodaron cabezas en la izquierda.
“La política se juega con luces largas”. Así sale del núcleo duro de Pedro Sánchez. Es su forma de afirmar que luchan por ir más allá de la enésima polémica. No es raro, porque sufren un goteo de malas noticias. En poco más de diez días de 2022, la sombra es ya muy alargada. La familia socialista vive un ¡ay! continuo. La mala racha volvió a levantar vuelo en plena precampaña electoral en Castilla y León. Nada menos que la declaración de guerra de Alberto Garzón contra las explotaciones ganaderas.
El chute que había previsto el presidente para arrancar el curso, anunciando que iba a controlar el precio de los antígenos, quedó diluido. Con ello pretendían los guionistas presidenciales marcar la agenda. Por un momento llegaron incluso a pensar que podría servir para tapar el roto ocasionado por el titular de Consumo. En realidad, sólo consiguieron coger algo de aire durante unas horas.
Al fin y al cabo, si algo se puede achacar a Sánchez es una exquisita frialdad para, sin inmutarse, prescindir de quien haga falta si eso es lo que más le conviene.
Pero este martes, la imagen del Consejo de Ministros fue demoledora: allí estaba Garzón, atornillado al sillón. Y ello aunque para contrarrestar la imagen hayan hecho al ministro de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Luis Planas, tarde, sin duda, pasearse por radios y televisiones desacreditando a su compañero de gabinete. El ataque al sector cárnico difícilmente acabará de encarrilarse. De hecho, promete colear durante toda la contienda hasta que se abran las urnas el 13 de febrero.
Además, el borrón de Garzón tensiona la coalición e inquieta dentro del cuartel general del PSOE. Motivos no les faltan. Las proyecciones demoscópicas en manos de La Moncloa son terribles. El derrumbe socialista parece servido.
Sánchez se la juega en Castilla y León con el fantasma del 4-M planeando sobre su candidato, Luis Tudanca.
De hecho, y en contra de su forma de proceder habitual, desde el complejo presidencial han evitado cualquier filtración interesada sobre posibles resultados. El pretendido desembarco de Sánchez en la región se ha quedado en el baúl de los deseos. Ahora, sin disimulo, intentan aislar a Sánchez de cualquier responsabilidad en el fracaso.
Más, si cabe, ante la inevitable lectura nacional que se va hacer en su carrera con Pablo Casado. Por cierto, nunca había sido necesario repensar tanto como en esta ocasión la agenda de actos del presidente del Gobierno.
El candidato Luis Tudanca lo tiene muy cuesta arriba en su enfrentamiento con Alfonso Fernández Mañueco. Con todo, parece que esto ya lo tiene bien asumido. “A Tudanca se le empieza a poner cara de Gabilondo”, avisa algún que otro cuadro del PP desde Génova.
El revolcón del 13-F puede ser similar al que el socialismo recibió contra Isabel Díaz Ayuso el pasado 4 de mayo. En Madrid rodaron cabezas. Al fin y al cabo, si algo se puede achacar a Sánchez es una exquisita frialdad para, sin inmutarse, prescindir de quien haga falta si eso es lo que más le conviene.