La últimas maniobras ocultas de Iván Redondo activan la alerta roja en el PSOE
En Ferraz y en Moncloa, que desde la crisis del pasado mes de julio han vuelto a ser lo mismo, andaban escamados con el antiguo gurú de Sánchez.
Iván Redondo sigue presente en las mentes del sanchismo. El ‘outing’ -que todo el PSOE le atribuye- de los máximos asesores de Pedro Sánchez -el directivo de Prisa Miguel Barroso y el productor José Miguel Contreras- ha servido para situar a los contendientes de forma clara.
En esa trifulca, Ferraz y Moncloa, unificadas ya, con “adhesión inquebrantable” -como se decía en el franquismo- a Pedro Sánchez, siguen los pasos del antiguo gurú, cuyas andanzas son debidamente analizadas. Por ahora, y salvo emboscadas como la de los Migueles, son varios los que creen que Redondo no tiene munición suficiente para enfrentarse a todo el aparato. Y más cuando, insisten, con levantar un teléfono pueden cuadrar a quien haga falta. ¿Godó, primer aviso?
El socialismo sanchista, sin embargo, sí barrunta que la maniobra de Redondo pasa por cortejar a Yolanda Díaz. Es, en ese sentido, la única solución en su campo, tras el veto del PSOE y del PP -Génova no perdona- y la imposibilidad absoluta de pescar en el caladero de Vox. La lideresa de la plus ultra izquierda es la única posibilidad que le queda, aseguran las chicharras socialistas. Y no parece que vayan desencaminados.
De hecho, el entorno socialista lleva tiempo detectando elogios a lo Redondo dirigidos claramente hacia Yolanda Díaz. También una de las maniobras típicas del donostiarra: la de bautizar con un concepto a su medida. Una táctica dejá vu, que recuerda a muchos a aquello de José Antonio Monago como “barón rojo” del PP.
Sólo que en esta ocasión, Díaz ha pasado a ser “laborista”. Un concepto que, según quienes conocen a Redondo, es un producto típico del antiguo jefe de gabinete de Sánchez. “Tú escuchas laborismo y te vas a Inglaterra, con esa imagen de socialismo light, tan ‘british’. Es muy probable que esté intentando jugar con esa asociación mental”, aseguran fuentes del sector de la consultoría política.
Lo cierto es que Redondo lleva tiempo aplicando la etiqueta de “laborista” a Díaz, que algunos socialistas patrios temen más que a Pablo Casado. A nadie en el cuartel general del PSOE se le escapa que no se trata de un movimiento inocente, que entronca también con la imagen que se ha labrado la vicepresidenta segunda y que contrasta con aquellos momentos, no tan lejanos, de alardes de militancia comunista y homenajes a Hugo Chávez.
“Redondo está cortejando a Díaz”, aseguran desde el PSOE. Y todo pinta que así es. La cuestión es saber hasta qué punto aquella puede convertirse en su clienta.