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Sánchez da "paguitas" al alquiler mientras fríe a impuestos a los propietarios

Los pagos a las administraciones por tener una casa en propiedad superar a muchos de los países de nuestro entorno, pese a que la renta de los españoles es mucho menor.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Publicado por
Andrea Jiménez

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El Gobierno ha anunciado a bombo y platillo sus ayudas al alquiler. Un bono mensual de 250 euros que irán a parar a aquellos inquilinos cuyos ingresos anuales no superen tres veces el Iprem (lo que equivale a 24.318 euros) y que, además, no podrán ir a personas cuyo alquiler supere los 600 euros, lo que en la práctica deja fuera a la mayor parte de las ciudades con problemas en el mercado por sus elevados precios.

Pero además, estas ayudas, no solo son bajas y limitadas, sino que si se tiene en cuenta la gran cantidad de impuestos que pagan los españoles por las viviendas resultan cuanto menos insuficientes, en un país en el que la presión fiscal sigue siendo muy elevada, los okupas siguen suponiendo un problema para los propietarios y la deuda de las administraciones públicas está por las nubes, tanto que ya está en el 121.5% del PIB tras conocerse que ha subido en otros 4.500 millones.

De hecho, los españoles pagan más impuestos por sus propiedades que en muchos de los países más prósperos del mundo como los situados en Centroeuropa y en la península escandinava, donde sus habitantes sufren una presión fiscal por tener casa sensiblemente inferior a la de un propietario en España.

En concreto, sumando todos los impuestos y tasas que pesan sobre un inmueble los españoles aportan el doble que un noruego, un alemán o un sueco y hasta un 50% por encima de lo que lo hacen un finlandés, un suizo, un holandés o un danés.

Pero además, a todo esto hay que añadir que el PIB per cápita en estos países, es decir, el valor total de todos los bienes y servicios finales generados durante un año por la economía de una nación o estado y el número de sus habitantes en ese año, es notablemente superior al de España, que se cerró en 2020 en 23.693 euros según el INE.

La brutal presión fiscal de un español deriva de la abrumadora cantidad de pagos impuestos a la propiedad desde el Estado, las Autonomías y los Ayuntamientos. De manera que, cada español está obligado a dedicar en torno al 2.4% de sus ingresos totales a atender las obligaciones derivadas de poseer una casa. Cuatro veces más que un austriaco, pese a que estos tienen una renta per cápita que duplica a la española (42.540 euros en 2020).

Y es que, además, del IBI, o el llamado impuesto a las casas vacías; hay que añadirle la tasa de agua, la de basuras, el de transmisiones en la compra de segunda mano, la plusvalía en la venta y el IVA en las viviendas nuevas o hasta los precios públicos por vado y carruajes para saber a ciencia cierta qué se paga y alcanzar la sorprendente conclusión de que España tiene una renta mediana en comparación con los países prósperos pero los españoles asumen una carga fiscal mayor que casi todos ellos por la combinación de cobros desde los tres ámbitos de la Administración.

El Gobierno subirá aún más los impuestos a los propietarios de las casas vacías, en concreto el IBI tendrá un recargo del 150%

Sin embargo, el Gobierno ignora todas estas cifras y se ha centrado en los alquileres, creando un bono muy restringido y una ley de vivienda, que aún no se sabe cuándo verá la luz, que no tiene en cuenta la dificultad ninguno de estos parámetros, que son los que de verdad suponen un problema para la mayor parte de los españoles.

Y es que, su normativa, cargada de ideología y con marcados tintes chavistas han terminado por centrarse en lo que ellos consideran 'grandes tenedores', a los que además, se les amenazada con una subida brutal de los impuestos.

En concreto la nueva norma que el Gobierno pretende sacar adelante ya ha marcado esa "contribución tributaria especial", un recargo del IBI del 150% para los dueños de viviendas vacías, obligándoles de esta manera a sacarlas al mercado inmobiliario, aumentando así, una presión fiscal que termina por achicharrar a los propietarios.