Sánchez cae en su propio laberinto: Frankenstein o Bruselas a cara o cruz
El decreto de la reforma laboral, diseñado para que el Gobierno presumiera de mayorías y "progresismo" ha terminado convertido en la mejor imagen de la extrema debilidad del presidente.
Esquerra: no; PNV: no; Bildu: no; BNG: no; Junts: no... La cuenta atrás para el pleno más decisivo para Pedro Sánchez -tal vez el más importante desde su triunfo en la moción de censura contra Mariano Rajoy-, está activa y en el PSOE siguen haciendo cuentas sobre la convalidación del Real Decreto de la flamante nueva reforma laboral de Yolanda Díaz, la acordada tras unas negociaciones agónicas entre Trabajo y los agentes sociales, CEOE incluida.
Eso sí, los socialistas afirman en esta recta final que tienen un plan B, el llamado Plan Bolaños. Pura geometría variable. En las últimas horas Moncloa se habría garantizado 160 síes: PSOE (120); Unidas Podemos (34); Más País (2); Compromís (1); Partido Regionalista de Cantabria (1); Nueva Canarias (1) y Teruel Existe (1).
Y en cola estan Ciudadanos (9 votos más el de su exdiputado Pablo Cambronero en el Grupo Mixto); Coalición Canaria (1); UPN (2) y PDeCAT (4). El Plan Bolaños salvaría así el trance de este jueves con 177 votos a favor. Aprobado raspado.
Pero, al margen de estas cuentas de la lechera, a 24 horas del Pleno en el Congreso de los Diputados, Sánchez y su Gobierno al completo encaran la distancia hasta el Hemiciclo con un nudo en la garganta.
Porque el inquilino de La Moncloa está atrapado en su propio laberinto ante un dilema de incalculables proporciones: ser rescatado por Inés Arrimadas in extremis y provocar la voladura de los pactos Frankenstein; o hundir su propia credibilidad y su imagen ante la Unión Europea cediendo a presiones y reabriendo el decreto.
Por que, en esta ocasión, a un día de la votación definitiva, al PSOE y Podemos siguen sin salirle las cuentas con sus propios aliados y compañeros de viaje desde la moción de censura. Y el desenlace se juega a cara o cruz si Esquerra, Bildu y PNV mantienen su palabra y votan no si antes Sánchez no se vuelve a desdecir acepta los trágalas que le exigen los independentistas y el socio preferente que preside Andoni Ortuzar.
La reforma laboral del Gobierno y el éxito de Yolanda Díaz es rehén de Bildu, Esquerra y PNV.
En estas últimas horas, el Gobierno ha desplegado una colosal campaña de presión a sus socios díscolos aprovechándose también de los sindicatos UGT y Comisiones Obreras. Y la propia Díaz lleva personalmente las negociaciones con Esquerra, para tratar de que el sector posibilista del partido de Oriol Junqueras logre convencer al ala más radical, -partidaria de tumbar la reforma-, para dar el enésimo balón de oxígeno a Sánchez. Rufián ha echado este miércoles en el Congreso agua fría a esa posibilidad.
Pero los interlocutores de la vicepresidenta, tanto en Barcelona como en Bilbao, insisten en advertir a Díaz de que a quien debe convencer es al propio presidente para que se avenga a admitir cambios en el texto pactado con los empresarios. Así lo ha reclamado el portavoz de ERC en la Comisión de Trabajo del Congreso, Jordi Salvador:
Y ahí radica precisamente el laberinto de Sánchez: si retoca el decreto, la patronal dará la espantada y pondrá en alerta en Bruselas. Y si saca adelante el texto vigente finalmente gracias al auxilio de Ciudadanos, la lealtad del club Frankenstein a lo que resta de la legislatura estará seriamente comprometido. Así lo ha advertido este miércoles el diputado de Bildu, Oskar Matute.
Por el momento, las espadas están en todo lo alto. En estas últimas horas agónicas para Sánchez, en el Congreso se ha vivido un catálogo completo de pim pam pum desde las filas de PSOE y Podemos hacia las de Esquerra. Con el presidente jugando a dos barajas... desde Abu Dhabi.