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La resaca en Moncloa: Vox se convierte en la coartada perfecta de Sánchez

Entiende el presidente, según cuentan en su entorno, que una imagen vale más que mil palabras y que la imagen de los de Abascal irrumpiendo en un gobierno autonómico vale su peso en oro.

Pedro Sánchez y Adriana Lastra

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Sabían en el Palacio de la Moncloa y en la sede del PSOE que el candidato Luis Tudanca no tenía opciones de gobernar, dijera lo que dijese el CIS, puesto que en el entorno de Pedro Sánchez, en esta ocasión, sacaba sus propias conclusiones al margen de los augurios de José Félix Tezanos.

Pero lo que no niegan fuentes del PSOE es que trabajaron pensando en un resultado que pudiese leerse, prácticamente, como un empate técnico entre PP y PSOE. De hecho, el propio Pedro Sánchez, se dejó caer, casi por sorpresa, en alguna circunscripción, como Burgos, donde el PSOE consiguió ser primera fuerza política y obtuvo 5 de los 11 escaños en liza, seguido por el PP, que obtuvo otros 4.

Señalan el día después que la victoria del PP ( que no del bloque de la derecha) no es tan amplia sobre el PSOE y que, hablando de circunscripciones electorales, hay que tener en cuenta que el PSOE y el PP se repartieron la victoria a partes iguales (4 provincias para cada uno y la de Soria, para ninguno). Eso leído en clave nacional no es precisamente un descalabro del PSOE, insisten desde la dirección socialista.

Entiende el presidente Sánchez, según cuentan en su entorno, que una imagen vale más que mil palabras y que la imagen de Vox irrumpiendo en un gobierno autonómico vale su peso en oro: que moviliza al electorado de izquierdas, a los que jalearán convenientemente desde el PSOE, UP y sus socios de legislatura al grito de “¡Que viene la ultraderecha!”.

Quizás quien sí creyó que podría adelantar al presidente Alfonso Fernández Mañueco, fue el candidato socialista, Luis Tudanca. De ahí que su decepción fuese tan evidente la noche electoral.

Aseguran fuentes del PSOE que Tudanca quiso esa misma noche poner su cargo a disposición de su Ejecutiva y anunciarlo en su comparecencia pública, pero añaden que desde Ferraz tuvieron que frenarlo, porque Sánchez tiene todavía planes para el secretario general de Castilla y León y, además, no tiene a nadie calentando en el banquillo, para ocupar ese puesto.

Sánchez y Tudanca, en el cierre de la campaña del 13-F este pasado viernes.

Será Tudanca el encargado de poner freno a la estrategia lanzada por el PP y su anuncio de diálogo con todos los partidos en liza, para evitar acabar en un gobierno de coalición con Vox, e incluso dar por supuesto que, si los socialistas no quieren a Vox en el Gobierno, pueden abstenerse. Pedirle eso a Tudanca, que ganó las elecciones hace dos años y no pudo gobernar, por el acuerdo PP-Cs, parece que está abocado a un “no” rotundo, por más que cordial y educado.

Y por ahí iban los tiros hasta que el ex portavoz del PSOE y alcalde de Valladolid, Óscar Puente, se salió ayer del carril marcado y se mostró partidario de una abstención del PSOE que permitiese la investidura de Mañueco, para evitar la llegada de Vox a la Junta de Castilla y León.

Debieron de silbarle los oídos al alcalde vallisoletano, puesto que ayer, más de un dirigente socialista comentaba con voz queda que Puente estaba más pendiente de sus futuras elecciones municipales, que de la estrategia fijada.

Porque, siendo honestos, si hay alguien que aspira a rentabilizar la llegada de Vox al Gobierno castellano y leonés, ese es Pedro Sánchez. Entiende el presidente Sánchez, según cuentan en su entorno, que una imagen vale más que mil palabras y que la imagen de Vox irrumpiendo en un gobierno autonómico vale su peso en oro: que moviliza al electorado de izquierdas, a los que jalearán convenientemente desde el PSOE, UP y sus socios de legislatura al grito de “¡Que viene la ultraderecha!”.

La Ejecutiva Federal del PSOE, este lunes, analizando la derrota en Castilla y León.

Por el mismo precio, esa imagen de un PP necesitado del apoyo de VOX ayuda a Sánchez a movilizar y motivar a ciertos dirigentes de las instituciones europeas a echarle una mano, cuando se acerquen las elecciones.

Bien es sabido que en la UE aplican cordones sanitarios a la ultraderecha y no es difícil comprobar cómo el líder de Vox, Santiago Abascal, cuya formación forma parte del Grupo de conservadores y Reformistas (CRE) en el Parlamento Europeo, junto con los tories británicos, comulga y concelebra actos públicos, sin embargo, con el Frente Nacional, de Marine Le Pen, o con los presidentes de Hungría, Víctor Orban, o el de Polonia, Mateus Morawiecki , que son precisamente los destinatarios de esos cordones sanitarios y reproches públicos de las instituciones europeas.

Llegados a este punto, los socialistas van a jugar a evidenciar lo obvio: que el PP, si quiere gobernar con estabilidad, necesita contar con Vox, que ha heredado parte del electorado de Cs y ha arañado otra parte al PP.

Intentarán, además que lo que pretendía ser un camino de éxitos del PP hasta la llegada de las elecciones generales, se convierta en una tortura para sacar adelante gobiernos (en Andalucía o en las elecciones municipales y autonómicas) y, por encima de todo, desmentir la teoría del PP de que el cambio de ciclo es un hecho.

Para Sánchez y los suyos, tras Castilla y León, no sólo hay partido, sino que las opciones de seguir gobernando siguen más vigentes que antes de su derrota este domingo.

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