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La "economía de guerra" hace saltar por los aires todos los planes de Sánchez

La Moncloa había dibujado una hoja de ruta para el lucimiento del presidente. Pero la cruda realidad ha puesto todo lo previsto patas arriba. Por mucho que se escude en Putin, pintan bastos.

Sánchez, en Letonia en su viaje con la OTAN esta semana.

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Cuando este miércoles en el Congreso de los Diputados Pedro Sánchez culpó a Vladimir Putin de los precios fuera de control de las energías básicas en España-luz, gas y combustibles-, muchos en la oposición le acusaron de eludir su propia responsabilidad y de buscar en la guerra de Ucrania la excusa para tapar su discutida gestión económica.

Pero, sin reformas estructurales y fiándolo todo al paquete de rescate de Europa, muchos analistas han visto además una especie de aviso a navegantes de lo que se avecina para el bolsillo de los hogares españoles. Y en el corto plazo.

Jugando al despiste, la vicepresidenta económica Nadia Calviño advirtió este mismo jueves de que el incendio en Europa si bien no frustrará la recuperación, si la ralentizará. Menos dado a las florituras del lenguaje, el lendakari Íñigo Urkullu ha acuñado esta semana el término “economía de guerra” para alertar de lo que nos espera en los próximos meses.

Sea como sea, lo cierto es que el plan de Pedro Sánchez para convertir la segunda parte de la legislatura en una especie de paseo militar -valga la inoportuna metáfora- ha saltado literalmente por los aires.

Vox saca a calle a sus simpatizantes el día 19 de marzo contra el precio de la luz, el potente sector del transporte pretende parar España el lunes 14, los ganaderos han dado la voz de alarma porque sus reservas de grano ruso y ucraniano se acaba, la flota pesquera comienza a amarrar a puerto por el precio imposible del gasoil para salir a faenar. Y, lo que tiene un impacto psicológico mayor: comienza la venta con restricciones de algunos productos básicos, como el aceite de girasol.

Sánchez sigue abonado al postureo con Ucrania pero sigue sin coger el toro por los cuernos de la crisis brutal que se avecina.

El plan de Moncloa era otro, claro. Aprovechar la crisis del PP y la guerra añadida entre populares y Vox para dar otro acelerón a la agenda más ideológica de PSOE y Podemos, tirar de la chequera pública de los fondos europeos a conveniencia, e impulsar el hachazo fiscal que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y sus expertos llevan meses modelando.

Así hasta las elecciones municipales y autonómicas, la cumbre de la OTAN en verano en Madrid -radicalmente distinta a la que estaban diseñando los estrategas de La Moncloa- y la presidencia semestral de la Unión Europea a mayor gloria de Sánchez para marcar distancias con Yolanda Díaz.

Pero toda esta hoja de ruta ha caído también destrozada en mil pedazos víctima de los bombardeos rusos. Al presidente le esperan decisiones difíciles que van a enfadar mucho a todos los españoles, con sus votantes incluidos.

El ansia esquilmadora de Podemos va a tener que quedar enterrada. Como esos postureos buenistas y pacifistas. Sánchez se va tener que reinventar a marchas forzadas. De momento, esta misma semana ha estrenado la chaqueta caqui de “comandante en jefe”.

Podemos aprieta

Sin embargo, Podemos sigue apretando, ajenos sus dirigentes al inquietante panorama. Es más, este mismo viernes Ione Belarra ha urgido a desplegar un "nuevo escudo social y verde" para proteger a la población ante la nueva crisis económica provocada por la guerra de Ucrania.

Para ello, el socio morado demanda a Sánchez un plan de emergencia energético que incluya un "duro recorte" a los beneficios caídos del cielo de las compañías eléctricas, junto a una ayuda directa a las familias para pagar la factura de la luz y el gas, mediante un "cheque" de 300 euros en un único pago para 19 millones de familias.

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