El puzzle de Sánchez: de volantazos y traiciones
Pese a terminar un mal año para Sánchez, el 2022 no augura un inicio fácil, con diferentes frentes abiertos en los que intentar salir airoso.
Andan revueltas las aguas en el gobierno de coalición, después de que el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, haya dado un “volantazo” histórico en la posición española sobre el conflicto del Sáhara Occidental. Pero es que “llueve sobre mojado” advierten fuentes de la dirección de Unidas Podemos. Lo cierto es que, desde el inicio de la legislatura, siempre ha habido pelea, aunque, según aseguran fuentes socialistas, “la bronca entre socios se ha dado más en los medios de comunicación que en realidad en los Consejos de Ministros o entre ministerios”.
A esta apreciación hay que añadir el hecho de que, desde la salida de Pablo Iglesias de la vicepresidencia del Gobierno, lo que parecían batallas campales entre cogobernantes se convirtieron casi en discrepancias balsámicas. El caso es que, a golpe de bálsamo, ungüentos o vaselina, el ala socialista del Ejecutivo no ha dejado de imponer su criterio en los últimos meses, le guste o no a sus socios de Unidas Podemos.
Hay una larga lista de “disgustos”, concentrados en el último mes, como el anuncio de que no habrá reforma fiscal -una de las promesas electorales de la formación morada, que se reflejó asimismo en el pacto de gobierno que sellaron en su día Pedro Sánchez y Pablo Iglesias con su célebre abrazo- la decisión personal e inopinada de Sánchez de enviar armas a Ucrania, pese a haber anunciado lo contrario.
Aunque a la vicepresidenta, Yolanda Díaz, no le supuso un problema el cambio de posición, sus compañeras de Grupo Parlamentario y de gobierno, Ione Belarra e Irene Montero, no ocultaron su malestar. Ahora, si hay una causa que la izquierda haya hecho suya y sobre la que el PSOE ha ido surfeando durante décadas como buenamente ha podido, esa es la cuestión del Sáhara Occidental.
Pero a Pedro Sánchez no le ha temblado el pulso y, para enmendar la ofensa que supuso para Marruecos la entrada en España y hospitalización del líder del Frente Polisario y Presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Gali, ha firmado una carta en la que se pone del lado de Marruecos, como ya hicieran en su día Francia y recientemente la Alemania que preside el canciller socialdemócrata Olaf Scholz. Sánchez cierra así la crisis con Marruecos, un flanco estratégico, especialmente a punto de empezar el buen tiempo, cuando arrecian los intentos de los inmigrantes procedentes de África de alcanzar las costas del sur de Europa y, en concreto, las españolas.
Aseguran fuentes monclovitas que el cambio de posición del presidente español, que ha pillado por sorpresa a sus socios de gobierno e incluso a la oposición, que lo critica, tanto por la derecha como por la izquierda, era conocida por el canciller alemán y también por EE.UU y que fue, precisamente la subsecretaria de Estado norteamericana, emisaria de Joe Biden, quien sentó las bases para el “volantazo” de la posición española en su reciente visita a Madrid, a principios de marzo.
No es ningún secreto que al presidente Sánchez le ha aflorado el interés por la política internacional muy poco después de su llegada a la Moncloa y que no descarta recalar en alguna institución europea tras su paso por el Gobierno de España, pero, sus socios, amigos y rivales políticos son conscientes de que su interés por la política nacional y por seguir al frente del gobierno no ha cesado aún. Ese “desmarque” reiterado de sus socios de gobierno, empieza a desatar alarmas en más de una formación política a la que un adelanto electoral le supondría un gran problema, en este momento, empezando por sus socios y continuando por el principal partido de la oposición, el PP.
Pero no parece que vayan por ahí los tiros, Sánchez ha tomado esta decisión, tan controvertida como audaz, en medio de un contexto de guerra y de recomposición del mercado del gas, en el que España dice tener garantizado el suministro de Argelia (que ha llamado a consultas a su embajador, por lo que considera una “traición” de España) no solo para sí, sino para buena parte de los países europeos, que hasta ahora han dependido enormemente del gas ruso.
Sánchez aspira a convertir a España en hub
La semana próxima, por ir añadiendo piezas al puzzle que quiere componer Sánchez, se aprobará a toda prisa retomar la construcción del gasoducto Midcat, que une España y Francia, por Cataluña, atravesando los Pirineos, con fondos europeos. Sánchez se apunta a la real política y apuesta por convertir a España en hub de redistribución del gas por toda Europa, aprovechando la existencia de las 6 regasificadoras existentes en territorio español.
El presidente español apuesta a que, más allá de la pataleta inicial, el gas seguirá llegando a España, para nuestro consumo y para el resto de Europa. Y que Argelia lo seguirá comercializando, por ser un gran negocio al que el país norteafricano no puede renunciar. En caso de que no lo hiciese, siempre estaría EE.UU, que puede exportarlo por mar. Ese es el puzzle de Sánchez. Y si sus principios no gustan, tiene otros.