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El whatsapp de Abascal y la cita pendiente de Feijóo que aterran en La Moncloa

En manos del líder gallego está ahora fijar en la mente de los ciudadanos que su PP es garantía de servicio, de cambio fiable y dialogante. Y, desde luego, abierto a pactos; también con Vox.

Alberto Núñez Feijóo.

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Empieza otro ciclo para el Partido Popular. Es la hora de Alberto Núñez Feijóo. Naturalmente, el líder gallego va a tener que hacer ajustes en su partido. Y hacerlos con la mirada puesta en los mojones electorales que se avecinan: andaluzas, primero, y municipales, autonómicas y generales, después.

Eso es lo que toca, a no ser que Pedro Sánchez cambie el paso. El centro-derecha debe ser visto por los españoles como una garantía de certezas en momentos de crisis. Ciertamente, todo cambia de forma trepidante. Y la política, cada día más, es como una serie cuyos capítulos acaban justamente en la forma que nadie esperaba.


En manos de Feijóo está ahora fijar en la mente de los ciudadanos que “su” PP es garantía de servicio, de cambio fiable, moderado, dialogante. Y, desde luego, abierto a pactos; también con Vox, como el alcanzado en Castilla y León. Sánchez y los suyos se rasgan las vestiduras buscando la polarización y acogotar a los populares.

Pablo Casado y Teodoro García Egea erraron de lleno al interiorizar los mantras de la izquierda. El electorado de centro-derecha ha normalizado que ambos partidos deben construir de la mano una alternativa al sanchismo.



Sánchez ya tiene en Feijóo un interlocutor... y una alternativa viable y creíble a su desgobierno.


El tiempo de las hostilidades entre PP y Vox ha tocado a su fin. Están condenados a entenderse. De hecho, ya existen movimientos de terceros entre bambalinas para propiciar un cara a cara entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal.

El electorado de centro-derecha ha normalizado que PP y Vox deben construir de la mano una alternativa al sanchismo.

El acercamiento sería sin duda un ejercicio de pragmatismo, pero que requiere de lealtad por ambas partes. El mismo Abascal dio pruebas de su interés en arrancar una etapa distinta en las relaciones cuando rompió su incomunicación con Casado y no tuvo inconveniente en enviarle un whatsapp de sincera despedida. Y el líder cesante le contestó. El guiño quedó así lanzado a la cúpula popular que salga del Congreso extraordinario de Sevilla.


Un entendimiento de todo el centro-derecha, cada cual desde su espacio, con sus semejanzas y sus numerosas diferencias, es promesa de un desalojo de Sánchez y sus aliados del poder.

Tanto es así, que Gobierno y PSOE han acusado el golpe de la llegada de Feijóo respondiendo con ataques desmesurados en su contra.

En el calendario aparece un debate sobre el estado de la nación antes del verano y La Moncloa va hacer lo imposible (ya se ha conjurado con Meritxell Batet) para evitar que Alberto Núñez Feijóo pueda, como presidente del Grupo Parlamentario Popular, mostrarse en el Congreso frente al presidente como el líder sólido que es.