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La unidad del nuevo PP de Feijóo obliga a Sánchez a un “baile común”

El recién elegido presidente de los populares está destinado a unificar al centro-derecha y arrincona como nunca a Sánchez, que tendrá que moderar su discurso para llegar a acuerdos

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo

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Con Alberto Núñez Feijóo ya ungido presidente del PP y los populares ilusionados con su futuro inmediato, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le han cambiado las cartas en mitad de la partida y él, que para unos está hecho un tahúr mientras que para otros es todo un trilero, busca ya la forma de adaptarse a los cambios de rival, acompasando su discurso al que va a encontrar enfrente. Para empezar, este jueves, apenas 5 días después del Congreso del PP, Sánchez va a recibir a Feijóo en el Palacio de la Moncloa, cuando a su antecesor en el cargo, Pablo Casado, apenas si lo llamaba por teléfono así se cayese el mundo.

A Alberto Núñez Feijóo, el del “bilingüismo amable” y el que manifiesta tanto rechazo a Vox como el propio Sánchez, hay que medirlo con otros parámetros y tratarlo de modo muy distinto al dispensado a Casado. Eso lo sabe Sánchez y en eso está.

La cita del jueves, no será con violines y de fondo, pero sí promete ofrecer al respetable un duelo de talantes desconocido a estas alturas de legislatura, cuando apenas falta un año para la celebración de las autonómicas y municipales y unos meses para las andaluzas, donde el PP local, el que lidera Juan Manuel Moreno, uno de los principales apoyos de Feijóo, sigue vendiendo “moderación” en su gestión de Gobierno y al que no ayudaría en absoluto una “línea dura” en los primeros compases del baile arrimado que no tienen más remedio que marcarse tanto Feijóo como Sánchez en estos momentos.

Conscientes ambos dirigentes de que cada vez que se ha preguntado en sondeos y encuestas por la posibilidad de acuerdos PP-PSOE, más del 80% de los ciudadanos se mostraban partidarios, incluso de un gobierno de coalición, no será ninguno de los dos quien salga tarifando de la reunión del jueves. Será un primer contacto en el que Feijóo lleva un reproche en la punta de la lengua, gracias al compromiso adquirido por Pedro Sánchez en la Cumbre de presidentes autonómicos de La Palma, y finalmente no cumplido, o no como lo entendieron la mayoría de los asistentes.

"Juan Manuel Moreno, uno de los principales apoyos de Feijóo, sigue vendiendo “moderación” en su gestión de Gobierno y no le ayudaría en absoluto una “línea dura” en los primeros compases del baile arrimado que no tienen más remedio que marcarse tanto Feijóo como Sánchez en estos momentos"

En su defensa, Sánchez le explicará que esas rebajas de impuestos, algunas de las cuáles sí se aplicaron en su día y se mantienen en el Real Decreto aprobado por el Gobierno, no garantizan la bajada del precio ni del combustible ni de la energía y que pueden ser absorbidas por el mercado (tesis principal de su vicepresidenta primera, Nadia Calviño) y que, dada la gravedad de la situación, con la guerra como telón de fondo, la inflación rozando los dos dígitos y la incertidumbre sobre el tiempo que puede prolongarse, hay que tener “altitud de miras” y hacer políticas de Estado.

Vamos, que Sánchez aspira a que le apoye la convalidación del Real Decreto aprobado en el Consejo de Ministros. Creen en el Gobierno que el PP y su líder Feijóo saben que tienen que tener mucho cuidado en su respuesta, que no tienen mucho margen para negarse a un “sí crítico” o, al menos, una abstención que no ponga en riesgo el contenido de las medidas adoptadas, aunque no sean las esperadas por los populares.

En el capítulo del buen rollo que están obligados a escenificar el próximo jueves, ambos coinciden en que, si bien pueden acometer algunas reformas pendientes, como la renovación del CGPJ, hay otras que no conviene a ninguno de los dos abordar, como la financiación autonómica. Así, si el PP le pone por delante su voluntad de desbloquear la renovación del CGPJ tal como pretende el entorno de Feijóo, a la vez que se firma una reforma de la Ley que entraría en vigor en la siguiente renovación, el PSOE tendrá muy difícil oponerse.

Pero tanto PP como PSOE se cuidarán de mover ficha en el espinoso asunto de la financiación autonómica, porque ni a Feijóo le interesa hoy defender como líder de todo el PP lo que defendió como presidente de Galicia, con los representantes de la España vaciada, frente a las aspiraciones de Isabel Díaz Ayuso, ni Sánchez puede permitirse abordar una negociación a un año de las elecciones autonómicas, en la que favorecer a Ximo Puig significa pisar el callo de Emiliano García Page.

Lo del jueves es una visita de cortesía, un reconocimiento mutuo y una conjunción de intereses que, de florecer en una colaboración más estrecha en defensa del interés general, se acercaría mucho a lo que la mayoría de los españoles quieren, o dicen querer, cada vez que se les pregunta. Pero dos no se pelean si uno no quiere, como tampoco acuerdan si uno bloquea. De momento, están obligados a bailar arrimados y tratar de no aparecer como el primero que pierde el ritmo.

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