Iglesias hunde la estrategia de Díaz y anima a los sindicatos a movilizarse

Pablo Iglesias ha roto por completo los planes del Gobierno y ha destapado la grave situación que vive la izquierda. Después de que varias ministras de Sánchez acusasen a los manifestantes del sector de los transportes de “ultraderechistas” y de haber ninguneado a las organizaciones convocantes de los paros, ahora el plan de Moncloa se desmorona, en parte, por culpa del que fuera líder de Unidas Podemos.

Y es que el exvicepresidente del Gobierno ha asegurado en el programa “Hora 25” de la Cadena SER, que estamos delante de una guerra cultural, tal y como han señalado en numerosas ocasiones los propio dirigentes de Vox, y asegura que esa batalla la está perdiendo la izquierda, ya que ha olvidado a la clase trabajadora.

De hecho, Iglesias ha asegurado que los sindicatos, los mismos que recibirán 17 millones de euros en subvenciones, el doble que en la legislatura pasada gracias a la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, han perdido las calles. “En este contexto no tiene sentido apelar al acuerdo y a los agentes sociales porque no hay ningún incentivo en que la patronal se ponga de acuerdo con nada. Y los sindicatos tienen que dejar de decir que la gente no quiere conflicto y asumir que solo se logran victorias sociales con movilización y no regalándole a la derecha la calle”, ha espetado Iglesias.

También ha tenido palabras para el nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, dejando al final un pronóstico alarmista: “O la izquierda asume la cultura del conflicto, la ideología de izquierdas, en lugar de blanquear a Feijóo y decir lo mismo que se dijo de casado después de la moción de censura de Abascal, cuando después solo pactará con la ultraderecha. O la izquierda deja de tener miedo a todos, o en un año y medio habrá un Gobierno de coalición con la ultraderecha y a lo mejor los tres que estamos aquí (Carmen Calvo, Jose Manuel García-Margallo e Iglesias), nos tenemos que ir al exilio”, ha pronosticado el exlíder de Podemos.

Un discurso que no ha sentado bien a sus seguidores de izquierdas y que ha servido a los usuarios de Twitter de la derecha como aliciente para continuar “luchando” por los derechos de los trabajadores que, según muchos, han dejado de estar en manos de los sindicatos.