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El portazo a Feijóo deja a los españoles sin 3.500 millones para ahorrar

El líder del PP tiende la mano para negociar la renovación del CGPJ. Pero, a cambio, se lleva el "no es no" en el plan anticrisis y en la negociación de una posición común sobre el Sáhara.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, este jueves en La Moncloa.

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La primera cumbre fallida entre Pedro Sánchez y el nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha ratificado esa convicción generalizada de que el líder del PSOE lleva tiempo empeñado en conducir España como esos conductores que se confunden de carril y piensan que los kamikazes son los demás.

Sánchez ha firmado un nuevo monólogo, un renovado ejercicio del no es no y una muestra de un frontón partidista y sectario que ha devuelto una tras otra todas las pelotas -en forma de propuestas viables y fácilmente asumibles- que le ha ido lanzando Feijóo.

La propuesta de Feijóo para bajar el IRPF y dotar a las familias de recursos extra ante la inflación desbocada y los precios de la energía ha caído en saco roto. El PP seguirá su plan en sus comunidades.

Ni bajada de impuestos, ni debatir y consensuar el plan anticrisis frente a la guerra de Ucrania, ni negociar el vuelco unilateral a la postura histórica de España respecto al Sáhara. Ni una de las demandas del presidente popular ha sido aceptada. Así que Feijóo ha querido hablar después claro a los españoles: "No tengo buenas noticias para las familias".

3.500 millones privados a las familias

Es más, el golpe a los bolsillos de los ciudadanos será notable por el portazo de Sánchez. Feijóo ha desvelado que el rechazo a la rebaja fiscal que le ha planteado al presidente, que incluiría la deflactación del IRPF de manera "retroactiva" desde enero, va a privar a los españoles de una inyección de liquidez que sería de entre 3.500 y 3.800 millones de euros para las familias.

En esta primera aproximación entre los dos líderes condenados a entenderse ante la gravedad de la situación política, social y económica, ha quedado demostrado en Moncloa es que el "problema" no era Pablo Casado. El problema sigue siendo un Pedro Sánchez que sigue ejerciendo el poder de forma cuasiautocrática y sin aceptar su precariedad parlamentaria.

Sánchez ha vuelto a exigir adhesiones inquebrantables. Y a imponer una agenda partidista y oportunista con trampantojos -como la renovación del CGPJ que no está entre las actuales preocupaciones de los españoles, agobiados por la crisis-, la violencia de género o la reforma de la Constitución para eliminar de ella el término "minusválido".




En el PP siguen horas después sin salir de su asombro por el descortés recibimiento de Sánchez a Feijóo en su estreno institucional. Negando un borrador de orden del día para la cumbre -en un momento con al menos cuatro temas candentes (inflación, Ucrania, Sáhara e impuestos)- y filtrándolo después a El País para que el presidente popular se lo desayunase antes de acudir a La Moncloa.

Un documento, que siguiendo la estela de la intervención de Adriana Lastra 24 horas antes de la reunión, estaba repleto de ataques, descalificaciones al PP y, ad hominem, contra el propio presidente gallego.

"Ministro de la oposición"

Es verdad que Sánchez engaña a pocos a estas alturas, como sus propios socios de Podemos, Esquerra y PNV, se afanan en denunciar día a día. Y que el presidente gallego acudía a la cita advertido y prevenido.

Lo que no hace más bochornosa la emboscada diseñada por los ideólogos moscovitas para convertir a Feijóo, como adelantó este martes el director de ESdiario, Antonio Martín Beaumont, en el 23 ministro, el ministro de la oposición.



Tras esta primera cumbre las perspectivas de consenso entre Gobierno y PP son escasas. Y como ha adelantado el propio Feijóo, ni transportistas, ni agricultores, ni ganaderos, ni autónomos asfixiados por los precios desbocados van a ser rescatados por el Gobierno con la liquidez que les proporcionaría la bajada de impuestos que el nuevo inquilino de Génova 13 ha propuesto a Sánchez.

Ahora Feijóo y sus colaboradores deberán decidir que hacer en el Congreso con un decretazo anticrisis que el presidente se niega a cambiar ni en una sola coma.

Feijóo ha hecho este jueves, como Pablo Casado hizo antes, lo que estaba en su mano. Un ejercicio de responsabilidad y de leal oposición. Llevarle al presidente las recetas de éxito que están aplicando las comunidades gobernadas por el PP, como la Comunidad de Madrid, Andalucía o Galicia. A la cabeza del ranking de creación de empleo y de riqueza y con un razonable presión fiscal.

Pero si algo ha vuelto a quedar claro tras la primera cumbre en Moncloa de la era Feijóo es que Sánchez no quiere saber nada de dejarse ayudar.