El hervidero de La Moncloa: ya nadie descarta que Sánchez apriete el "botón"
Cada vez menos monclovitas se atreven a poner la mano en el fuego apostando a que su jefe no va a convocar elecciones antes de tiempo. Aunque todos los descartaran hace bien poco.
Seguramente a Pedro Sánchez no le pilló con el pie cambiado la denuncia del espionaje masivo a líderes del "procés". Estaría bien informado. Pero sin duda la inestabilidad generada ha disparado todas las alarmas en La Moncloa.
Los independentistas, que venían perdiendo fuelle de manera veloz, han hallado el fabuloso asidero al que siempre se atan: el victimismo. Por la propia obcecación del presidente del Gobierno, sus costaleros representan hoy dióxido de carbono para su andadura política.
El núcleo duro socialista anda de cabeza para zanjar el “Catalangate”. Pero sus socios están envalentonados. Basta ver cómo ha regresado Félix Bolaños de su reunión en el Palau Sant Jaume con la consejera de Presidencia catalana, Laura Vilagrá: “Muy descolocado”, relatan cercanos colaboradores de Sánchez.
Nada parece estar colocado en su sitio para Sánchez, por más que se comprometa cada día a agotar la legislatura. Pero, ¿está en condiciones de alcanzar la meta de finales de 2023? Ese es el quid de la cuestión.
Y su incertidumbre poco tiene que ver con el ninguneo al que se le sometió, cargado de gestos de lejanía y descortesía. Entre otros, hacerle desprenderse de su móvil en la antesala del despacho donde mantuvieron el encuentro. Toda una humillación.
La llegada de Alberto Núñez Feijóo a Génova 13 ha descolocado a Sánchez. Y dinamitado su hoja de ruta.
La guinda del pastel del recorrido de Bolaños por Barcelona fue, en realidad, la constatación de que las cosas no están para juegos florales. Los secesionistas han elegido una crisis de espías para recordarle a Sánchez, en roman paladino, de qué va la vaina.
Y todo ello a las puertas de las elecciones en Andalucía, convocadas este mismo lunes por Juanma Moreno para el 19 de junio precisamente en uno de los graneros de votos donde más penalizan los gestos hacia el secesionismo.
Así han recibido los senadores de Junts a Sánchez en el Senado este martes.
Aunque, en privado, en Ferraz se muestran preocupados, en público se resisten a admitir el desasosiego. Eso sí, asumen que es imprescindible cuidar el relato. Entre otras razones, porque “el suflé se nos infla”, según confiesa un alto cargo.
El presidente del Gobierno tiene ante sí demasiados problemas. Sus dimensiones, de nuevo, le rebasan. La incertidumbre sobre los efectos de la guerra en Ucrania, el desembarco de Alberto Núñez Feijóo al frente del PP y, por si faltaba algún ingrediente, las amenazas de sus socios preferidos. El gallinero cada vez está más revuelto.
Nada parece estar colocado en su sitio para Sánchez, por más que se comprometa cada día a agotar la legislatura. Pero, ¿está en condiciones de alcanzar la meta de finales de 2023? Ese es el quid de la cuestión. Cada vez menos monclovitas se atreven a poner la mano en el fuego apostando a que su jefe no va a convocar elecciones antes de tiempo.