Lo que esconde la purga en el CNI: tablas en Moncloa por la herencia de Sánchez
Las cesiones a los independentistas por el caso de los espías aflora otra pelea por el poder entre ministros que ha dejado los servicios de inteligencia a los pies de los caballos.
Este es un Gobierno de emociones fuertes. No hay semana que no venga cargada de sobresaltos. En lugar de arreglar problemas, el lema del sanchismo parece ser: “Ponga un embrollo en su mesa cada día, yo me lo como”.
La descomposición se saborea. El fin de ciclo se palpa. ¿Alguien puede imaginar una fórmula peor de hacer las cosas en la maraña de Pegasus? Un paradigma de cómo enredarse en trifulcas adicionales.
Además, con daños irreparables para instituciones del Estado de enorme valor estratégico. Por supuesto que hay demasiado en juego. Hablamos de poder del "de verdad", con mayúsculas. Y, alrededor, demasiado paniaguado temeroso de perder su sitio a la sombra de Pedro Sánchez.
De momento, en la guerra interna entre ministros, se puede decir que Margarita Robles ha salvado los muebles aunque ha quedado humillada. Ha dejado caer a Paz Esteban al frente del CNI, pero para sustituirla por su número dos en Defensa, Esperanza Casteleiro.
Decidido el presidente a entregar la cabeza de la jefa de los espías como chivo expiatorio a sus socios, la resistencia de la ministra hubiera servido de muy poco. Vale. Pero los actos también duelen a millones de españoles perplejos. Y el entreguismo de Sánchez aún tiene pendiente más concesiones.
Aún hay mucha tela que cortar y el clima en el Gobierno se está recalentando. De entrada, Félix Bolaños ha perdido la ocasión idónea de sumar al Ministerio de Presidencia las competencias del Centro Nacional de Inteligencia. Era su motivación última en la derivada de promover la caída de Esteban para contentar al bloque Frankenstein.
Félix Bolaños y Margarita Robles, una guerra larvada en los aledaños de Sánchez que acaba de momento en tablas.
La fallida operación del núcleo duro de La Moncloa era propia de situaciones de un ente que se pudre. El impacto del choque entre Bolaños y Robles ha sido brutal. Y obligó a una reacción cuya consecuencia inmediata fue el frenazo del ministro más cercano al Presidente.
Acelerada marcha atrás, suya y del resto de los conjurados, en una intentona de desarbolar a la titular de Defensa que, a la postre, debilitada, va a seguir manejando los hilos de la Casa.
Con todo, el repliegue de Bolaños es meramente estratégico. Asistimos a una lucha por acumular poder para, llegado el caso, si Sánchez perdiese las próximas elecciones generales, algo muy factible, estar en buena posición para heredar.
Así está el patio socialista. Este PSOE es un lío. No hay forma ya de digerir tanta chapuza. Y España y los españoles ¿qué? Pues ya se sabe, vivimos tiempos en los que se mira más el interés partidista que el general.