Sánchez fue informado en directo de los avances del espionaje a los "indepes"
El CNI de Paz Esteban detallaba en “notas de despacho” al presidente y a la ministra de Defensa el fruto del hackeo a los líderes del secesionismo.
El CNI informó en tiempo real a Pedro Sánchez y a Margarita Robles de los avances diarios del espionaje a los líderes del independentismo catalán, incluido el president Pere Aragonès, durante los años del hackeo bajo mandato socialista, según fuentes conocedoras del operativo.
La información llegaba al presidente y a la ministra de Defensa con la frecuencia que exigiera la gravedad de la crisis (procés, tsunami democratic…) mediante “notas de despacho” del servicio secreto. En sus puntos álgidos, la periodicidad de entregas llegó a ser diaria.
Esto pulveriza la pretendida ignorancia de Sánchez sobre el espionaje con Pegasus. Lo conoció en directo. Sánchez no tiene que desclasificar los informes del CNI, debe desclasificar sus informes del CNI. El presidente debe autodesclasificarse.
Los partes del espionaje, a tenor de fuentes conocedoras del hackeo, se sucedían, salvo prórrogas, durante los tres meses del aval judicial para cada intrusión. Los pinchazos estaban motivados por supuestas actuaciones sediciosas ilegales de los candidatos a sufrir Pegasus.
Las “notas de despacho” incluían toda la actividad de los espiados conocida a través del polémico sistema israelí. Movimientos, contactos, contenido de conversaciones… quedaban ahí reflejados. Una información tan detallada que permitía no sólo saber lo que había hecho el espiado, sino lo que iba a hacer a tenor de los datos obtenidos (citas previstas, actuaciones planeadas…).
Las “notas de despacho” evidenciarían que Sánchez conocía en directo el fruto del espionaje a los indepes.
Aragonès difícilmente podría sorprender a Sánchez con un órdago político si lo abordó por teléfono. Esto vale para Puigdemont y resto de infectados. Pero si afloran actuaciones ilegales de los espiados en las notas del CNI, Sánchez deberá explicar por qué no las denunció y mantuvo su Gobierno con tales apoyos.
La justificación para obtener el aval judicial, por ejemplo, venía determinada por la sospecha de que la Generalitat financiaba el tsunami democratic. Pero fruto de tal requisitoria, Sánchez recibía información de todas las actuaciones secretas de Aragonès. Algo muy relevante cuando tu gobierno precisa los votos de ERC.
Pedro Sánchez y Pere Aragonès, en el Palau de la Generalitat.
Sánchez ha alimentado el fuego contra el CNI impulsando que su directora mostrara los avales judiciales de los hackeos, pero se ha cuidado de mencionar o mostrar las “notas de despacho” que recibió de tales hackeos.
Las “notas de despacho” evidenciarían que Sánchez conocía en directo el fruto del espionaje a los indepes. El detallado contenido que recibía no podía proceder de algo que no fuera un hackeo, máxime cuando se aludía a charlas privadas. Si el CNI le informó sobre independentistas justo cuando fueron hackeados y con material íntimo, ¿cómo podría explicar Sánchez que ignoraba el origen Pegasus de tales datos?
La frase de Margarita Robles
Prueba tal conocimiento previo del uso de Pegasus una frase de Margarita Robles en el Congreso: "Ojalá constituyamos pronto esa comisión [la de Secretos Oficiales] y podamos hablar de Pegasus sí o Pegasus no, y yo le digo que muchos se quedarían sorprendidos”.
Ella no iba a sorprenderse. Porque ya conocía su contenido. Y lo remataba con otra frase igualmente delatora: “¿qué tiene que hacer un Estado y un Gobierno cuando alguien vulnera la Constitución, cuando alguien declara la independencia, cuando alguien corta las vías públicas y realiza desórdenes públicos, cuando alguien tiene relaciones con dirigentes políticos de un país que está invadiendo Ucrania”?
Esto explica la crisis contenida ejecutada por Sánchez. Guillotina a su directora del CNI, Paz Esteban, pero no osa entregar la cabeza de Margarita Robles a los indepes. La ministra de Defensa puede tener la tentación política o judicial (si la sangre llega al río con las denuncias) de explicar que la destituyen por estar informada de un espionaje que conocía en igual grado su jefe, Sánchez.
Margarita Robles, flanqueada por las directoras del CNI saliente y entrante, Paz Esteban y Esperanza Casteleiro.
“Se va a garantizar que el Gobierno colabore por completo con las actuaciones judiciales que se produzcan, incluso desclasificando información", ha defendido el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. La orden de su jefe es que sólo se entregarán si un juez lo solicita. Apuesta Sánchez que ningún juez tendrá tal osadía, pero esto es impredecible en un país en el que un magistrado tenaz, como en el caso Ghali, puede poner patas arriba al gobierno merced a su absoluta independencia.
Nunca dice Sánchez que los documentos del CNI sobre el hackeo son las “notas de despacho” que él recibía. La entrega del tal material abriría un agujero terrible al CNI por los elementos operativos que aflorarían, pero para Sánchez significaría el fin de su legislatura: mal puede apoyarlo ERC si visualiza que Sánchez conoció y toleró el espionaje a su president, más otros líderes independentistas.
O Aragonès sólo quiere simular disgusto o compra a Sánchez la tesis del descontrol del CNI. Las “notas de despacho” elevadas al presidente sobre el hackeo a los indepes dinamitan tal desconocimiento.
Esta crisis de seguridad del estado la labró Sánchez en su afán de empatizar con Aragonès por un puñado de votos. La sospecha indepe del hackeo por el CNI no habría pasado de tal estadio si el presidente no hubiera confirmado su autoría.
Ahora Sánchez tiene un problema. Quizá un juez dude sobre exigir o no los informes del CNI, pero la bancada independentista tiene difícil explicar que no insta a Sánchez a entregarlos. Incluso sin mandato judicial.
La ley sólo exige que desclasifique un informe el organismo que lo clasificó, sea el que sea, gobierno, Defensa, CNI... Se le supone la cultura legal necesaria a Aragonès para saber que está en manos de Sánchez cumplir o no su exigencia, no de un juez ni menos de los servicios secretos que gobierna.