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Sánchez se esconde ahogado por sus fracasos económicos y el desastre de Argelia

El Gobierno deja la inflación en cifras récord con una política de inacción que se suma al conflicto creado con Argelia y que ponen a Sánchez con un pie fuera de Moncloa

Pedro Sánchez

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Miguel Centeno

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Sánchez se esconde. Solo presenta programas a cuenta de los fondos europeos, con declaraciones grandilocuentes, o acude al Congreso para dar la cara sin decir nada. Y este viernes, cuando la crisis diplomática con Argelia está en su punto más grave y los datos económicos ahogan su gestión, sigue en su línea, descargando en los ministros la presión. Son su parapeto, su escudo. No quiere quemarse, quiere resistir.

Todo ello, cuando el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha confirmado este viernes lo que todos los expertos venían avisando desde que se conocieron los datos adelantados de mayo y las primeras previsiones de precios: la inflación en España se mantiene absolutamente disparada. El Índice de Precios al Consumo, que marca la subida media de precios en España, roza ya el 9% y se mantiene a la cabeza de Europa.

El auge de precios de los carburantes, la electricidad y los alimentos (que han marcado un récord con una subida media del 11% en todo el país) están ahogando a la clase media española y, sobre todo, a las rentas más bajas, ya que la subida de precios recorta de forma brutal los ahorros que éstos puedan tener.

Precios disparados que han sido denunciados por el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. El presidente de los populares ha afirmado que los datos confirman "lo que los españoles ya sabían porque lo sufren cada día: la inflación sigue disparada, mientras el Gobierno recauda más que nunca”.

"Es injustificable que no se tomen medidas para ayudar a los ciudadanos", ha asegurado Feijóo, en un mensaje en su cuenta oficial de Twitter, que acompaña con varios titulares recogidos en prensa sobre ese repunte de la inflación. Unos datos que ya el pasado martes, en el Pleno del Senado, Feijóo pronosticó espetándole a Sánchez que "si saliese a la calle, se daría cuenta de la cantidad de familias a las que ofende con su tono triunfalista". Además subrayó que desde que anunció las medidas anticrisis la cesta de la compra ha subido un 10% y el combustible "se ha comido" el ahorro que prometió.

Por todo ello, el líder del PP exigió una vez más al presidente del Gobierno que "rectifique" su política económica y acepte propuestas de su partido recogidas en el plan económico que le envió hace mes y medio a Moncloa, que recoge bajadas de impuestos, reducción del gasto burocrático y agilización de los fondos europeos.

Unos datos económicos nefastos que casi nadie en el Gobierno han querido comentar ni justificar. Solo la ministra de Economía Nadia Calviño ha mencionado el tema asegurando que las medidas que ha adoptado el Ejecutivo para amortiguar la subida de precios, como la bajada de la gasolina y de la electricidad, han ayudado a reducir el IPC entre dos y tres puntos, y no ha descartado adoptar medidas "adicionales" para seguir recortando la inflación.

"Vamos a extender las medidas mientras sea necesario y, por otra parte, vamos a ver si es necesario tomar medidas complementarias o ajustarlas, de manera que sean lo más eficaces posibles y que podamos seguir amortiguando el impacto y cuanto antes iniciar una senda de desaceleración de la inflación", ha subrayado Calviño.

A esa respuesta amplia y poco concreta se suma las declaraciones de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, pero no para admitir errores en la nefasta gestión económica del Gobierno, sino para culpar de estas subidas a las eléctricas y pedirle que “aporten más”. Es decir, que aboga por subir impuestos para solucionar esta crisis económica.

Esas dos han sido las únicas respuestas del Gobierno a los datos publicados por el INE. Y es que Moncloa parece estar mucho más ocupada en otro problema: Argelia. Y es que el Gobierno ya no trata de solucionar los problemas económicos del país, sino de enmendar sus propios errores que generan conflictos internacionales como el de Argelia que, tras observar cómo Sánchez reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara, ha decidido cortar todos los lazos comerciales con nuestro país.

Por ello, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha acudido este viernes a Bruselas, dejando tirado al presidente estadounidense Joe Biden, en busca de soluciones. Desde Moncloa quieren que la Unión Europea encuentre una justificación para obligar a Argelia a recular en base a los tratados de comercio firmados entre la Unión y Argelia en el año 2005.

Parches en la gestión exterior del PSOE que pretenden minimizar una crisis sin precedentes que ya hasta voces en el seno de los socialistas apuntan que se ha producido por temas “gordos” que hay de fondo. O por lo menos así se ha referido este viernes el presidente manchego, Emiliano García Page a esta crisis con Argelia: “Algo grande ha debido de haber para el giro que se ha producido en la distancia diplomática con Marruecos”.

Un giro político injustificable que ahora Moncloa trata de solventar, escondiendo a Sánchez de las apariciones públicas. Y es que, si ya de por si casi siempre que hay actos públicos suele haber abucheos y críticas a Sánchez, estos días con Argelia y la inflación, el presidente del Gobierno busca evitar las comparecencias, entrevistas, ruedas de prensa y actos públicos lo máximo posible. De este modo, el único que ha salido en el Gobierno ha hablar de esta cuestión este viernes ha sido el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que ha asegurado que el Gobierno “apuesta por recuperar cuanto antes la relación con Argelia”. Eso sí, no ha hecho ni anuncios de medidas ni explicaciones concretas ante esas soluciones que baraja el Ejecutivo.

Objetivo: esconder a Sánchez

Con ello, desde Moncloa pretenden evitar más desgaste en la imagen de Sánchez, mermada en los últimos meses por las numerosas polémicas que rodean a su gestión y por las constante tensión y ristra de discrepancias que surgen públicamente entre el PSOE y Unidas Podemos en el seno del Gobierno.

Y es que, aunque que las promesas de Pedro Sánchez son de escasa fiabilidad, vistos los antecedentes el líder del PSOE ha zanjado en numerosas ocasiones los crecientes rumores sobre sus intenciones a medio plazo. Esta misma semana, hemos visto cómo Sánchez confirmó que se presentará a la reelección en las próximas elecciones generales como candidato del PSOE y que aspira a ganarlas.

De este modo ha salido al paso de las acusaciones de la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que le ha tachado esta semana de utilizar las instituciones españolas para recalar en un organismo internacional cuando acabe su Presidencia. De hecho en el Congreso, donde ha acudió este miércoles para dar cuenta a los diputados de los acuerdos del último Consejo Europeo y de las consecuencias de la nueva relación con Marruecos, Sánchez ha acusado a Arrimadas de insultarle y de verter odio sobre la bancada del Gobierno. "¿Qué le hecho?", le ha preguntado.

De este modo le ha afeado que especule con que quiere irse y con que no va a ganar en la próxima cita con las urnas, -"con la que tenemos encima"- en referencia la crisis provocada por la guerra de Ucrania y la crisis alimentaria que puede estar a la vuelta de la esquina según numerosos expertos y economistas.

Queda por ver si ese “camuflaje” y “escapismo” de Sánchez le funciona, o en esta ocasión el desgaste que ya viene arrastrando de la gestión terrible de la pandemia, los encontronazos con Podemos y las cesiones a separatistas y demás socios a cambio de apoyos parlamentarios, son el claro reflejo de que el presidente del Gobierno tiene ya un pie fuera de Moncloa. De momento, las encuestas y el silencio de Sánchez apoyan esta tesis.

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