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Sánchez se asoma al abismo retando a Frankenstein con el gasto militar

El férreo compromiso del presidente a subir el presupuesto en Defensa complica la viabilidad del Gobierno ya que no cuenta con el apoyo necesario para los presupuestos.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

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Andrea Jiménez

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El ala socialista del Gobierno se ha afanado en las últimas horas en convencer a sus socios de que aumentar el gasto militar es una prioridad. "La seguridad no está garantizada, así de sencillo, así de dramática es la situación", ha sentenciado este jueves Pedro Sánchez. Un argumento con el que pretenden acercarse a Podemos, pero también al resto de grupos parlamentarios que más pronto que tarde tendrán que decidir en el Congreso si apoyan la llegada de más destructores a Rota, tal y como se ha acordado con Estados Unidos, o si se amplia el gasto en Defensa en los nuevos presupuestos.

Y es que Sánchez se la juega con su apuesta atlantista. El aumento de gasto militar de cara a los nuevos presupuestos generales, que servirá para ir acercándose progresivamente hasta alcanzar el 2% del PIB comprometido con la OTAN al final de la década, ha tensado como nunca las costuras de la coalición de Gobierno, pero también entre los apoyos parlamentarios del Gobierno.

El primer ensayo general de lo que está por llegar se vivió ayer en el Congreso de los Diputados, cuando el PP obligó a todos los partidos a retratarse a la hora de votar una extensa moción sobre la política exterior española y evidenció el enorme cisma existente entre PSOE y Podemos.

Los dos grupos que integran el Gobierno votaron distinto en 14 de los 15 puntos que contenía el texto. De hecho, Unidas Podemos ha votado en contra de todos los relativos a la OTAN, el grueso de los cuales sí ha respaldado el PSOE y en concreto los morados han rechazado garantizar una adecuada financiación de la defensa nacional, "llegando un 2% del PIB" antes de 2030.

Así las cosas, se avecinan turbulencias en el seno de la coalición pues la negociación de los Presupuestos Generales del Estado están en marcha y de su aprobación, e incluso de su redacción depende el devenir de un Gobierno que, si no consigue sacar adelante las cuentas públicas, se verá abocado a las elecciones.

Las posturas están meridianamente claras. Mientras Sánchez intenta hacer pedagogía trasladando que los partidos a la izquierda del PSOE deben reflexionar porque se ha violentado el derecho internacional, la integridad territorial y la soberanía nacional de Ucrania y por tanto, "no puede haber equidistancia entre el agresor y el agredido", y se hace necesario ese aumento del presupuesto, desde Podemos son tajantes en su negativa e incluso intentarán que el presidente cambie de idea.

Ione Belarra ha asegurado que aspira "a convencer a todos los socios, también al PSOE, de que España lo que necesita son más rentas garantizadas, que a la gente la atiendan en atención primaria en 24 o 48 horas, que la gente tenga especialista en el médico y que no necesitamos más tanques y más armas", dijo en los pasillos del Congreso de los Diputados.

Sin embargo, esta opción no parece probable, pues Sánchez no está dispuesto a perder todo lo ganado de cara al exterior en la cumbre de la OTAN y no cumplir con lo prometido con los socios atlánticos. Por lo que la batalla en los próximos meses será dura.

Los socios de investidura, también en contra

En la negociación de los presupuestos, el Gobierno se juegan el futuro de la coalición, y habrá que ver el intercambio de cesiones y contraprestaciones que ambos partidos están dispuestos a llevar a cabo, pues mientras el PSOE está abierto a acometer algunas de las reformas propuestas por los morados como el impuesto a las eléctricas, Podemos está por ver si se traga otro sapo más como es el aumento del gasto militar.

Pero en el hipotético caso de que ambos llegasen a un acuerdo para mantenerse en el Ejecutivo y en los sillones del Consejo de Ministros, y en las cuentas públicas se plasmen esa subida, Sánchez tampoco lo tendrá fácil pues sus apoyos parlamentarios tampoco lo ven con buenos ojos.

ERC, Bildu, Más País, Compromís o el BNG, todos socios de Sánchez, han explicitado ya su rechazo a gastar más en Defensa en las próximas cuentas públicas con el mismo argumento, más dinero para militares y armamento, supone menos inversión en otras partidas como sanidad o educación y es un límite que no están dispuestos a traspasar.

Sánchez es consciente de ello, de que se encuentra al borde del abismo, pues pese a que a priori, en este punto concreto cuenta con el respaldo de la derecha, ni PP ni Vox respaldarán unas cuentas públicas en las que no se reduce la presión fiscal a los españoles y se aumenta el gasto sin control. Por ello solo le queda una salida, convencer a sus socios, para intentar llegar a su meta, que es mantener la legislatura hasta 2023 y aspirar a la reelección.

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