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Juicio al "sanchismo": Sánchez se examina con el recuerdo del Zapatero de 2010

El inquilino de Moncloa acude al primer Debate de la Nación en 7 años sin crédito y con su proyecto en desmoronamiento. Como su antecesor socialista en la Presidencia antes de hundir al PSOE

Pedro Sánchez se examina este martes en el Congreso.

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Siete años después, siete años después de todo lo que ha sucedido en España desde 2015, el Gobierno sienta a la Nación en el diván. Un lustro y dos años después los políticos españoles van a debatir sobre el “Estado de la Nación” a la que representan, con unos ciudadanos perplejos ante el laberinto al que su propio presidente les ha conducido en apenas dos años de legislatura.

Para buena parte de ellos es, en realidad, una vuelta al pasado justo cuando -como ahora el sanchismo- agonizaba en 2010 el mandato del anterior presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero. Déficit, deuda, crisis económica, social e institucional. Y lo peor, esa inquietante sensación de que lo peor, lo más dramático, está aún por venir.

De aquella España de 2015, aquella que vivió su último Debate de la Nación, poco queda. Más bien nada. Valga un dato esclarecedor, en estos siete años el país ha devorado nada más y nada menos que a cuatro líderes políticos: Mariano Rajoy, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias.

Y las urgencias de Pedro Sánchez y la agonía de su proyecto han convertido este Debate que arranca este martes en otra cosa de mayor envergadura, una auténtica moción de confianza al presidente. Más que analizar cómo marcha el país; se va a debatir, confrontar y votar si Pedro Sánchez tiene aún algo de crédito político para llegar hasta diciembre de 2023.

Porque salvo sorpresa mayúscula, solo el PSOE va a defender la gestión de su líder. Se espera la enmienda (modulada para la ocasión) de su socio estratégico, Podemos; y el desmarque de sus avalistas principales en la moción de censura: Esquerra y PNV. Eso si, el inquilino de La Moncloa podrá sacar pecho del apoyo de su nuevo aliado/referente, Bildu.

Pedro Sánchez encara su inquietante futuro político emulando a Zapatero, cuando se presentó en el Congreso con un "tijeretazo" impuesto por Bruselas. Cuando las barbas de tu vecino...

Sánchez, según las fuentes socialistas consultadas por ESdiario, va a hilvanar en su intervención inicial su conocido discurso victimista. Que le ha tocado gestionar una cadena de crisis -pandemia, Filomena, volcán, guerra- y que es víctima de la conspiración del estado profundo.

Ni un ápice de autocrítica ni una llamada a la concordia se espera en su mensaje. Eso sí, sacará varios conejos de la chistera en formato de anuncios a cargo de la chequera pública.

Lo ya sabido, los problemas no se los dan sus socios siempre prestos a boicotear sus iniciativas. Su gran handicap, formulará, es el PP secuestrado por la radicalidad. Ese mismo PP que no ha dejado de sacarle las castañas del fuego toda la legislatura cuando sus aliados progresistas le han dejado tirado una y otra vez.

Sin embargo, el presidente subirá a la tribuna del Congreso con un discurso que habrá caducado cuando ni siquiera haya comenzado a leer sus primeros folios. Porque cuando alce la mirada, Sánchez no verá en el escaño a Pablo Casado.

Oteará a ese mismo Alberto Núñez Feijóo que le ha ofrecido gratis et amore un gran pacto de país contra la crisis, un acuerdo para renovar las instituciones bloqueadas, y una oferta de Estado para reforzar la seguridad y la defensa a la sombra de la OTAN. La última apuesta por los pactos de Estado ha llegado este mismo lunes con la mano tendida para desbloquear el CGPJ.

Ese mismo Feijóo que provoca pánico en todo el PSOE y sus barones. Porque representa lo que muchos diputados auguran se visualizará el próximo miércoles cuando acabe el Debate: que hay una alternativa a la espera y un sanchismo empeñado en emular al boxeador sonado que solo busca tiempo para no caer a la lona. Por eso, son muchos los socialistas que recuerdan en estas últimas horas al Zapatero que subió a la tribuna del Congreso el 12 de mayo de 2010.

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