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Sánchez cierra el curso como lo empezó: a golpe de decreto y de leyes divisivas

El Gobierno concluye el periodo de sesiones sin reforma estructural alguna ni intento de consenso con la oposición. Y abonado a las votaciones de infarto y las broncas en Frankenstein.

Pedro Sánchez, durante el Debate de la Nación.

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Finalizado el Debate de la Nación, sus señorías hacen las maletas y la política española se toma sus vacaciones estivales con el paréntesis de la investidura, la próxima semana, de Juanma Moreno como presidente de la Junta de Andalucía.

Sánchez se va de vacaciones con una mayoría en mínimos. En un curso que ha visto menguar su exigua legión de apoyos con la expulsión de Alberto Rodríguez, la espantada de la podemita Meri Pita, y la marcha del siempre fiel diputado canario Pedro Quevedo.

Y con el apagado de las luces del Congreso termina un nuevo periodo de sesiones marcado una vez más por las tres características que mejor definen al sanchismo: iniciativas a golpe de decretazo, las leyes únicamente para la agenda más sectaria e ideológica, y las votaciones a borde siempre de infarto, la muestra reiterada del deterioro progresivo de la salud del conglomerado Frankenstein.

Buena prueba de ello ha sido el pleno escoba de este jueves, la entrega de las notas de fin de curso a Gobierno. Otro decretazo, el del plan anticrisis salvado gracias a la abstención del PP. Una proposición de ley sin rango mayor para volver a asaltar el CGPJ sin negociación alguna con el principal partido de la oposición. Y la única ley orgánica, la de la Memoria Democrática, pactada en sus términos claves con los 5 diputados de Bildu.

Sánchez ha terminado el curso político rindiendo cuentas a Esquerra, uno de sus principales fiadores.

Un resumen bastante ajustado al devenir del semestre que termina. El partido de Arnaldo Otegi salvó un extremis el gran proyecto estrella del curso: la reforma laboral. Y gracias al esperpento del gatillazo en la votación del diputado popular Alberto Casero.

Sánchez enfila sus vacaciones rumbo a La Mareta y Doñana con un escaso bagaje legislativo, ni una sola reforma estructural -ni económica ni institucional- y con el dudoso récord de ser el presidente de la democracia que más ha legislado por decreto.

Muchas veces, como este martes con el impuesto a las eléctricas y los bancos, anunciando la iniciativa horas antes de formalizarla en el Congreso. Una Cámara en la que Sánchez solamente ha comparecido arrastrado o en el perceptivo control de los miércoles. Mucho peor ha sido el Senado, ninguneado por Moncloa cada minuto del periodo de sesiones que concluye.

Eso sí, el presidente puede presumir de haber dado una nueva vuelta de tuerca a su agenda más divisiva en estos seis meses de 2022. Ahí queda en el diario de sesiones la Eutanasia, la Ley Trans, la del sí es sí o el nuevo Aborto.

Sánchez se va de vacaciones con una mayoría en mínimos y el auxilio siempre oportuno de Meritxell Batet. En un curso que ha visto menguar su exigua legión de apoyos con la expulsión de Alberto Rodríguez, la espantada de la podemita Meri Pita, y la marcha del siempre fiel diputado canario Pedro Quevedo.

Aún así en Moncloa se escucha el “objetivo cumplido”. El Falcon calienta los motores rumbo a las vacaciones gratis total gracias al patrimonio del Estado.