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El "golpe" por dentro: Lastra no se quería ir pero Sánchez la hizo culpable

Iba a estar lo mínimo de baja pero sus conversaciones con el presidente cambiaron sus planes. Él deseaba desalojarla de Ferraz y convertirla en el chivo expiatorio de los males socialistas.

Pedro Sánchez ante la crisis total de su PSOE "sanchista".

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Hay que agilizar la comunicación y estar más presentes. Este fue uno de los últimos mensajes que Pedro Sánchez buscó trasladar a la Ejecutiva Federal del PSOE. Sus siglas acababan de sufrir una dolorosa debacle en las elecciones andaluzas. Además, todos los sondeos colocaban al partido en caída libre.

Lastra da un paso atrás para no ser fusilada al amanecer, el próximo sábado, por el secretario general socialista.

Eso sí, ninguno de los avisos del líder contemplaba los más que evidentes signos de agotamiento de su mandato. Las culpas son de los demás. De ahí que, apenas transcurridos nueves meses del 40º Congreso Federal, quiera ahora darle una sacudida a Ferraz. Seguramente, a la desesperada. Un enésimo intento de transmitir aliento a sus huestes, que viven desde hace tiempo en “modo supervivencia”. Muchos de ellos lo reconocen abiertamente.

En esa clave puede desentrañarse la rara salida de Adriana Lastra. La marcha de la vicesecretaria general refleja el mar de fondo que vive el socialismo. Me consta que la intención real de Lastra nunca fue dejar la cúpula del partido. Pretendía estar de baja el tiempo justo.

La foto del balcón que simboliza el triunfo del "sanchismo" esta cada vez más despoblado.

Sin embargo, varias conversaciones con Sánchez durante el pasado fin de semana le dejaron claras las intenciones de su jefe de mermar sus atribuciones en la remodelación de Ferraz en ciernes. Al final, su dimisión por sorpresa, justo el día que Sánchez tenía tres actos públicos, uno de ellos junto al Rey, fue la forma de anticiparse a los acontecimientos para no quedar ella como la culpable de los malos resultados del PSOE.

Así las cosas, o Lastra rendía la sede central socialista o adelantaba su paso atrás envolviéndolo en la justificación del embarazo.

La asturiana, como ya hizo en su salida de la portavocía del Grupo Socialista en el Congreso, ha buscado enmascarar su inclusión en el saco de los caídos en desgracia del presidente. Da un paso atrás para no ser fusilada al amanecer, el próximo sábado, por el secretario general socialista.

El parapeto sólo ha servido en esta ocasión para enardecer al sector feminista de la formación, que ha visto pisoteada la bandera de la igualdad. Los WhatsApp incendiarios circulan con profusión por privado entre los dirigentes, síntoma del terrible traspié. “¿Un embarazo de riesgo te echa de un cargo orgánico? ¿En serio?”, repiten a coro en sus mensajes las mujeres socialistas.

Sánchez, como es habitual en él, perderá poco tiempo en meditar sobre ese malestar entre los suyos, que sube de tono a medida que pasa el tiempo. Su guardia de corps cada vez es más pequeña, aunque los demás callen ante su poder.

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