Sánchez ultima su estrategia política para acabar con el “efecto Feijóo"
Las intenciones del líder socialista son las de presentarse a las próximas elecciones en 2023, pese a las voces en contra, con un plan de “moderación” difícil de creer
Basta con echar un vistazo a las encuestas publicadas en los últimos 3 meses para comprobar que el “Efecto Feijóo” existe y se consolida. Y no hay que ser un lince tampoco para llegar a la conclusión de que el Gobierno, con Pedro Sánchez al frente, había perdido la iniciativa o, al menos, pasaba el tiempo entre acudir a apagar “incendios” materializados en forma de inflación, crisis en energética, descontento social, lucha contra el fuego en el sentido literal, adaptación y aplicación de acuerdos europeos, etc. y defenderse de las críticas (muy bien focalizadas todas en la figura del propio Sánchez) recibidas por cada una de sus actuaciones, contuvieran o no el más mínimo acierto y siempre pivotando sobre tres ejes: la dicotomía entre inacción o imposición y falta de consenso, la falta de libertades y las medidas absurdas o inapropiadas.
Buena parte de la parroquia socialista estaba a punto de arrojar la toalla, aceptando el paralelismo que empezó a repetirse desde la oposición: a Pedro Sánchez y a todo su Gobierno, así como a la familia socialista en general, le esperaba un final idéntico al que tuvo el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, y, con él, buena parte del PSOE, que se despeñó no ya en encuestas, sino en las urnas.
Aseguran en el entorno del presidente del Gobierno que fue Sánchez el primero en detectar el grave problema al que se enfrenta el PSOE, y también en marcar una estrategia en varias fases. En primer lugar, dejar claro a quien quiera oírlo y a quien no, que será candidato en las elecciones generales dentro de poco más de un año y que sale a ganar o, en su caso, a revalidar otro mandato.
En segundo lugar, insuflar moral a una tropa socialista desanimada y temerosa de la gran hecatombe que se les podría venir encima en menos de un año, con las elecciones generales y autonómicas. Por último, atacar directamente a su problema electoral, que se llama “efecto Feijóo”. Admiten algunos de los socialistas consultados que “Feijóo es un monstruo que hemos creado nosotros mismos, aquel al que siempre poníamos como ejemplo de moderación frente a los “hiperventilados” como Isabel Díaz Ayuso o Pablo Casado”.
El caso es que revertir la imagen pública que ellos mismos contribuyeron a forjar de Alberto Núñez Feijóo no parece tarea fácil, máxime cuando tienes poco tiempo por delante para acometerla. De ahí que, de repente, todas las baterías socialistas se dirijan hacia Feijóo y que la salida en tromba de dirigentes y ministros haya dado lugar en varias ocasiones a mucha brocha gorda e hipérbole. Pero en el gabinete del presidente entienden que la estrategia surtirá su efecto. Sus allegados son conscientes de que, de no cortar la tendencia que reflejan las encuestas, donde no llegue el PP y su marca, puede llegar ese “efecto Feijóo”, algo parecido al “efecto Juanma” en Andalucía, donde el plus de buena imagen del personaje llevó a mucho exvotante socialista a apostar por él (que no por la marca PP). El resultado, fue histórico para el PP andaluz.
Pedro Sánchez ha tomado nota del resultado de las elecciones andaluzas y ha salido a taponar la fuga de votos hacia el PP, a base de poner a todo el coro socialista a dar cera a Feijóo, algo que ha venido haciendo con Sánchez el PP, desde su llegada a La Moncloa.
El objetivo de Sánchez es tan ambicioso como difícil de conseguir, porque si el presidente tapona esos votos hacia el PP, corre el riesgo de perderlos por el flanco izquierdo y, a estas alturas, no hay signos que indiquen que la vicepresidenta Yolanda Díaz y su plataforma “Sumar” puedan cubrirlo, máxime cuando Podemos parece haberse atravesado, reivindicando aquella advertencia, que para Sánchez ya es maldición, lanzada por Pablo Iglesias ,“usted nunca será presidente sin nosotros”
Estamos apenas en el inicio de una estrategia que, en los cálculos de Sánchez, concluirá al límite de la legislatura, coincidiendo con la presidencia española de la UE, que puede ser una inmejorable campaña de imagen para el presidente español.