El mentón hinchado de Sánchez hace sonreír al sensato Feijóo
El cambio de ciclo político lo han amarrado los españoles. El nerviosismo del presidente del Gobierno marcha en paralelo al crecimiento del líder de los populares.
La Moncloa está al alcance del PP. Tal como van las cosas, cuando se abran las urnas Alberto Núñez Feijóo ganará las elecciones por amplia mayoría. Lo sabe el líder popular y también Pedro Sánchez y el PSOE.
Todos los sondeos sin excepción lo reflejan. Las elecciones autonómicas que se han ido celebrando han sido una expresión clara de lo que siente políticamente gran parte de los ciudadanos.
El empuje del inquilino de Génova 13 puede medirse por el desaforado nerviosismo de un presidente del Gobierno pasado de rosca. Demasiado. Muy mal va a acabar.
Con su apuesta moderada y sensata, el presidente del Partido Popular amplía su espacio y atrae a más votantes de centro derecha y acerca a una parte no pequeña de los indecisos de la izquierda. A ese objetivo, el de ganar en las urnas, ayuda la unidad de los genoveses. El respaldo del que goza Feijóo en sus siglas es entusiasta.
Además, el “cambio de ciclo” ha calado hasta los tuétanos en la opinión pública. Quedan -de hacer caso a lo que Sánchez dice- 16 meses de travesía por delante. Antes estará la reválida municipal y autonómica del 28 de mayo.
Lógicamente, tanto Núñez Feijóo como los suyos deberán demostrar, además de dosis de aguante para soportar a una izquierda que ha perdido la compostura viendo que la calle ya le ha dado la espalda, capacidad de ilusionar con un proyecto que engancha a más españoles.
Nerviosismo desaforado
Seguramente, el empuje del inquilino de Génova 13 puede medirse por el desaforado nerviosismo de un presidente del Gobierno pasado de rosca. Demasiado. Muy mal va a acabar. Supongo que en el cuartel general de los populares habrán tomado buena nota de la falta de contención de Sánchez en el debate de este martes en el Senado.
Sánchez, en un gesto durante su intervención en el Senado que refleja su tono iracundo.
Su ataque fue muy elocuente, tanto por olvidar las formas institucionales, imperdonable para quien gobierna, como por el estado de sectarismo que apunta rabiosamente ese tan español “de perdidos, al río”.
Una estrategia premeditada
Pero, ojo, no fue una calentura, sino algo bien premeditado. ¿A quién quiere acercar Sánchez a su bando con intervenciones tan histéricas cuando los españoles, asustados ante la crisis, desean encontrarse con mandatarios que les aporten seguridades?
¿A quién quiere acercar Sánchez a su bando con intervenciones tan histéricas cuando los españoles, asustados ante la crisis, desean encontrarse con mandatarios que les aporten seguridades?
De ahí que las familias, cada día que pasa más agobiadas, perciban a Feijóo como una alternativa equilibrada y reconocible. El declive de Sánchez es proporcional a su pérdida de credibilidad. Su causa, no la de España, está en caída libre. No creo que tenga vuelta atrás.
Feijóo protagonizó una intervención constructiva y serena pero se encontró con una ... pared.
Además, el vaticinio de un recrudecimiento de la crisis marca los meses próximos. En un país donde el paro aumenta, la inflación crece imparable y convierte la cesta de la compra en un drama, los padres se enfrentan al muro de los gastos del comienzo de curso y el precio de la energía cierra empresas y arruina hogares, el presidente dedica su discurso en el Senado a insultar a quien representa la alternativa que todas las encuestas dicen que va a gobernar. Una locura sin sentido
Empresas, medios, jueces, oposición, todos son, para Sánchez, los enemigos. ¡Qué horror! Estamos ante un presidente que considera como un peligro a aquellos que no piensen como él. Que achica su espacio. Terrible, democráticamente hablando.