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El Banco de España hunde los PGE de Sánchez y augura un desplome brutal del PIB

La institución advierte de que el año que viene la economía española sufrirá un importante patrón y “tira de la orejas” al Ejecutivo por su elevado gasto público

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez

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El Banco de España ha tardado poco más de 24 horas en destruir el entusiasmo del Gobierno de Pedro Sánchez por haber llegado a un pacto sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Y es que la institución disminuye mucho su proyección de crecimiento para el año que viene, en concreto al 1,4%, con elevación de la tasa de paro al 12,9% para ese año, con desaceleración de las horas trabajadas (no es empleo de calidad), con una inflación persistente y un déficit que subirá de nuevo en 2024 y una deuda que no baja lo suficiente. De hecho, prevé una inflación media en 2022 del 8,7%, confirmando la cronificación del auge de precios.

Además, el Banco de España señala que estas previsiones están sometidas a fuertes incertidumbres a la baja para la actividad y al alza para la inflación, con lo que de concretarse serían mucho peor esos registros. Y es que desde esta institución se recalca que la actividad económica global ha perdido dinamismo en los meses de verano. Ello es consecuencia de una serie de factores adversos que interactúan entre sí y el repunte de la inflación mundial se ha intensificado hasta niveles inéditos en varias décadas, lo que está motivando una reacción contundente de los bancos centrales, que, a su vez, está dando lugar a un tensionamiento de las condiciones financieras.

Una caída de la economía global que afecta a España, en donde el Banco de España alerta que se han multiplicado en los últimos meses las señales de pérdida de dinamismo de la actividad económica. El levantamiento de la mayor parte de las restricciones frente a la pandemia, que ya había impulsado la actividad en el segundo trimestre, ha favorecido la continuación de la reactivación del turismo internacional en los meses de verano.

Sin embargo, el ritmo de crecimiento de la afiliación a la Seguridad Social, cuyo vigor había sorprendido al alza durante la primera mitad del año, se desaceleró en el tercer trimestre. Además, el encarecimiento de la energía, que se ha ido extendiendo gradualmente a una proporción creciente de los bienes y servicios de la cesta de consumo de los hogares, ha reducido el poder de compra de estos agentes, lo que se ha traducido en un debilitamiento de los indicadores que miden su gasto.

Por todo ello, el organismo lanza un jarro de agua fría y prevé que a lo largo de 2023, tras crecer un 4,5% este año, el PIB de la economía española se desacelere hasta el 1,4 % y retome un mayor dinamismo en 2024, avanzado un 2,9 %.

Por su parte, la institución revisa al alza el ritmo de avance de los precios a lo largo de todo el horizonte de proyección, de forma que se contemplan tasas de inflación significativamente más elevadas y persistentes que las anticipadas unos meses atrás. En particular, prevé una inflación media en 2022 del 8,7%, que se moderará gradualmente hasta el 5,6 % y el 1,9 % en 2023 y 2024, respectivamente.

Pero no son las únicas “alertas” que lanza el Banco de España: en su informe, recoge que “se observa una fuerte desaceleración de la economía en el tercer trimestre”. Con ello, se encarece y endurece la financiación de empresas y familias, por lo que el ritmo de avance del consumo “se habría ralentizado entre junio y septiembre, en un entorno marcado por el repunte de la incertidumbre, las elevadas tasas de inflación, el endurecimiento de las condiciones de financiación y el deterioro de la confianza de los consumidores. Esto marca empeoramiento de expectativas”.

En cuanto a la inflación, el Banco de España ha disparado sus previsiones de 2022 desde una media prevista del 7,2% al 8,7% para este año. Además, las perspectivas empeoran de cara a 2023, cuando el IPC se situará en el 5,6%, tres puntos más respecto a la anterior previsión. En 2024, se estiman tasas del 1,9%, superior en una décima a la previsión anterior.

Al contrario que el IPC general, no se espera que la inflación subyacente descienda desde sus elevados niveles actuales hasta la próxima primavera. La razón es que, en los próximos meses, continuará completándose la traslación de los recientes incrementos de costes de las empresas a sus precios de venta. Y es que el componente subyacente alcanzará el 3,9% este año, frente al 3,2% anterior, y se moderará hasta el 3,5% en 2023 (más elevado del 2,2% de la pasada estimación) y al 2,1% en 2024, superior en una décima respecto a la previsión pasada.

La actividad, dice el Banco de España, recobraría vigor creciente a partir de la primavera gracias al alivio gradual de las tensiones en los mercados de la energía, la resolución paulatina de las alteraciones en las cadenas de aprovisionamiento global y un mayor despliegue relativo de los fondos vinculados al programa 'Next Generation EU'.

El organismo advierte, no obstante, de que se está desarrollando con un "cierto retraso" con respecto a las proyecciones de junio. Ahora el Banco de España estima que los fondos que llegarán este año serán de unos 12.000 millones, frente a los más de 20.000 millones que preveían anteriormente.

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