El manual de Sánchez hasta las generales pasa por eludir responsabilidades
Moncloa centra su estrategia antes de las elecciones de finales de 2023 en esquivar los malos resultados de las municipales y su “heroísmo europeísta”
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuenta, una vez más, con poder aprobar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el año 2023. El primer paso, lo dará este jueves, en el Congreso de los Diputados, cuando las cuentas públicas superen las enmiendas a la totalidad presentadas por el PP, Vox, Cs y Junts. Por no hacer perder el tiempo al lector, no va a tener mayores problemas, más allá de las algarabías programadas con Podemos y con los socios parlamentarios, como ERC o el PNV.
El entendimiento con los nacionalistas vascos se selló después de que la titular de Hacienda, María Jesús Montero, diese el visto bueno a la renovación del cupo vasco, lo que Cs llamó en su día el “cuponazo”, que pactó el presidente Mariano Rajoy y que resulta muy beneficioso para las cuentas del Gobierno vasco… y todo lo demás son cuentos. Entonces Rajoy dependía de los votos del PNV y no tenía más opción. Tampoco el PSOE -que gobernaba en coalición con el PNV en Euskadi- opuso resistencia, con lo que la formación jeltzale consiguió sus objetivos con una facilidad similar a la actual.
Volviendo al presente y a los pasos previstos por Sánchez desde ahora hasta las elecciones, el PNV tendrá su “aguinaldo” navideño, mientras que ERC obtendrá algún trofeo que mostrar a sus fieles, en la tramitación final de los PGE, mientras arrecian las críticas de Junts, a quienes, tras el error garrafal del abandono del Govern catalán solo les cabe el pataleo, Y a eso se dedican, a tildar de “botiflers” a sus ex socios de ERC por pactar con Sánchez, cuando ellos permanecen sin rubor en el Pacto Socialistas-Junts en la Diputación de Barcelona (Tercera institución más importante de Cataluña).
Sánchez ha llegado a la conclusión de que la sensación de inestabilidad no es característica propia de su presencia ni de su esencia y ahora perfila su mensaje, basado en hechos: los grandes países de la UE, empezando siempre por Italia, viven internamente una gran inestabilidad y zozobra en sus políticas nacionales, por no hablar quienes se fueron, como el Reino Unido, que no levanta cabeza desde su sonado Brexit. La profunda debilidad de Emmanuel Macron, en minoría en la Asamblea Francesa, o la situación del canciller alemán, Olaf Scholtz, sostenido en el Ejecutivo por la coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales y afrontando un invierno de restricciones van a ser elemento de comparación habitual en el relato del entorno presidencial. Bien mirado, tampoco están tan mal…
Ese manual de Sánchez hasta las elecciones generales, que muta con frecuencia, pues cada día tiene su afán, tiene anotado la exhibición de estabilidad dentro del caos aparente. En segundo lugar, sacar pecho por su influencia en el ámbito europeo. En este punto está lo que algunos llamaron “timo ibérico”, la excepción ibérica, peleada por Sánchez ante el escepticismo de buena parte de los mandatarios europeos, que hoy discuten cómo aplicarla en sus respectivos países.
No menos importante en la hoja de ruta de Sánchez está el eludir cualquier responsabilidad de un mal resultado previo a las elecciones generales. Aunque el resultado que espera el presidente del Gobierno, según sus asesores, no será en absoluto una debacle, porque el poder municipal y la implantación territorial es una baza que prevé mantener el PSOE y que le puede librar de un estrepitoso batacazo, en general. Para casos particulares, nada como el quitarse de en medio, con la técnica de “el compañero…” “tiene manos libres para hacer y deshacer en su federación”. Es la fórmula empleada, por ejemplo, en el caso de Madrid, donde desde Ferraz no dejan de decir que es responsabilidad de su secretario general, Juan Lobato, mientras cosechan las calabazas de quienes declinan la “oferta” de ir en la lista del PSOE a la alcaldía.
Por último -y en este punto pone especial énfasis el presidente del Gobierno- tratar de buscar el cuerpo a cuerpo con Alberto Núñez Feijóo, con la esperanza de frenar esa buena imagen que los propios socialistas ayudaron a construir de él, cuando se trataba de confrontarlo con el “ultra” Pablo Casado. Habrá más debates en el Senado. Tantos como Sánchez quiera y siempre en el tema y modalidad que entienda que Feijóo domina menos o tiene más que perder. En el entorno de Sánchez aseguran que el “efecto Feijóo” se ha frenado y que la estrategia de confrontar directamente con él funciona. Hay quienes en la cúpula del PSOE admiten que, en todo caso, lo que se ha frenado es la bajada del PSOE y el trasvase de votos al PP, pero esa tendencia es la que busca Sánchez, convencido como está de que, con un año por delante, no solo hay partido, sino que hay posibilidades de ganarlo, así sea en el último minuto y de penalti injusto. El tiempo dirá…