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Pánico en Ferraz: los "ataques" de Sánchez al CGPJ ponen en jaque su reelección

Sánchez cree que el electorado no le penalizará por los últimos acuerdos con los independentistas, pero sus barones creen que a ellos sí

Pere Aragonés y Pedro Sánchez

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A nadie le cabe ya duda en el PSOE de que su líder, Pedro Sánchez, va a ir hasta las últimas consecuencias y asumir todos los riesgos que sea preciso para dar por finalizado el periodo legislativo más convulso, retocando la malversación -retocando la despenalización que proponer ERC, para acabar en un “ni para ti ni para mí”- dándole el cambiazo a la sedición, añadiendo un nuevo supuesto de “enriquecimiento ilícito” en el capítulo de la corrupción, para poder responder a quienes le recuerden que llegó a la presidencia del Gobierno tras presentar una moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy surfeando la ola de corrupción que rompía a los pies de los populares a cuenta del Caso Gürtel.

Vayamos a los efectos prácticos inmediatos: decenas de independentistas que todavía no han sido juzgados por su actuación en segundos niveles del Gobierno de la Generalitat podrían entrar en prisión si no entran en vigor las reformas judiciales que se van a aprobar en el Congreso esta semana y pueden estar publicadas en el BOE en un par de semanas. No hay que olvidar tampoco que el líder de ERC, Oriol Junqueras, tras pasar más de tres años en la cárcel, quiere volver a aspirar a todo, porque en política, el que no aspira, expira. Con esta reforma, Junqueras, cansado de chupar banquillo, podrá salir de nuevo al césped de la política catalana.

Ese es, fundamentalmente, el interés de la parroquia de ERC. Y, visto lo visto, Sánchez no quiere terminar la legislatura a malas con ERC. Sánchez y su reducido equipo de colaboradores que diseñan la estrategia con la que llegar hasta las elecciones generales son conscientes de que ganar las elecciones es difícil. ¨Pero es la principal posibilidad que baraja el presidente – asegura uno de los asesores monclovitas, al servicio de la causa- y, en todo caso, gobierna quien consigue ser investido presidente”. Que se lo digan sino a Pedro Sánchez, que fue investido presidente cuando el Grupo Socialista contaba con tan solo 85 escaños…Sánchez quiere gobernar y es consciente de que solamente podrá hacerlo si PP y Vox no logran sumar los votos que requiere una investidura.

Pedro Sánchez ha diseñado un final de legislatura más que polémico desde el punto de vista judicial e institucional, mientras sus barones, como Emiliano García-Page o el aragonés, Javier Lambán se muerden las uñas, sabedores de que la gestión del Gobierno, que tan buena acogida tiene en Cataluña, va a ser una de las bazas electorales de sus rivales populares en las elecciones autonómicas de dentro de medio año.

En el entorno de Sánchez, no obstante, aseguran que, en elecciones municipales y autonómicas, se vota en otra clave y, a excepción de la Comunidad de Madrid, la política nacional no tiene tanto peso como parece y que, si los aspirantes en Castilla-La Mancha o Aragón tratan de emular a Isabel Díaz Ayuso, se equivocarán. Claro que siempre hay algún barón disidente, que apunta con cierta sorna a EsDiario : “Seguramente se vota en otra clave, pero, por si acaso, las elecciones generales serán lo más tarde posible”. Tienen razón.

La estrategia de Moncloa pasa por separar al máximo las elecciones generales de las municipales y autonómicas. Los comicios se celebrarán un año después de la toma de estas decisiones y medio año después de las autonómicas. Esas medidas que el presidente explica con tremendo swing y entre vítores y aplausos en un acto en Cataluña, son muy difíciles de tragar para sus barones. Pero ellos tragan saliva, conscientes de que Sánchez separa sus elecciones de las autonómicas no solo por dar tiempo al tiempo y esperar que la Presidencia española de la UE le adorne, sino también para poder alejarse lo máximo posible de cualquier posible batacazo electoral en las elecciones municipales y autonómicas de mayo.

De hecho, en el entorno del presidente echan cuentas y comparan la posición de PP y PSOE tras la debacle socialista en las elecciones andaluzas -momento en el que el PP llegó a aventajar hasta en 10 puntos al PSOE- y la actualidad, cuando solo medio año después, populares y socialistas andan casi en empate técnico, si acaso con una ligera ventaja para los de Alberto Núñez Feijoo, tan ligera que no le permitiría formar Gobierno con la suma de sus votos y los de Vox. Con esa foto en la retina maneja Sánchez legislación y oportunidad, que el electoralismo lo puede todo y la memoria del electorado es flaca.