Batet, Gil y Bolaños acatan la sentencia, pero arrojan gasolina al fuego
Los presidentes del Congreso y del Senado y el ministro de la Presidencia disfrazan de declaración institucional sus mítines contra el PP y los magistrados del Alto Tribunal.
Muchos conteníamos ayer la respiración instantes antes de que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, compareciera para ofrecer una declaración sobre la decisión del Senado de paralizar el procedimiento de reforma del TC emprendido de forma tramposa por los dos partidos del Gobierno. Finalmente, Batet acató el fallo, algo que no teníamos claro que se produjera. Exactamente lo mismo nos ocurrió a muchos con el presidente del Senado, Ander Gil. También acató, a regañadientes, pero acató. Y esa es la noticia. Que tuvimos que esperar a ver si se producía algo que era lo lógico y lo normal en cualquier país democrático. Lo que ocurre es que aquí ya no nos fiamos de dos de las principales autoridades del Estado porque les vemos capaces de cualquier cosa, empezado por el presidente del Gobierno.
Y es que anoche, aunque acataron, también echaron gasolina al fuego. Se mostraron como dos ‘hooligans’ del PSOE más que como presidentes de las dos Cámaras legislativas. Sin conocer más que los titulares de prensa, sin haber leído la argumentación del Alto Tribunal, Batet y Gil se apresuraron a comparecer con tono solemne para denunciar el supuesto atropello cometido por los magistrados del Constitucional. Ander Gil, que tildó su comparecencia como “declaración institucional”, llegó incluso a atacar al PP acusándole de menoscabar la Constitución y de instrumentalizarla políticamente con su recurso de amparo.
Eso, me van a perdonar, no es una declaración institucional ni nada que se le parezca, es un mitin disfrazado de declaración institucional. Una vergonzosa utilización, la suya sí, de una institución como el Senado para favorecer las tesis de su partido y del Gobierno sanchista. Acatar mientras se incendia. Acatar por no acabar como Forcadell, en el banquillo de los acusados por desobediencia.
Lo mismo se podría decir de Bolaños, autor intelectual de esta torticera forma de legislar que trataba de escapar del debate parlamentario y de los preceptivos informes consultivos del CGPJ y del Consejo de Estado. El ministro de la Presidencia también acató la decisión del TC. Un paso adelante después de amenazar con “consecuencias impredecibles” si los magistrados decidían lo que han decidido. Bolaños compareció desde la Moncloa para insultar al PP acusándole de casi todo menos de la muerte de Manolete. Vestido de ministro actuó como un portavoz socialista. Es verdad que estamos ya acostumbrados, pero no por ello hay que dejar de escandalizarse.
Bolaños, vestido de ministro, actuó como un portavoz socialista. Es verdad que estamos ya acostumbrados, pero no por ello hay que dejar de escandalizarse.
La puesta en escena fue perfectamente orquestada a tres bandas: Congreso, Senado y Moncloa. Por ese orden comparecieron con tono solemne repitiendo en esencia lo mismo, dando a entender que entre el PP y el TC habían cometido un atropello gravísimo a la democracia. La realidad es todo lo contrario. Son ellos los que han intentado pasar por encima del Estado de derecho hasta que unos magistrados valientes se han interpuesto en el camino.
Son los tiempos que corren. La verdad no importa. Lo que vale es el relato. Presumen de proteger a las mujeres con la ley del solo sí es sí mientras decenas de delincuentes sexuales salen a la calle o ven reducida su condena. Afirman que luchan contra la corrupción con una reforma que rebaja las penas de malversación. Dicen que derogan la sedición en aras de la convivencia cuando solo les guía el bienestar de Sánchez. Y ahora acusan al PP y al TC de dar un golpe cuando son ellos los que están asaltando la Justicia y manipulando el Código Penal al dictado de los golpistas catalanes. Son los mismos que dicen que pasarán a la historia por desenterrar a Franco cuando la realidad es que pasarán por intentar enterrar la democracia.