El tren de Sánchez no cabe por el túnel de la Moncloa: pánico en el PSOE
Los últimos acontecimientos han encendido todas las alarmas en la Moncloa. No es una forma de hablar. La preocupación es máxima porque no se ve la salida al oscuro callejón de la ley del sólo sí es sí, mientras el PP toma impulso y recupera el ‘efecto Feijóo’. Este mismo fin de semana dos hechos cargados de simbolismo sirven de metáfora para poner de manifiesto esos diferentes estados de ánimo y de forma.
Por un lado, el ‘sanchismo’ ha tenido su último tropezón con los de Asturias y Cantabria que no caben por los túneles. 258 millones en trenes tirados a la basura. No es un chiste, aunque lo parezca. La realidad supera a la ficción. Es un problema que exige dimisiones o destituciones. También las requiere la ley del sólo sí es sí, que ha superado ya los 400 casos de rebajas de penas y excarcelaciones en toda España, y lo que queda. Ese asunto es un verdadero quebradero de cabeza
para Sánchez porque ha supuesto una fractura interna de difícil, por no decir imposible, solución que traslada una imagen demoledora de un de Gobierno quebrado, desunido e incompetente.
Un PP unido
Mientras, el PP vive en el polo opuesto. La ha supuesto una gran demostración de unidad, con Rajoy y Aznar y todos los líderes regionales arropando al ‘jefe’ y con las encuestas sonriendo a Feijóo. Sin ir más lejos, la de El Español de este fin de semana dispara a los ‘populares’ a los 133 escaños, mientras que relega al sanchismo a 96. Es verdad que la mayoría absoluta está muy lejos, tanto como para que ni siquiera Feijóo pueda soñar con ella. Otra cosa es una “victoria indiscutible” que le lleve a la Moncloa y le permita gobernar con relativa comodidad, sin demasiadas ataduras con Vox. A eso aspiran, tal y como reconocen en Génova sin disimulo.
El momento de Sánchez y Feijóo, del PSOE y el PP, es inversamente proporcional. Y estamos a 4 meses escasos de las elecciones municipales y autonómicas del 28-M
El momento de Sánchez y Feijóo, del PSOE y el PP, es inversamente proporcional. Y estamos a 4 meses escasos de las elecciones municipales y autonómicas del 28-M. Feijóo ha demostrado este fin de semana que el partido ha remontado el vuelo tras la traumática salida de Pablo Casado. La foto que Casado nunca consiguió junto a Rajoy y Aznar la tiene ya el gallego, con el aplauso unánime de Ayuso, Moreno, López Miras, Mañueco, Rueda y el resto de presidentes regionales. Y es que el gallego ha conseguido pacificar el partido que García Egea dejó en pie de guerra. La receta ha sido aplicar una política de mínima interferencia y máxima autonomía con los diferentes territorios. Las encuestas le sonríen y cada día parece más claro que el 28-M Feijóo se va a anotar el primer asalto del combate por la Moncloa.
Momento bajo de Sánchez
Sánchez, en cambio, está en un momento muy bajo. No le sale nada. No solo no ha conseguido dar carpetazo a los asuntos ‘feos’ como el ‘asalto’ al Tribunal Constitucional y la reforma del Código Penal al dictado de los separatistas de ERC, sino que le han salido otros problemas de diversa índole: desde el ridículo del plantón con el que le castigó Mohamed VI en Marruecos hasta el bochorno de los trenes de Asturias y Cantabria que no caben por los túneles. Pero por encima de todo eso, la ley del solo sí es sí.
El goteo de rebajas de penas y de excarcelaciones de depredadores sexuales es inevitable. Algunos expertos dicen que se se llegará a los 3.000 casos. Y eso ya no lo arregla nadie.
La tormenta no solo no amaina sino que va a más. Y aunque al final lleguen a un forzado acuerdo con para reformar la ley, lo cierto es que sus efectos perversos le van a acompañar como poco hasta el 28-M. El goteo de rebajas de penas y de excarcelaciones de depredadores sexuales es inevitable. Algunos expertos dicen que se se llegará a los 3.000 casos. Y eso ya no lo arregla nadie. Una nueva ley solo servirá para los delitos que se cometan en el futuro. Además, ahora que ya ni los socialistas niegan la chapuza, es totalmente exigible que alguien asuma la responsabilidad. Nadie lo va a hacer. Y eso se paga en las urnas.