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El blanqueamiento y engorde de ETA le revienta a Sánchez la campaña del 28-M

La frialdad del presidente ante la inclusión en las listas de Bildu de 44 asesinos condenados es un golpe mortal a las siglas del PSOE. Y los enjuagues de última hora no lo arreglan.

Pedro Sánchez, este domingo en un mitin en Vitoria.

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“Esto tiene que parar”. El desahogo de un dirigente territorial del PSOE muestra cómo Pedro Sánchez va diametralmente en contra de los intereses electorales de su propio partido.

La frialdad del presidente ante la inclusión en las listas de Bildu de 44 condenados de ETA, incluso siete de ellos (que han anunciado ante la indignación publica el “gesto cosmético” de renunciar a tomar el acta si son elegidos) con las manos manchadas de sangre, es un golpe mortal a sus siglas.

El papel de Bildu ha sido vital para sostener al Gobierno en momentos clave, respaldando desde los Presupuestos Generales del Estado a la ley de Vivienda o el fondo público de las pensiones. Sus apoyos tampoco han salido gratis.

Los barones asisten temerosos al derrumbe de los diques que iban colocando para contener el anti-sanchismo. El desasosiego se ha apoderado de sus equipos, aunque Ferraz les insista en que guarden la calma.

Demasiadas veces hay que abundar en eso de que la vida en las alturas se aleja de la calle. Al final, por allí arriba, la realidad que se percibe parece hecha de cartón piedra.

“Hay que seguir nuestro camino y no despistarse”, defiende la cúpula dirigente socialista, que este lunes desconvocó la habitual rueda de prensa de Pilar Alegría posterior a la reunión del Comité Electoral del PSOE para sustituirla por un vídeo enlatado de la portavoz de la Ejecutiva. Al núcleo duro parecieron temblarle las piernas. Claro.

Los ciudadanos sólo pueden desconfiar de un partido incapaz de fijar una posición rotunda ante el desafío de Arnaldo Otegi. Su condición de aliado preferente del Gobierno lastra a Sánchez, que prefiere esconderse tras las proclamas del fin de ETA hace doce años o los anuncios que van del mitin de turno al Consejo de Ministros.

Otegi, en su comparecencia urgente este martes en San Sebastián tras la renuncia de sus candidatos.

Intramuros de La Moncloa se sostiene que los condenados de la banda terrorista presentes en las candidaturas ya han saldado su deuda con la sociedad. Y es que, aun teniendo opciones diferentes, Sánchez nunca renunciaría a reeditar el llamado bloque de la investidura de la mano de los independentistas. Incluidos los proetarras, innumerables veces gratificados por el PSOE durante esta legislatura como un activo político.

Los barones asisten temerosos al derrumbe de los diques que iban colocando para contener el anti-sanchismo. El desasosiego se ha apoderado de sus equipos, aunque Ferraz les insista en que guarden la calma.

El papel de Bildu ha sido vital para sostener al Gobierno en momentos clave, respaldando desde los Presupuestos Generales del Estado a la ley de Vivienda o el fondo público de las pensiones. Sus apoyos tampoco han salido gratis. Ya ningún preso de ETA cumple su pena fuera del País Vasco, como un movimiento previo a la puesta en libertad en un futuro muy próximo.

Así las cosas, el hecho de haber incorporado a etarras a la carrera del 28-M demuestra que Otegi se siente seguro ante La Moncloa en cada uno de sus pasos. No es extraño. Sánchez, por desgracia, se inclina siempre ante quienes condicionan su gobernabilidad. Aunque su huida hacia adelante resulte cada día menos comprensible.

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