La discutida estrategia de Sánchez para el 28-M y la sombra del postsanchismo
Una pérdida notable de poder autonómico pondría las cosas muy difíciles a Sánchez a quien, por otra parte, todos en su partido, conceden “más vidas que un gato”.
El próximo domingo los ciudadanos decidirán, con su voto, en primer lugar, quiénes quieren que les gobiernen, tanto en sus respectivos municipios, como en las CC.AA. correspondientes. Pero del resultado en las urnas dependerá también la dinámica que vayan a marcar los dos grandes partidos para preparar sus respectivas elecciones generales.
Esta campaña electoral ha estado absolutamente invadida por contenidos y polémicas que poco o nada tenían que ver con la gestión de alcaldes y presidentes autonómicos. Pero, mientras en el PP todos parecen alegrarse de la enorme presencia de su líder, Alberto Núñez Feijóo, tanto en el debate público como en los diferentes actos de campaña que han sembrado todo el territorio, en el PSOE el sentir sobre el casi monopolio de los argumentos de campaña y la presencia de su líder, Pedro Sánchez, va por barrios.
Todos los consultados coinciden en que, pase lo que pase el domingo, no tiene por qué ser asimilado como el adelanto de las próximas elecciones generales, pero sí advierten que hay que estar atentos a ciertos detalles
Los barones socialistas, ávidos de exhibir gestión o propuestas propias, lamentan -algunos no se cortan y lo hacen tanto en privado como en público- que la estrategia diseñada por Moncloa, que un dirigente territorial resume como “cada Consejo de Ministros, una oferta electoral” les haya perjudicado en gran medida.
Algunos, como el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, buscaron su propia tabla de salvación, sin contar con Moncloa, como confirman tanto desde el entorno del propio Page, como desde el Palacio de la Moncloa, para aplacar las iras de sus electores naturales colocándose en la “foto” junto a Sánchez, para, precisamente, marcar distancias con respecto a su política.
Quienes resistan, sin embargo, al frente de sus respectivos puestos institucionales, quedarán a la espera de lo que suceda el próximo mes de diciembre.
El presidente castellano manchego abrió la veda con su desmarque evidente de la política de acuerdos con Bildu. Luego, se sumó con menos contundencia, pero con idéntica claridad, el presidente de Aragón, Javier Lambán. Otros, como el extremeño Guillermo Fernández Vara, o el valenciano, Ximo Puig, a quienes también se le atragantan esos acuerdos, y han hecho sus pinitos en el arte del desmarque de la política fiscal, por ejemplo, en el caso de la Comunidad Valenciana, se retrataron, en cambio, con una sonrisa, más o menos forzada.
Pedro Sánchez, este miércoles en un mitin en Gijón.
Sin embargo, el sentir mayoritario en la dirección socialista en esos territorios es que el ruido “nacional” y la figura de Sánchez no les ha ayudado precisamente. Muy por el contrario, temen que les pueda haber perjudicado, pero se encuentran en un terreno delicado, puesto que, si están en lo cierto y el diseño que se ha elaborado desde el Palacio de la Moncloa para esta campaña electoral les perjudica hasta el punto de hacerles perder sus opciones de Gobierno, poco podrán hacer a modo de protesta dentro del PSOE, puesto que, perdido su poder institucional, perdida asimismo su fortaleza ante la cúpula de su partido.
Quienes resistan, sin embargo, al frente de sus respectivos puestos institucionales, quedarán a la espera de lo que suceda el próximo mes de diciembre. Asegura uno de los barones que sufren por mantener sus Gobiernos que, aunque las baronías pintan poco o nada en los actuales estatutos del PSOE, no está escrito que no tengan que remangarse en la hipótesis de que, tras las elecciones generales de diciembre, Pedro Sánchez abandone la Moncloa y haya que gestionar el postsanchismo.
Los barones, ávidos de exhibir gestión o propuestas propias, lamentan -algunos no se cortan y lo hacen tanto en privado como en público- que la estrategia diseñada por Moncloa les haya perjudicado en gran medida.
Todos los consultados coinciden en que, pase lo que pase el domingo, no tiene por qué ser asimilado como el adelanto de las próximas elecciones generales, pero sí advierten que hay que estar atentos a ciertos detalles. Como muestra, un botón: la batalla por la Comunidad Valenciana.
Sin duda, hacia quién se decante el Gobierno tras el domingo definirá en buena medida el relato para potenciar los logros de unos u otros (PP o PSOE). No obstante, aun si el actual presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, logra revalidar el Pacto del Botànic, habrá que estar atentos a quién es el partido más votado en ese territorio (todo apunta que va a ser el PP) porque, de cara a las generales, entienden los expertos, que ese es un voto agregado ya al PP, que, llegada la contienda de generales, no es previsible que baje de ese porcentaje, sino que lo que se espera es que lo incremente.
Y eso pondría las cosas muy difíciles a Pedro Sánchez a quien, por otra parte, todos en su partido, conceden “más vidas que un gato”.