Moncloa hierve con las listas de Sánchez: prisas, cambios, cuentos y cuentas
El presidente va a mover sus candidaturas y remover de ellas a muchos de quienes aspiran a seguir ocupando escaño la próxima legislatura, ya sea, dando apoyo al Gobierno o en la oposición
Andan los diputados socialistas recién disueltos preocupados por su futuro. La convocatoria electoral les pilló tan por sorpresa como a cualquiera y son muchos quienes se preguntan si, en esta ocasión, se contará con ellos y, en caso de que así sea, si será en un puesto de salida.
Sánchez y su equipo buscan bajo las piedras revulsivos que puedan revertir la tendencia que hoy se vislumbra y que apunta que las urnas pueden situar al PSOE en la oposición en apenas dos meses.
Esta última cuita recorre más bien las mentes de quienes recientemente aplaudían con entusiasmo a un Pedro Sánchez, que no se ha bajado del “modo elecciones” desde la campaña del 28-M.
No les faltan motivos para estar preocupados, puesto que el retroceso del PSOE se hizo más que evidente el pasado domingo, pese a que las elecciones municipales suelen ser comicios que no castigan en exceso a los socialistas, dada la gran implantación y estructura que posee en todos los territorios de España, por pequeños que sean y porque el voto municipal tiene un componente muy personal, de conocimiento del candidato que, en buena medida, está por encima de las siglas.
En todo caso, Sánchez va a mover sus listas electorales y remover de ellas a muchos de quienes hoy aspiran a seguir ocupando su escaño la próxima legislatura, ya sea, dando apoyo al Gobierno, o en la oposición.
Esos revulsivos son barones, alcaldes y alcaldables con tirón ante su electorado, que puedan contrarrestar en cierto modo el rechazo que Sánchez pueda generar en determinados grupos de votantes.
Así, en los cuarteles generales del PSOE se barajan nombres como el de Ximo Puig, quien se dispone a abandonar la presidencia de la Generalitat valenciana, aunque goza de una buena imagen en los estudios cualitativos que poseen en el PSOE, según fuentes socialistas. Es decir, según estas fuentes, buena parte del electorado valenciano, hayan votado o no a Puig en estas elecciones, son susceptibles de votarle si encabeza la lista en su tierra, por ejemplo.
Y a los gurús de la estrategia electoral del entorno de Sánchez no se les escapa que, pese a perderlas elecciones, Puig subió 5 escaños tras 8 años de gobierno en su Comunidad y el Pacte del Botànic no se pudo reeditar, por la desaparición de Podemos en las Cortes Valencianas.
Puertas afuera, el cierre de filas con Sánchez es total. Puertas adentro, las aguas bajan revueltas.
No es el único caso al que dan vueltas en el entorno de Sánchez: el que fuera alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, es otro de los perfiles que les encajan para incorporar a las listas. En este punto, se plantean desde el núcleo más cercano al presidente del Gobierno que hay “muchos antiguos votantes del PSOE, que no nos han votado, que se han desahogado, pero que ahora pueden replanteárselo al ver el mapa teñido de azul y la euforia de PP y de Vox la noche electoral”.
Sánchez necesita votos, como agua de mayo. De hecho, un dirigente del socialismo catalán, del PSC, comentaba hace unos días que, para poder aspirar a seguir gobernando, los socialistas deberían, al menos, doblar su representación en Cataluña, donde ahora tienen 12 representantes, frente a los 13 de ERC, 8 de Junts, 7 de los Comunes de Ada Colau y los dos del PP, la CUP o Cs, respectivamente.
Del 20% que obtuvo entonces el PSC, tendría que encaramarse casi al 40%, para poder doblar su representación en la Cámara Baja, tal como necesita Sánchez, pero eso, hasta para el ex ministro Salvador Illa, que goza de buen predicamento en el electorado catalán, como se apreció en las últimas autonómicas, es una proeza muy difícil de alcanzar
Batet o Iceta en el decisivo caladero catalán
“Pero no es imposible – apunta este mismo dirigente catalán- si vemos la tendencia a la baja de ERC, o de Podemos (en Cataluña sería, en realidad En Comú Podem) y si sabemos apelar al voto útil de aquellos votantes que, en otras ocasiones, se decantan por los nacionalismos o por el independentismo partidario de pactar con el Gobierno español”.
La cuestión es cuánto es capaz de fagocitar el PSOE a quienes fueron sus socios hasta anteayer y si la que fuera cabeza de lista por Barcelona, Meritxell Batet, es la más indicada para acometer este enorme reto o, quizás debería ser el ministro de Cultura, Miquel Iceta quien se ocupe de tamaña empresa.
Con todo, Sánchez busca arroparse con perfiles que sean valor seguro entre su electorado, como por ejemplo el del alcalde de Vigo, el socialista Abel Caballero, a quien buena parte de los vigueses votan “por ser vos quien sois”, porque su tirón personal está por encima de la marca PSOE.
En estos días se están cocinando nombres y candidaturas, perfiles potentes que, ante el electorado, sean capaces de explicar la parte buena de la gestión del Gobierno del PSOE y convenzan a su electorado de que ya han castigado suficientemente al partido y que, para evitar ver ese mapa teñido del azul y el verde de PP y Vox, deberían entonar el “pelillos a la mar”.
Como argumento es arriesgado, pero lo más complicado no es tanto contar el cuento, sino que el 23J le salgan las cuentas a Sánchez.