Pedro Sánchez, sin ninguna posibilidad ante el 23J: erró del todo con Feijóo
Pedro Sánchez perdió el cara a cara contra Feijóo. Y no -solo- por el contenido. Perdió, sobre todo, por los errores de comunicación que cometió en el estudio de Atresmedia. Los analizamos.
Percepción es realidad. Esta afirmación constituye un axioma básico de la comunicación política y sintetiza, al mismo tiempo, el cúmulo de errores en los que ha caído Pedro Sánchez durante el cara a cara con Alberto Núñez Feijóo en Atresmedia. Y es que el todavía Presidente del Gobierno no ha perdido el debate -solamente- por el contenido expuesto, sino que, y sobre todo, por sus desatinos en la comunicación política. Todos los errores que podía cometer, los cometió.
Perdió una importante oportunidad
En primer lugar, cabe remarcar que un debate en plena campaña electoral no es decisivo. Tal y como expone la teoría de los efectos limitados, la influencia que puede tener un formato como este sobre el electorado es baja y, en la mayoría de los casos, funciona como mero ratificador de posiciones: los conseguidos por Pedro Sánchez se reafirman en tal voto y lo mismo Feijóo con los suyos. De ahí que en los debates todos ganen de cara a los suyos.
Sin embargo, hay dos relevantes factores que influyen en esta ocasión: uno, que esto no era propiamente un debate sino un cara a cara y la autoridad proyectada es netamente mayor; y, dos, el importante número de votantes neutros o indecisos -los cifran en más de 400.000- en los que sí influyó este debate para su toma de decisión. Pedro Sánchez, en suma, desaprovechó una oportunidad en la que sí podía revertir, un tanto, la tendencia que ya remarcan todas las encuestas en favor de Feijóo.
Sánchez elevó a Feijóo a la categoría de Presidente
En segundo lugar, Pedro Sánchez no solo ha desperdiciado la oportunidad, sino que ha invertido su lógica. Otro craso error. Cuando uno es Presidente del Gobierno tiene un innato privilegio: la capacidad de vender su gestión y no de elucubrar con lo que hará. De ahí que el que ostenta tal condición suela ejercer una comunicación propositiva, acorde con su rango institucional. El líder de la oposición, en cambio, debe incidir en lo que ha hecho mal el Presidente -campaña en negativo- y mostrar la promesa de que él lo habría hecho mejor. Sin embargo, inconsciente o conscientemente, Pedro Sánchez ha invertido los papeles: él hizo la campaña en negativo y le regaló a Feijóo la campaña en positivo.
Así, el Presidente del Gobierno ocupó gran parte del debate en criticar las actuaciones del líder de la oposición. Y el líder de la oposición, empero, en vender su programa electoral. Ergo, Pedro Sánchez elevó a la categoría de Presidente del Gobierno a Alberto Núñez Feijóo, mostrando una incoherencia con su discurso: él mismo ya no se cree que es el líder del Ejecutivo ni, mucho menos, que vaya a ganar las elecciones del 23J.
No era indignación, era desesperación
En tercer lugar, confundió la indignación con la desesperación. Otro inaudito error de Pedro Sánchez. No estaba indignado, como dijo, estaba sometido a un estrés que somatizó en un incontrolable nerviosismo. No era fingida, la desesperación era real. Tanto que hasta se mostró maleducado con los moderadores: hasta tres veces seguidas le tuvo que exigir Vicente Vallés que le respetara y le hiciera caso. A partir de ese momento, hiciera lo que hiciera, Pedro Sánchez ya había perdido el debate. Con el líder de la oposición puede llegar a tener un cierto sentido estratégico, pero que fuera arrogante y maleducado con los jefes del debate -los moderadores- carece de justificación alguna. Y eso los espectadores lo saben.
No solo eso. Como decíamos, fue un cara a cara. No una tertulia de televisión, tampoco un debate electoral propiamente. Se confrontaban dos modelos o visión de país, no dos personas. Los indecisos toman su decisión electoral en base a las propuestas, no en base al victimismo personal del candidato: Pedro Sánchez quiso focalizar el debate en él, en la persona, no en su gestión o, mucho menos, en su programa electoral. Incomprensible error de comunicación. Si no tenía nada que perder, perdió toda oportunidad.
Una gesticulación muy elocuente
En cuarto lugar, la comunicación no verbal. Esto no es una ciencia exacta. Pero Sánchez lo hizo demasiado evidente: comenzó el debate con ligeros temblores en sus manos que se apreció en múltiples planos. Si se está nervioso, lo menos que puede hacer un político es evidenciarlo tan claramente. Debería haber sido consciente de su estado emocional y tratar de ocultar una gesticulación tan desenfrenada -y ciertamente incoherente con su discurso- que ha sido percibida por los espectadores como un descontrol absoluto de la situación. Feijóo comenzó controlando la situación y terminó de la misma forma. Las dos horas de cara a cara fue todo un tormento para un Pedro Sánchez que subestimó a su adversario y se confundió de formato: ni era eso una rueda de prensa ni, tampoco, una entrevista.
Pedro Sánchez perdió estrepitosamente. Y no hace falta, tan siquiera, analizar el contenido del debate para llegar a esa conclusión. Las formas han sido suficientes para sentenciar a un Pedro Sánchez que, o tiene un golpe de suerte, o ha perdido toda posibilidad de remontar un mínimo de cara al 23J.
comunidad-valenciana/valencia
Sánchez mintió hasta con el caballo de Barrera: se llama Escipión, no Caudillo