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Sánchez usa viejos escándalos del PP y Feijóo aparca las corruptelas del PSOE

El socialista, tras tirar de 11M, Irak, Gürtel…intentó ensuciar al rival con un fake. El lidér popular no utilizó manchones recientes (Tito Berni o Gámez) ni pasados (GAL, Filesa, Roldán...)

Sánchez este lunes.

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Dos hombres y un destino. Paul Newman espeta al forajido con el que va a pelear el liderazgo de la banda: “Antes tenemos que concretar las reglas”. El rival le replica: “Cuando se pelea a cuchillo no hay reglas”. Newman le atiza una patada en la entrepierna. “De acuerdo, se permite todo en esta pelea”. El forajido cae al suelo. Newman, caballeroso, pide “que alguien cuente 1, 2, 3”. Y, acto seguido, le golpea antes de que se levante. El rival queda ko.

Llama la atención el celo sanchista sobre los 39.000 euros de dietas de Feijóo cuando el PSOE legalizó que Tito Berni actuase como portavoz parlamentario justo de sus áreas comerciales. Le dio carné de lobista con escaño.

Algo parecido sucedió ayer en el debate entre Sánchez y Feijóo. Los moderadores recordaron que podían interrumpirse. Y Sánchez se lo tomó al pie de la letra: cada vez que intervenía Feijóo le interrumpía o pisaba con ruido verbal o gestual. Sánchez consumía dos turnos, el propio y el ajeno, mientras milagrosamente los relojes marcaban que hablaban igual. No interrumpía para corregir un dato, sino para ejercer de machacón bot: “PP y VOX es lo mismo”, “pregunta a Vara”…

Pero Sánchez usó otro truco de cuatrero experimentado: en el minuto final de un bloque, cuando ni podía replicarle Feijóo ni le dejaron hacerlo, introdujo dudas sobre el salario del presidente del PP y lo vinculó a los sobresueldos en b del PP.

La gran diferencia es que las dietas cobradas por Feijóo están declaradas ante Hacienda, aunque no figuraran en su declaración inicial en el Senado, omisión similar a las practicadas por un exvicepresidente de Sánchez cuando era europarlamentario.

La prueba del bluf de los 39.000 euros es que Ander Gil, presidente del Senado, ha reconocido que no puede sancionarlo. Ergo, ni es una falta parlamentaria, ni un sobresueldo b, algo que Gil debería denunciar. De hecho, lo ilegal sería que Feijóo usase dietas del Senado para su labor como presidente del PP.

Sánchez usó otro truco de cuatrero experimentado: en el minuto final de un bloque, cuando ni podía replicarle Feijóo ni le dejaron hacerlo, introdujo dudas sobre el salario del presidente del PP y lo vinculó a los sobresueldos en b del PP.

Llama la atención el celo sanchista sobre los 39.000 euros de dietas de Feijóo cuando el PSOE legalizó que Tito Berni actuase como portavoz parlamentario justo de sus áreas comerciales. Le dio carné de lobista con escaño.

La generosidad o estrategia de Feijóo dejó en la cuneta a la directora de la Guardia Civil enriquecida con contratos familiares vinculados a la peor cesta de corrupción nacional (los ERES), los contratos a empresas dirigidas por parientes de Calviño o de su exsecretaria de Estado (más de 900 millones), el rosario de tropelías bajo Ximo Puig, la conexión socialista con los escándalos en la UE de Kaily, los contratos amañados de Mediador, incluidos traficantes de armas.

Por no hablar de qué pasaría si Feijóo tuviese una familia política que alternase actividades en la extrema derecha con la gestión de clubs que amablemente llamamos saunas, como denunció este diario hace un año. Y una esposa estrella de eventos o cátedras que financian empresas públicas y privadas con vínculos con el gobierno.

Gámez, Calviño y De la Cueva

Los analistas discuten si Feijóo o Sánchez ganó el debate. Pero hay un capítulo que perdió Sánchez. Si tras meses de escudriñar la trastienda de Feijóo sólo exhuma unas dietas legales sin darle opción a respuesta para que no se lo chafe... Y para ahondar en sus tiros tiene que resucitar las mentiras de Aznar sobre el 11M o su pacto para invadir Irak o que Rajoy habló con Bárcenas... Mal pinta para el presi.

Sánchez cuela que negar el calentamiento global es tan grave como el asesinato. Le parece feo que le griten que te vote Txapote. Pide que Feijóo lo condene. Pero los amigos de Txapote ya le votan. Bildu le ha socorrido en una veintena de leyes.

Y sólo sabemos de sus llamadas que le pinchó su amigo el rey de Marruecos. ¿Habló Sánchez con Gámez tras saltar las acusaciones; con Calviño y Ana de la Cueva tras destapar este diario sus contratos familiares; con sus ministros dimisionarios por tener sociedades instrumentales; con condenados de los eres; con Puig tras aflorar negocios bajo sospecha; con el presidente de Correos tras sus exóticos contratos; con Tito Berni antes o después de los selfies; con los indultados indepes; con dirigentes de Bildu…?

Sánchez tuvo tiempo para leer currículos machistas o negacionistas de dirigentes de VOX. Feijóo no usó sus minutos en desgranar las condenas de los 44 candidatos de Bildu. Ni la de su jefe, Otegi, y otros que les precedieron en puestos directivos o electorales. ¿Con qué armas dispararon, cuántas veces, dónde acecharon a la víctima, su edad, sus deudos, cómo lo justificaron, cómo ayudaron a ETA?

Sánchez cuela que negar el calentamiento global es tan grave como el asesinato. Le parece feo que le griten que te vote Txapote. Pide que Feijóo lo condene. Pero los amigos de Txapote ya le votan. Bildu le ha socorrido en una veintena de leyes. En parte porque acercó a Txapote a Euskadi en 2022, entre otros etarras no arrepentidos, con un siglo de condena por una decena de asesinatos. Sánchez le llama “vil asesino” en el debate, pero lo acerca.

Cuando el líder socialista acusa a Feijóo de escándalos vinculados a Aznar o Rajoy hace décadas, el candidato popular no usa el túnel del tiempo para fustigarle por los GAL, casos Rubio, Roldán, el hermano de Guerra, Filesa... Sánchez lo agradece: el PSOE no tiene pasado, y el futuro con el PP es tenebroso.

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