El ataque de sinceridad de Óscar Puente sobre la amnistía desmonta a Sánchez
El nuevo ministro de Transportes reconoce que si el PSOE no hubiera necesitado los votos de Puigdemont “probablemente no hubieran adoptado una ley de amnistía”
Según el relato oficial del PSOE y de Moncloa, la Ley de Amnistía para perdonar todos los delitos a los afectados por el procés independista se adopta en favor de “la convivencia”, la “pacificación” y la “reconciliación”. Sin embargo, el nuevo ministro de Transportes, Óscar Puente, se le escapó públicamente en una entrevista en el Canal 24 Horas de TVE el verdadero motivo de la amnistía: comprar los siete votos de Junts para la investidura de Pedro Sánchez.
"¿Si no hubierais necesitado esto, la amnistía, para la investidura lo hubierais adoptado? Probablemente no, pero estoy seguro que a lo largo de la legislatura la medida hubiera acabado imponiéndose?", reflexiona Óscar Puente sobre la polémica medida acordado por Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, admitiendo que la amnistía se adopta para lograr la mayoría en la investidura -algo que es evidente, pero que el PSOE evita reconocer y se limita a vender la amnistía como una forma de “convivencia”-.
Óscar Puente ha reconocido además que es “lógico que se critiquen los cambios de posición del PSOE en este asunto” pero ha destacado que haya que analizar “si tienen coherencia con el momento que se está viviendo”. “A nadie se le oculta que adoptar esta medida en este momento se vincula con la formación de gobierno. Sin esta medida, la investidura no es posible", ha indicado el ministro de Transporte.
Desde el PP han contestado a Óscar Puente que con su reconocimiento de que la amnistías es sólo por la investidura, “se carga la exposición de motivos de la ley de amnistía y reconoce que su fin no es ningún bien jurídico superior como la convivencia. Es una simple compraventa de siete votos. El único fin es mantenerse en el poder, ejercerlo contra todos y por encima de todos”.
El vallisolitano también tiene palabras para la marcha de Irene Montero y Ione Belarra, indicando que “entre los nuevos ministros hay un sentimiento generalizado de cierto disgusto con las formas” en las que las dos ex ministras se despidieron.