El divorcio entre Sumar y Podemos abre varios frentes inquietantes para Sánchez
Si el resultado electoral no amedrentó a Sánchez, nadie en su sano juicio esperará que le haya asustado el “portazo” de los cinco diputados morados con Belarra a la cabeza.
Aunque aseguran los suyos que Pedro Sánchez “ni pestañeó” cuando se enteró, por la prensa, de la noticia, sí quiso levantar el teléfono para conocer la versión de Yolanda Díaz, su vicepresidenta segunda y socia en el Gobierno.
Mientras presidente y vicepresidenta comentaban la jugada de Podemos, el poliministro, Félix Bolaños, se comunicaba con la líder de Podemos, Ione Belarra, para testar el alcance de la ruptura a su izquierda. Según las fuentes consultadas, Belarra tranquilizó al ministro Bolaños, al decirle que no piensan boicotear la aprobación de la Ley de Amnistía, así como tampoco el paquete de reformas en materia social que está preparando el Ejecutivo.
No llegaron a hablar de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, aunque fuentes del Ejecutivo confían en que, el carácter social de los mismos, haga imposible a Podemos poder explicar un voto en contra.
En todo caso, no parece que el Gobierno esté intranquilo con respecto a la posibilidad de boicot a su tarea legislativa, porque, según fuentes socialistas, aparte de los grandes ítems mencionados y los respectivos ejercicios presupuestarios, Sánchez no se plantea que el Ejecutivo desarrolle una gran tarea legislativa en este periodo.
Sean o no el cuento de la lechera las cuentas y expectativas socialistas en Galicia, la cuestión es que la exhibición de nuevas broncas en el seno de la izquierda es un efecto no deseado para Sánchez ni para su próxima escaramuza y así lo admiten desde el cuartel general del PSOE.
Eso es algo que ya anunció a los suyos el día después de las elecciones generales del 23-J, cuando se mostró convencido de que su Gobierno era viable y que Alberto Núñez Feijóo iba a fracasar estrepitosamente en su intento de ser investido presidente. Sin embargo, sí le inquieta algo más el efecto que pueda tener electoralmente ese sonado divorcio entre Sumar y Podemos.
El "feudo" de Feijóo
El presidente del Gobierno y líder del PSOE, tienen una nueva meta entre manos: arrebatar la mayoría absoluta al PP en Galicia, el feudo de Feijóo, y, por consiguiente, arrebatarle el Gobierno de la Xunta de Galicia a los populares.
En los estudios encargados por los socialistas, existe la posibilidad de que, si el PP no alcanza la mayoría absoluta en Galicia, se quede sin poder gobernar y que sea una coalición entre el BNG y el PSdeG quien logre arrebatarle la presidencia.
Entienden en el PSOE que Alfonso Rueda, el actual presidente, que heredó o, mejor dicho, fue investido en el cargo cuando Feijóo abandonó la presidencia para ocuparse al 100% de liderar y relanzar al entonces maltrecho PP, a raíz de la guerra sin cuartel desatada entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, está al borde de perder la mayoría absoluta.
Díaz, Iglesias e Irene Montero en los tiempo de unidad en Podemos.
En los estudios encargados por los socialistas y otros que han ido cayendo en sus manos, existe la posibilidad de que, si el PP no alcanza esa mayoría absoluta, se quede sin poder gobernar y que sea una coalición entre el BNG de Ana Pontón (hoy primera fuerza política de la oposición en el Parlamento Gallego, por delante de los socialistas) y el PSdeG quien logre arrebatarle la presidencia.
Aunque en la actualidad no hay representación de la izquierda a la izquierda de los socialistas, lo último que cree Sánchez que ayudaría a reforzar la posibilidad de hacer saltar por los aires esa mayoría absoluta reiterada en el tiempo del PP, es una bronca entre Podemos, Sumar, Marea, Esquerda Galega, con todo el ruido que eso conlleva y lo que puede suponer a la hora de desincentivar al votante de izquierdas.
En el entorno de Sánchez ya dan por hecho que pensar en una candidatura unitaria a la izquierda de los socialistas, que pudiera aportar, si acaso, algún escaño al bloque contrario al PP sería absurdo, visto lo visto, pero sí están convencidos de que el alboroto alrededor de todas las formaciones de izquierdas más radicales es negativo para sus expectativas y no ayuda en sus planes de darle una estocada a Feijóo lo antes posible (esperan que las elecciones se celebren en marzo de 2024).
El presidente del Gobierno tiene una nueva meta entre manos: arrebatar la mayoría absoluta al PP en Galicia, el feudo de Feijóo, y, por consiguiente, arrebatarle el Gobierno de la Xunta de Galicia a los populares.
Sean o no el cuento de la lechera las cuentas y expectativas socialistas en Galicia, la cuestión es que la exhibición de nuevas broncas en el seno de la izquierda es un efecto no deseado para Sánchez ni para su próxima escaramuza y así lo admiten desde el cuartel general del PSOE. ¡Como si no tuviesen motivos ya para inquietar a sus potenciales votantes!