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Al BNG le faltan 68 votos: los gallegos abatidos por ETA

Las víctimas reclaman a Otegui, socio de Pontón, que aclare crímenes sin resolver como la desaparición de tres jóvenes en 1973

Ana Pontón, candidata del BNG a la Xunta

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Es bueno que el etarra Pernando Barrena sea eurocandidato y asesor del BNG. Igual consigue que los ex dirigentes de ETA confiesen un secreto. ¿Dónde están Humberto Fouz Escobero, Jorge García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga? Tres veinteañeros gallegos desaparecidos tras cruzar la frontera francesa en 1973 para ver El último tango en París, película prohibida en la España franquista.

ETA los creyó policías. Los secuestró, torturó y asesinó. ¿Pero dónde están sus cadáveres? Cometieron tres errores: acento gallego, ser jóvenes y vivir en Euskadi. El cliché del txakurra.

Entonces los nacionalistas vascos no amaban a los gallegos. Maketos. Sospechosos para la secta de Otegui. Y, para colmo, algunos para huir del hambre osaban vestir uniforme.

Galicia anteayer lloraba sus paisanos muertos. Hoy el BNG jalea a jefes del matadero. Clona el modelo de patria de ETA/Bildu. Pero le faltan 68 votos: los gallegos asesinados por ETA.

El BNG ignora los gallegos borrados por ETA. Pero Coral Rodríguez Fouz, sobrina del desaparecido Fouz, no olvida. "A quienes lo saben, que digan dónde están los restos".

Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de Víctimas, acota. "Hay media docena de personas que fueron testigos o protagonistas y que siguen vivos". Que sigan el ejemplo del IRA, que aclaró el paradero de "una docena de desapariciones". Que lo hagan por "humanidad y ante quien quieran y de la forma que deseen, desde el anonimato".

Otegui aplaude que el Sinn Fein, el brazo político del IRA, pueda gobernar en Ulster. Ve cercano igualarlo en Euskadi. Punto. Hasta ahí las imitaciones.

Coral exige "a los líderes de la izquierda abertzale, a Arnaldo Otegi y Rufi Etxebarria, que digan lo que saben y que se sepa dónde están sus cuerpos". ¿Llevará a la UE este asunto Barrena, como hace con las torturas policiales? Son un jalón en un largo historial de gallegos abatidos por ETA. Merecen ser recordados hoy que se vota a un partido sin memoria.

Algunos de los 68 muertos que Galicia debe a ETA

1968. El guardia José Antonio Pardines. Pide la documentación de un coche. Se agacha para verificar la matrícula. Los dos ocupantes son Iñaki Sarasketa y Francisco Javier Etxebarrieta 'Txabi', que le dispara en la cabeza. Tenía 25 años.

1973. Los tres veinteañeros desaparecidos en Francia.

1974. Apala asesina al guardia Manuel Pérez Vázquez. Mueren Baldomero Barral Fernández y María Josefina Martínez. Un matrimonio coruñés que desayuna en una cafetería madrileña, Rolando, que nunca admitió ETA haber volado.

1975. El policía Ovidio Díaz López. Intentaba frenar un atraco bancario de ETA en Barcelona.

1977. El guardia Constantino Gómez Barcia. 21 años. Ametrallado cuando volvía de una fiesta.

1978. El obrero metalúrgico Luis Candendo Pérez. 25 años en Euskadi.

1980. Los guardias Ángel Prado Mella y José Vázquez Plata. Ametrallados cuando vigilaban una vuelta ciclista en Álava.

1982. Muere en atentado el guardia Benjamín Fernández Fernández.

1984. El teniente general Guillermo Quintana Lacaci. Abatido cuando salía de misa en Madrid.

1985. El vicealmirante Fausto Escrigas. Y el guardia Fernando Amor Calvo cuando desactivaba una bomba frente a un bar de Álava.

1986. El teniente coronel Carlos Besteiro Pérez.

1987. El conductor de autocar Ángel Ramos Saavedra, víctima del atentado en Zaragoza. En Hipercor perecen María Paz Diéguez Fernández, María Emilia Diéguez y Matilde Martínez Domínguez. Y el guardia Antonio López Martínez por una bomba de 20 kilos de Goma-2.

1991. El guardia Ricardo Couso Ríos. Tiroteado cuando esperaba que sus hijos salieran del colegio en Vizcaya. Tenía 38 años. Seis balazos.

1995. El comandante de artillería Luciano Cortizo en León por bomba lapa. Hirió gravemente a su hija.

1998. El subteniente Alfonso Parada Ulloa.

2001. El trabajador eléctrico José Ángel Santos Laranga. Víctima de un atentado contra un edil socialista.

2002. El policía municipal Manuel Ferreira Simois.

Aquí yacen gallegos cuyo único delito fue vestir uniforme. Agentes en pleno acto de tortura como esperar a sus hijos, vigilar una carrera ciclista, comprobar una matrícula o salvar un bar de una bomba.

Y paisanos que osaron comprar en Hipercor o desayunar en Rolando sin permiso de ETA. Hay obreros muertos con otro uniforme: metalurgia, electricidad… ¿No son así los votantes del BNG?

Trágica ironía. Un guardia gallego abatido por ETA se apellida Couso. Izquierda y judicatura progre se movilizaron contra el asesinato por EEUU del periodista gallego José Couso en Irak. Hice mía tal causa. Pero el Couso guardia no tuvo tal corte. Algunos Couso son más Couso que otros.

Las víctimas lo sentencian en versos.

"Porque la Patria es lo primero,

porque alguien lo ordenó,

porque Euskadi es nuestro dios,

el que está en lo más alto,

el que existía antes de la nada,

el que tiene el poder,

el que decide quién vive y quién muere".

Y clavan silencios como el del BNG.

"Aquí, ya no dice nadie,

queda el silencio,

solo ante la infamia.

Aquí, ya no dice nadie,

murieron los que decían,

por la espalda".

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