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La amnistía, salvavidas de Sánchez: compra tiempo acorralado por el 'caso Koldo'

El PSOE y Junts han llegado a un acuerdo que, si nada cambia, se materializará este jueves en la ya convocada Comisión de Justicia en la que aprobará el dictamen de la Ley de Amnistía.

Pedro Sánchez junto a Carles Puigdmont

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Un escándalo tapa al anterior. Es la estrategia que Pedro Sánchez, prácticamente sin excepción, ha venido usando desde que pisó por primera vez la moqueta de La Moncloa y que, al menos por el momento, le hará resistir parapetado por una trama de corrupción que, con creces, ya trasciende al exministro de Fomento José Luis Ábalos y a su para todo asistente Koldo García.

"Han pasado 13 días y el balance es cero explicaciones, cero dimisiones, cero ceses y cero disculpas. Cada día la situación es más grave y cada día están más escondidos", afirman a ESdiario fuentes de la dirección nacional del PP. El alud de información sobre el "caso Sánchez", como ya denominan desde la oposición al Ejecutivo, no cesa. Este lunes, sin ir más lejos, a última hora de la tarde, se conocía una decisión de la Fiscalía europea que no es -tan solo- demoledora para un Gobierno achicharrado por múltiples frentes sino que, lo peor, también para el prestigio internacional de España: la Fiscalía Europea ha abierto una investigación oficial sobre los contratos firmados por el el Servicio de Salud de las Islas Baleares que presidía en aquel momento Armengol para el suministro de mascarillas con la denominada 'trama Koldo'.

El PSOE ya no "lucha contra la corrupción"

"La presencia de Armengol y Torres en la vida pública mancha la imagen de nuestro país", aseveran fuentes solventes del PP a ESdiario, reclamando -sin éxito, una vez más- una "asunción de responsabilidades inmediata". Y es que la tercera autoridad del Estado, la socialista Francina Armengol, como presidenta del Congreso, se niega a dimitir. Paradojas de la política, el PSOE pedía, en 2017, la dimisión de Rajoy -cercado por la corrupción del PP- "por dignidad política, por la dignidad de nuestras instituciones, por la dignidad de nuestro país". Fue, de hecho, esa lucha "contra la corrupción" la que justificó la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez, por primera vez, a La Moncloa.

Las tornas, ahora, han cambiado y el PSOE está subsumido en una profunda incoherencia. Habiendo gastado el comodín -o cortafuegos- de la expulsión de un Ábalos que se ha propuesto resistir en el Grupo Mixto, manteniendo la importante condición de aforado y el escaparate mediático que le otorga seguir siendo diputado, desde Ferraz y el Ejecutivo han dispuesto la incomparecencia y la no asunción de responsabilidades por bandera. Craso error que no hará sino que incrementar la sospecha del Gobierno más inestable en democracia.

La amnistía, el balón de oxígeno para Sánchez

Si parecía que el mayor interesado de la amnesia "inconstitucional", como la calificaban desde el propio PSOE antes del 23J al referirse a la Amnistía, es un Carles Puigdemont que domina el futuro del Gobierno de España con los imprescindibles, para Sánchez, siete diputados de Junts, el caso Koldo ha obligado un cambio de 180 grados.

La Ley de Amnistía, ya pactada -si nada cambia- entre PSOE y Junts, que pasará este jueves el primer escollo en la Comisión de Justicia para su aprobación en el Congreso (después de que Junts, hace un mes, la impidiera exigiendo que fuera "integral" y perdonara todos los delitos de terrorismo), se ha convertido en el único salvavidas de Pedro Sánchez. Desconociendo, todavía, los términos en los que se cerró el pacto, los socialistas inciden en que no tienen previsto "hacer ninguna modificación" en cuanto al terrorismo, como pedía Junts. ¿Magia o una nueva tergiversación de la realidad para sostener un dudoso relato? Una respuesta que se conocerá, seguramente, en las próximas horas. Y la magia no existe.

"Ahora el Gobierno quiere hacer pasar la amnistía como un hito para tapar la corrupción", subrayan a este periódico desde la dirección nacional del PP al tiempo que califican la Ley de Amnistía como "un despropósito añadido a lo que Sánchez ha convertido a la política española".

La medida de gracia redactada por los propios agraciados, algo totalmente inédito en España y en cualquier otro país democrático, además fuera de nuestras fronteras y hasta de la Unión Europea -entre Waterloo y Suiza-, cumple, por consiguiente, una doble función en beneficio de Pedro Sánchez: uno, le permite sacar pecho de la supervivencia de su Gobierno incidiendo en su alta capacidad negociadora y, dos, desvía la atención mediática de su actual escándalo de corrupción que -saben en La Moncloa- le está pasando una alta factura incluso entre sus propios votantes.

Pero que no se olvide. "La Amnistía no cabe", "es inconstitucional", "eso no es planteable en un estado constitucional, porque sería suprimir el poder judicial" o "no va a haber amnistía ni referéndum", eso aseguraban hasta los pasados comicios generales del 23J todos los socialistas y con Pedro Sánchez a la cabeza. Y nada ha cambiado desde entonces más allá de la ineluctable ansia del presidente del Gobierno de mantenerse en el poder.

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