Armengol sale mal parada: mucho victimismo, grandes dudas y una grave mentira
La presidenta del Congreso y ex presidenta de Baleares no ha podido despejar las dudas sobre el contrato de mascarillas con la 'trama Koldo' que le ha puesto al borde del abismo.
La presidenta del Congreso y ex presidenta de Baleares, Francina Armengol, ha dado explicaciones a su manera sobre el contrato de compra de mascarillas por 3,7 millones a la empresa de la trama Koldo, Soluciones de gestión, S.L. En una rueda de prensa desde la Cámara Baja se ha disfrazado de víctima, ha negado que hubiera corrupción alguna en su Gobierno balear, pero ha sido incapaz de negar que algún miembro de la trama hablara con ella o con alguien de su equipo para recomendarle la compra con esa empresa.
Armengol ha utilizado la táctica del victimismo. Ella, tercera autoridad del Estado (lo ha repetido varias veces) ha dado a entender que prácticamente se veía rebajada a tener que dar explicaciones por culpa del PP que le acusa sin fundamento.
“Sobre todo voy a defender a esta casa”, ha dicho. Es como si atacarla a ella fuera atacar al Congreso, a la sede donde está representada la soberanía nacional. Ha querido transmitir la idea, o esa impresión ha dado, de que ella, debido a su posición, está un peldaño por encima y que no es de recibo que se la mezcle con la corrupción.
Además, en esa misma táctica del victimismo, ha recordado lo mucho que sufrió su Gobierno durante la pandemia, también para traer material de protección para los médicos y los ciudadanos. Lo que no ha recordado es cómo, en medio de aquel sufrimiento tan grande y con todos los ciudadanos encerrados en sus casas, ella decidió aliviar su sufrimiento yéndose de copas y saltándose las restricciones. Nunca tuvo consecuencias para ella.
La gran mentira de Armengol
Pero más allá del victimismo, la presidenta del Congreso también ha utilizado una gran mentira para no dimitir. Dice que no está investigada ni sale en el sumario. Falso, sí está investigada. La fiscalía europea investiga a su Gobierno, a su administración, por el presunto uso de fondos europeos para comprar las mascarillas de la trama Koldo.
No niega que la 'trama Koldo' la contactara
La exigencia del PSOE con Ábalos no es igual con ella. Armengol no recibe el mismo trato a pesar de las muchas dudas que existen en su comportamiento. La primera y más grave no ha sido capaz de aclaradla en su comparecencia ante la prensa: ¿Koldo, Ábalos o alguien de la trama le contactó a ella o a alguien cercano a ella para recomendarle la empresa de las mordidas? Tres veces le han hecho la pregunta y tres veces se ha ido por la tangente. No lo ha negado.
Esas respuestas evasivas hacen sospechar necesariamente que sí fue contactada por la trama de corrupción y que puede haber pruebas de ello. Hubiera sido muy fácil y muy beneficioso para ella negarlo, pero no lo ha hecho. Probablemente no puede hacerlo.
Cronología demoledora para Armengol
Y también ha sido incapaz de aclarar la cronología de los hechos, que le dejan a los pies de los caballos. Sus explicaciones han sido vagas y pobres ante una sucesión de actuaciones muy sospechosa:
1.- Abril 2020. Armengol compra las mascarillas por 3,7 millones de euros a la empresa de la trama Koldo, Soluciones de Gestión, S.L.
2.- Dos días después el Gobierno balear ya sabía que las mascarillas no cumplían la homologación ni la calidad necesarios.
3.- A pesar de eso pagó las mascarillas con toda celeridad. El 5 de mayo se desembolsaron los 3,7 millones de euros.
4.- De manera sorprendente, el 20 de agosto, el Gobierno balear avaló las mascarillas que no daban la calidad contratada.
5.- El Gobierno balear tardó tres años en reclamar el dinero de las mascarillas a la empresa de la trama. Fue el 6 de julio de 2023, un día antes de que Marga Prohens (PP) tomara posesión.
6.- La reclamación del dinero no fue por los 3,7 millones de euros sino por 2,6. En lugar de pedirle daños y perjuicios, le perdonó 1,1 millones.
7.- Armengol desoyó dos avisos de los técnicos de su Gobierno (en mayo y agosto de 2021) alertando de que las mascarillas defectuosas iban a caducar en breve. La presidenta desoyó los avisos y dejó caducar las mascarillas sin reclamar el dinero hasta dos años después.