La amnistía no es el final: Puigdemont exprimirá a Sánchez en cada votación
El apoyo a los presupuestos generales será el siguiente episodio del chantaje de Junts, que quiere “reconocimiento nacional” y “autodeterminación” y reactiva el procés.
Por mucho que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se felicite a sí mismo por la ley de la amnistía, lo cierto es que aquí no acaba nada. Pedro Sánchez salva un ‘match ball’, sí, pero no gana el partido. Carles Puigdemont ya ha advertido que van a continuar con “el proceso de independencia” y que negociarán “pieza a pieza” con Sánchez. Y avisan al Gobierno de que no dé nada por aprobado porque van a exigir a cambio “presupuestos”, “reconocimiento nacional” y “el ejercicio del derecho a la autodeterminación”.
Desde Moncloa la sensación que se ha tratado de transmitir es la que ya apuntó a primera hora de la mañana del jueves el propio Bolaños: hay una “voluntad inequívoca” de todas las partes para que haya presupuestos generales aunque reconoce que no están “acordados ni cerrados”. Esa voluntad inequívoca es lo que ha desmentido de manera indirecta Puigdemont, al que los presupuestos solo le importan en la medida que pueda conseguir un jugoso botín por su apoyo.
Como ha sucedido con la ley de amnistía, cualquier cesión que ahora parece imposible puede ser realidad a medio plazo
Por si había alguna duda, el secretario general de Junts, Jordi Turull, incidió en la misma idea. “Amnistía era investidura. Nosotros ya hemos cumplido la investidura y ahora ya hay amnistía. Ahora comenzaremos el tema de los presupuestos. No hemos engañado a nadie”, dijo con claridad en una entrevista en Rac1.
El Gobierno miente más que Junts
Los de Puigdemont le han cogido la medida y aprietan siempre una vuelta más la tuerca. Ahora van ya a por metas mayores: primero a por el reconocimiento de Cataluña como nación y, segundo, como consecuencia de lo anterior, a por el referéndum de autodeterminación. El razonamiento es claro: si Sánchez reconoce a Cataluña como una nación lo lógico es que esa nación puede decidir libremente su futuro.
Con Sánchez más débil que nunca, acosado por la corrupción en el seno de su Gobierno, el precio va a subir considerablemente, como ya se ha visto con las cesiones en la ley de amnistía, incluyendo terrorismo, traición e incluso los delitos de corrupción del clan Pujol.
Es cierto que hay multitud de declaraciones del presidente del Gobierno, de sus ministros y de dirigentes socialistas en las que afirman que el derecho de autodeterminación no cabe en la Constitución y que, por lo tanto, es una línea roja que no pueden saltar. El problema es que eso mismo dijeron todos ellos de la ley de amnistía que se aprobará definitivamente la próxima semana en un pleno extraordinario fijado para el 14 de marzo.
La palabra de Sánchez no vale nada y su capacidad de ceder es directamente proporcional a la necesidad que tenga de sacar una votación adelante para mantenerse en el poder, algo que a la vez está relacionado con el tamaño que alcance el caso Koldo. Los presupuestos generales prácticamente garantizarían a Sánchez dos años como mínimo de legislatura. Así que cualquier cesión que ahora parece imposible puede ser realidad a medio plazo.