Sánchez ordena atacar con todo: 11M y el novio de Ayuso para salvarse de Koldo
El presidente del Gobierno, acosado como nunca, monta desde Moncloa un burdo ataque a la presidenta de la Comunidad de Madrid, amplificado por sus ministros, TVE y sus medios afines.
No hay mejor defensa que un buen ataque, dice una frase del libro ‘El arte de la guerra’ que Pedro Sánchez intenta aplicar al pie de la letra. El problema es que el ataque que ha emprendido para tratar de desviar la atención del caso Koldo y la amnistía, no es bueno, es mercancía averiada.
Ese producto defectuoso es el que Moncloa ha filtrado a algún medio de comunicación y del que inmediatamente se han hecho eco muchos otros, sin pudor: el presunto fraude fiscal del novio o pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, investigado por la fiscalía.
Un asunto privado de un señor particular en sus negocios particulares que nada tienen que ver con la Comunidad de Madrid. Sus problemas con Hacienda vienen de antes incluso de ser la pareja de Ayuso, algo irrelevante en este caso, pero que conviene señalar para ver lo ridículo del asunto.
Se ponga como se ponga Sánchez, el caso de su mujer no tiene nada que ver con el asunto del novio de Ayuso. El de Begoña Gómez afecta directamente a la acción del Gobierno y a una trama de corrupción; el otro es un problema particular de un señor con Hacienda
Nada que ver con el escándalo del caso Koldo en el que la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, ha sido señalada por unas informaciones que la comprometen a ella y dejan al presidente además en un claro conflicto de intereses.
Gómez recibió dinero de Globalia (matriz de Air Europa) como espónsor de algunas actividades del máster que dirige la primera dama monclovita y poco después el Consejo de Ministros, con Sánchez a la cabeza, aprobó un millonario rescate de la compañía aérea.
Begoña Gómez, comprometida en el caso Koldo
Por si fuera poco, en alguna de las reuniones de Begoña Gómez con el CEO de Globalia, Javier Hidalgo, también estuvo presente el comisionista de la trama Koldo, Víctor de Aldama. Se trata de el mismo personaje que también estuvo presente en aquella oscura madrugada en Barajas cuando José Luis Ávalos, con Koldo como chófer, fue a reunirse con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en una visita clandestina en la que se bajaron de su avión decenas de maletas misteriosas.
Eso, se ponga como se ponga Sánchez, Moncloa, Ferraz y todos sus medios satélite, no tiene nada que ver con el asunto del novio de Ayuso. El de Begoña Gómez afecta directamente a la acción del Gobierno y a una trama de corrupción y el del novio de Ayuso es un problema de un señor con Hacienda por sus actividades privadas.
Tan averiada es esa mercancía, tan burdo es el asunto, que Sánchez no se ha atrevido a mencionarlo, quizás también para evitar que le pregunten por el suyo, por el que tiene en casa. Acudía al Senado este martes para someterse a la sesión de control al Gobierno, pero no tuvo arrestos para ir por ese camino.
Sánchez se limitó a hablar del 11M, sin venir a cuento, durante el rifirrafe que mantuvo con la portavoz del PP, la implacable Alicia García. El 11M y la culpa del expresidente Aznar ha sido estos días el otro intento chusco de desviar la atención. Demasiado efímero aunque quizás les haya aliviado unas horas de la tortura de ver continuos titulares de prensa con informaciones a cuál más comprometedora sobre la trama Koldo.
Para hablar de Ayuso soltó a su pitbull Óscar Puente, el ministro sin pelos en la lengua que, a las primeras de cambio, sacó el tema a colación con el estilo barriobajero que le caracteriza. Su argumento desvergonzado es que hay un “patrón de conducta”, corrupto se supone, en “toda la familia Ayuso” y que el último episodio es que el piso de su novio en el que reside también la presidenta se ha pagado supuestamente con dinero de un fraude fiscal cometido por ese señor.
El argumento está al nivel del que intentaron montar las escuchas del caso Koldo en las que se oía mencionar de manera intencionada y con el afán de desviar la atención, los nombres de “Miguel Tellado” y “un tal Alberto” en unas supuestas reuniones que jamás existieron.
A pesar de que los investigadores descartaron la veracidad de esas afirmaciones, el PSOE, el Gobierno y sus medios afines lo usaron sin descanso varios días, hasta que se rindieron a la evidencia: no engañaban a casi nadie.
Lo de ahora del novio de Ayuso es peor incluso, más burdo. No porque no sea cierto que tiene un problema con Hacienda sino porque no tiene nada que ver con la actividad de la presidenta ni de la Comunidad de Madrid. Es un tema privado de su novio que vemos cómo acaba. Aún así ni Óscar Puente ni la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, han tenido empacho en intentar hacérnoslo pasar por un asunto de corrupción de la propia presidenta madrileña.
Alegría, confundiendo de nuevo Moncloa con Ferraz, ha pedido explicaciones urgentes a Ayuso. “Mas trasparencia y menos fruta”, le ha dicho muy seria, para darle mayor solemnidad y gravedad a sus palabras.
TVE participa en la maniobra contra Ayuso
El Gobierno también ha levantado el teléfono para pedir a sus medios afines que aireen el asunto al máximo, con titulares rimbombantes abriendo sus ediciones digitales. Pero lo peor ha sido la utilización, una vez más de TVE. El Telediario ha abierto con esa información y ha amplificado la noticia al máximo, con la foto de Ayuso en todo momento en pantalla.
Sánchez está herido y acosado. Y un presidente como él, capaz de hacer las cosas que hace él, se vuelve aún más peligroso cuando está contra la espada y la pared. Seguramente esta vez le salga el tiro por la culata, pero hay que prepararse para el juego sucio que va a practicar a la desesperada.