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Así se fabrica un caso: paso a paso del ataque ‘bolivariano’ de Moncloa a Ayuso

Pedro Sánchez, acosado por la corrupción que salpica a su propia mujer, utiliza todos los resortes del poder para montar un falso caso contra el PP que tape los suyos.

Pedro Sánchez durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso

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“Hay caso Ayuso, claro que hay caso, porque hay una investigación penal de la fiscalía y todos los medios están hablando de este asunto”, decía este miércoles en una tertulia de televisión una reconocida periodista del periódico que ha publicado el presunto fraude fiscal del novio de Isabel Díaz Ayuso. Ahí está la clave. Hay caso porque se publica como si fuera un caso, se ha fabricado un caso, pero no lo es.

Pedro Sánchez ha puesto en marcha toda la maquinaria monclovita para montar un ‘caso’ como lo haría un régimen dictatorial, utilizando datos reservados de un ciudadano, ordenando a sus medios afines y también a los públicos que amplifiquen el asunto para darle notoriedad máxima, y lanzando a sus ministros, a los dirigentes de su partido y a sí mismo para pedir explicaciones y reforzar la idea de que estamos ante un asunto de corrupción. Ni en Venezuela lo harían mejor.

Se trata de embarrarlo todo usando todos los resortes del poder para montar un falso caso: información reservada, capacidad de difusión y el altavoz político que otorga el poder

Podría ser el título del próximo libro del presidente: “Manual bolivariano para montar un caso. En ese libro podría explicar lo que está intentando hacerle a Isabel Díaz Ayuso a través de su novio.

Primero, la desinformación

Moncloa se ha encargado de que el llegue a un periódico afín los datos fiscales de un ciudadano particular, pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que está sometido a un proceso judicial por un presunto fraude fiscal cometido en su actividad privada, sin relación alguna con su pareja ni con la administración que preside su pareja. No hay excusa, ni interés público ni derecho a la información, que justifique la filtración, porque se trata de un particular.

La fiscalía o el Ministerio de Hacienda. De uno de esas dos fuentes nace necesariamente la filtración interesada en el momento oportuno. Esa filtración, además de un ataque directo desde el poder a un ciudadano particular, es un delito que se debería investigar y castigar. No ocurrirá, por supuesto.

Segundo, la amplificación

Ese medio y otros afines llevan a portada el falso caso Ayuso. Mención especial merece TVE, la televisión pública, que obedientemente abría sus informativos con este asunto del novio de Ayuso. Todo forma parte de esa estrategia de embarrarlo todo usando todos los resortes del poder: información reservada, capacidad de difusión y el altavoz político que otorga el poder.

Muchos medios entran en el asunto para denunciar la campaña, pero al fin y al cabo entran, entramos, y hablamos del caso, colaborando a convertirlo mediáticamente en un tema que acapara la información, las portadas y los debates.

Tercero, la utilización política

Una vez que el falso caso ha alcanzado la notoriedad mediática que se buscaba, llega el turno de los políticos. Como si fuera su obligación ante un escándalo, por muy falso que sea, la ministra Pilar Alegría, el ministro Óscar Puente y la vicepresidenta María Jesús Montero salen a la palestra para exigir a Ayuso explicaciones, dando por hecho que estamos ante un asunto muy grave y que la presidenta tiene una responsabilidad en lo que (presuntamente) ha hecho su novio antes incluso de ser pareja.

Y cuando el tema ya está al rojo vivo, calentado por el soplete de Moncloa y sus satélites mediáticos, es el propio presidente del Gobierno el que sale a pedir la dimisión de Ayuso, nada más y nada menos. Sí, la dimisión de la presidenta sin explicar por qué motivo, al parecer por las actividades privadas de su novio. Es más, le “exige, al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, esa dimisión de Ayuso. Todo muy burdo.

La indecencia se cuenta sola y aunque este artículo fomenta el ruido mediático que busca la Moncloa, es deber de cualquier medio denunciar la actuación bolivariana del Gobierno y la fabricación de un caso para, probablemente, tapar otros que le afectan o, al menos, embarrar el terreno de juego.